Síguenos
Héroes de atrezo Héroes de atrezo

Héroes de atrezo

banner click 244 banner 244
Nuria Andrés

De pequeña quería salvar el mundo. Pronto, un cactus me enseñó que no todos tenemos madera de héroe. Mis padres siempre me habían dicho que con esfuerzo podía conseguir lo que quisiera. Con cinco años sólo quería volar como Superman. Me subí a una piedra, salté y mi espalda aterrizó en un cactus. Ahora me doy cuenta que ni llevaba la protección adecuada ni nadie me había enseñado nunca a volar. De camino al hospital, le dije a mi madre con la firmeza de un oficial de la antigua KGB que ya no quería ser una heroína.

16 años más tarde, aún tengo la cicatriz de ese día y  todos hemos sido nombrados héroes por habernos quedado en casa durante la cuarentena. Yo, una heroína que hasta hace poco no sabía ni lo que era una pandemia. Una heroína que su misión fue ponerse al día con las últimas series de Netflix que no había tenido tiempo para ver. ¿Héroe quién? ¡Héroes todos! Muy bajo tenía que estar el nivel de heroicidad en este país para que nos premiaran así.

En este mundo habitado por héroes, cuando los sanitarios consiguieron controlar la Covid, la nueva misión era hacer uso de nuestra responsabilidad individual. Entonces, pensamos que todos sabíamos perfectamente cómo gestionar una pandemia mundial. Podíamos hacer lo que nos diera la gana porque éramos héroes con todas sus letras. 

A lo largo de los meses estivales, el nivel de heroicidad bajaba y los contagios crecían. Había que encontrar un villano que pagara los platos rotos en esta situación. Ese fue (como no) los medios de comunicación. A nadie se le ocurrió pensar que es que (igual) no era el momento de pegarnos el verano de nuestra vida y debíamos tomar precauciones. No, era mucho más fácil achacar la culpa a que los medios de comunicación eran unos alarmistas. Como para no serlo, con los casi 30.000 muertos a nuestras espaldas. 

Yo que no estoy dispuesta a volver a caer en ningún cactus por ser una heroína, reivindico mi derecho a ser una ciudadana con miedo, a no luchar contra un “enemigo invisible” porque yo no me he metido en ninguna batalla y si, finalmente, volvemos a estar confinados, no quiero mi galardón como héroe, quiero responsables por la falta de previsión ante un escenario más que evidente.