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Respeto y oportunidades Respeto y oportunidades

Respeto y oportunidades

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Elena Gómez

No sé quién tiene la culpa, pero estoy cansada. Me agota el victimismo y me repatea la visión angelical que muchos tienen de las personas con discapacidad. Lo siento, me repito más que el ajo, pero es que estoy harta de estereotipos manidos y de fotitos tiernas en Facebook.

Por culpa de esta imagen, hay quien piensa que somos la mejor opción para trabajar en la empresa normalizada. Existe la opinión errónea de que cumplimos sin rechistar ante cualquier abuso, ya que trabajamos solo por salir de casa y estar entretenidos.

Fui trabajadora por cuenta ajena durante 17 años, hasta que mi enfermedad me retiró forzosamente de mi carrera profesional. Durante esos años, cumplí escrupulosamente con mi cometido porque así me educaron, no por ser discapacitada. Pero siempre estuve atenta de que se respetaran mis derechos laborales, incluso fui representada por un sindicato cuando fue necesario. Puse demandas cuando creí que era lo correcto, y siempre miraba la hora de salida, porque soy humana, y trabajar, me ha gustado lo mismo que a la mayoría. Es decir, de gratis, nada de nada.

Pretender que por ser discapacitados somos "mejores" para según quienes, o pensar que somos más dóciles a la hora de ser explotados, es un planteamiento simplista e infantil. Efectivamente, y por desgracia, todavía tenemos que depender de la discriminación positiva para acceder al mundo laboral, ya que no se nos suponen las mismas capacidades que los demás trabajadores. Pero cuando conseguimos entrar en esa dinámica, nos corresponde ser considerados de forma equitativa, se nos debe exigir lo mismo que al resto de trabajadores, y merecemos respeto en los mismos términos.

No somos "angelitos caídos del cielo" dispuestos a lo que sea con tal de sentirnos útiles. Solo somos seres humanos con el derecho y la obligación de trabajar en condiciones de igualdad. Sin obtener ni más ni menos oportunidades que el resto.