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Nuria Andrés

A medida que crecemos, se pone de moda el “no me gusta”. Ya no nos gustan las cosas que antes nos gustaban tanto. Y lo decimos con orgullo, como si por aceptar el odio subiéramos un escalón más en la difusa graduación de la madurez. El gran ejemplo de esto es la Navidad. Estamos en esa época del año en la que los amantes de esta fiesta intentan convencer a sus enemigos sobre la bondad de ella. Y no hay manera de llegar a un punto de encuentro más allá que aceptar que los que odian la Navidad son unos amargados.

Me puse a pensar en esto mientras observaba la obra Mujer-Casa de Louise Bourgeois. Fue ver esta pintura y enseguida me vino a la cabeza una estampa navideña. Y no es porque esta obra sea precisamente bonita, porque no lo es, sino porque refleja el sentimiento de muchas mujeres cuando se acercan estas fechas. La Navidad sigue teniendo nombre de mujer, lo han publicado amablemente estos días muchos periódicos y se hace realidad cada vez que vas a casa de tu abuela y la ves a ella, a tus tías y a tu madre preparando la comida mientras los hombres se sientan en el otro extremo de la mesa y se dedican a descorchar una botella de champán. Como si por hacer eso estuvieran salvando el mundo, oye.

En Bourgeois, la cabeza de las mujeres se queda encerrada en una casa, una casa gris y llena de humedades en la que las pocas ventanas que hay,acentúan su aspecto de celda. Resulta imposible no asemejar esta obra con la Navidad de las mujeres. Cada vez que un hombre no se levanta de la mesa para coger un vaso, tiene que hacerlo una mujer; si tú no te levantas a servir la comida, sabes que una mujer, que probablemente se haya sentado más cerca de la cocina que tú, lo hará por ti,  y lo mismo ocurre cuando se cae un cubierto y tu abuela se levanta a por otro mientras dice: “No te preocupes, que ahora te acerco otro”. Las mujeres en las cenas de Navidad están sumidas en una tensión constante, una tensión que se endulza ingenuamente con el “si a ella le gusta”. No, no le gusta, pero sabe que es la única manera de que la reunión salga adelante. Así que, en el siguiente “Navidad sí, Navidad no” recuerda también que esta fiesta sigue siendo, en muchas ocasiones, una carga para las mujeres.