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Fracaso Fracaso
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Siento ser tan negativo, pero la manifestación del 31 de marzo en Madrid es un rotundo fracaso. Y lo digo sin esperar a saber cuánta gente se concentra en la plaza de Colón. Me da igual que    sean 20.000 ó 100.000 o un millón de personas. La cifra no cambiará nada.

La histórica marcha de la España vaciada es el fracaso de una política centralista, mercantilista y corta de vista, que durante décadas ha dejado morir a territorios que, bien por situación geográfica, intereses electorales o por su resignación y silencio, se han quedado al margen de las grandes potencialidades de desarrollo que han hecho de España uno de los países punteros del mundo.

La manifestación del 31 es el fracaso rotundo de una política que se ha permitido el lujo de arrinconar a territorios por el simple hecho de que no interesaban en determinados momentos. Así de simple y de crudo.

La marcha de la España vaciada es un fracaso porque el problema de la despoblación, del que se lleva advirtiendo desde hace tiempo desde zonas como Teruel, solo está siendo tenido mínimamente en cuenta ahora, cuando la situación es desesperada y muchos territorios están abocados al cierre. Y, no lo olvidemos, cuando los escaños de ciertas provincias se han convertido en objeto de deseo para los partidos por su importancia ante la incertidumbre política.

Esta provincia ha perdido desde 1971 más de 40.000 habitantes. Solo hace falta ojear la hemeroteca de este periódico para comprobar que ya en esos años se encendían las alarmas y se reclamaba atención para el problema.

En lugar de hacerlo, se miró para otro lado, y cuando los turolenses levantamos la voz, se nos acusó de quejicas, displicentes y cansinos.

Aún hoy, con una provincia en la que el tren da vergüenza ajena, faltan infraestructuras prometidas hace décadas o no hay especialistas médicos, hay quien se permite el lujo de acusarnos de llorones.

El 31M será un fracaso. Eso sí, será el fracaso de quienes han tenido en su mano arreglar el problema. El 31M solo será un éxito de los turolenses que se resisten a echar el cierre porque aquí quieren seguir viviendo.