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Francisco Herrero

Intento copar las páginas de este diario y lo estoy consiguiendo. Ayer mismo salí en esta misma plana en mi faceta de miembro de la comisión ejecutiva de la Federación de Asociaciones Vecinales y Culturales de Teruel. Quien no lo sepa, que se entere que la federación vecinal de Teruel ya no es solo de la capital. Las gentes de pueblo ya tenemos representación en el movimiento de los vecinos y vecinas de la provincia. Y, ¿qué pinto yo en ese berenjenal?

Mi relación con el movimiento vecinal viene de lejos, aunque siempre desde el trabajo periodístico. Mientras estudiaba la carrera en Barcelona (y más tarde también) colaboré con el Ciutat Nord, un periódico local de los distritos más al norte, más populacheros y más olvidados de la capital catalana. Allí, yo veía que muchas de las mejoras que llegaban eran casi siempre sugerencias de las asociaciones vecinales. Y eso que a finales de los noventa la actividad vecinal barcelonesa ya estaba de capa caída. Vamos, nada que ver con la ultrareivindicativa revuelta de los primeros ayuntamientos democráticos, mucho antes de las olimpiadas del 92. El grueso de aquella corriente luchadora durante finales de los setenta y los ochenta provenía de gentes nacidas en nuestro territorio y que tuvieron que volar a la búsqueda de un futuro prometedor. La vida en la ciudad, no obstante, no era tan bonita como la pregonaban. La oleada de emigrantes de los sesenta se encontró con unas urbes en condiciones deplorables. Y tuvieron que pelear mucho para que sus barrios fueran entornos dignos.

Hoy, quienes se quedaron y quienes hemos vuelto, tenemos unas urgencias similares a quienes nos precedieron y padecieron las ciudades desarrollistas. Muchas veces sentimos el abandono de la Administración. Sobre todo de la más alejada. Ha llegado el momento en que la voz de los pueblos llame a la puerta de los despachos. Y para eso está el consolidado movimento vecinal, aunque sea un ente moribundo para quienes creen en las nuevas y ficticias formas de participación. Si mi presencia aquí sirve solo para que alguien en el mundo rural vea su importancia, me daré por satisfecho.