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Toni Fernández

Obviamente esta semana tocaba hablar de un hecho que ha sido histórico, algo que llevábamos tiempo pidiendo y reclamando, pero que al unir fuerzas junto con otras zonas españolas que sufren iguales o parecidos problemas, se ha convertido en una reivindicación nacional, con un eco y repercusión que ya era necesaria.

Esa Revuelta de la España Vaciada -que no es lo mismo que vacía-, fue portada en los medios, y foco de atención en tertulias y debates. Coincidiendo en las épocas electorales en las que estamos, como bien se ha dicho todos estos días, ese colosal 

¿Y ahora?  de la portada del lunes de Diario de Teruel,  pone de manifiesto que esta vez es la de verdad, que ya no caben promesas electorales que acaban en el olvido y siempre incumplidas.  Ahora saben que si no hay un Pacto de Estado sobre este asunto, si se siguen incumpliendo las promesas, volveremos a reivindicar con más fuerza lo que nos pertenece y que una vez nos prometieron. 

Me dio cierta pena, y también rabia, porque no decirlo, oír y leer en medios de comunicación que eran muchos escaños los que los partidos políticos se jugaban con todos estos votos de la España vaciada. Pena y rabia porque creo que esos periodistas (o políticos si también creen que sólo hay votos en juego), no han entendido nada. No tocaba ponerse el vestido partidista y acusar al otro de no haber hecho nada o de haber destruido las zonas rurales, no se trata de votos o poder, de sillones o ministerios, se trata de personas, vidas enteras, gente que no puede ir al médico, emprendedores que para hacerlo deben emigrar, pueblos que no tienen acceso a internet, y así podríamos hacer una interminable lista. Como bien decíamos, debemos poder elegir donde vivir, en igualdad de condiciones. 

Pero después de la jornada del domingo, donde se ha demostrado que el corazón de la provincia aún late, que su gente está dispuesta a pelear y llegar hasta donde haga falta por defender un futuro mejor para todos, ya nada debería ser igual. Esos pequeños latidos unidos a los del resto de la España vaciada,  se han convertido en un grito que ya nadie puede parar, un rugido que dejó huella el 31M.