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Yo ya no sé Yo ya no sé
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Juan Corellano

Hace unos días, me descubrí a mí mismo en un pueblo perdido de Ávila, sentado junto a un amigo de Albacete en una acera a las seis de la mañana. 

Estábamos viendo en mi móvil un resumen de las recién acabadas finales de la NBA, haciendo tiempo frente a una churrería que esperábamos, ilusos, a que en algún momento nos abriera sus puertas. Por supuesto, no pasó.

Antes, hace una semana, acabé comiendo un domingo a las cuatro del mediodía con Andy y Lucas en la mesa de al lado. Los dos discutían sobre lo mucho que les confundía la gente a uno con el otro. 

Mientras, el resto de los presentes en el comedor no solo sabían diferenciar quién era quién, sino que además debatían sobre cómo los azares del metabolismo y el paso de los años habían convertido a Andy en Lucas y viceversa. 

Hace unos cuantos días más, fui a la plaza Mayor una calurosa mañana previa a la final de la Champions en Madrid, dispuesto a grabar un vídeo entrevistando a sonrosados británicos cerveza en mano. Finalmente, acabé preguntando a un ‘Winnie de Pooh’ con un marcado acento andino y ataviado con una camiseta del Liverpool si su mayor vicio era la miel o el fútbol. La verdad es que Winnie no se supo decidir. 

Después de esta sucesión de situaciones, digamos diversas, que podría alargar hasta el infinito, hay días en los que me miro al espejo y no puedo evitar que se me escape un “yo ya no sé, la verdad que no sé”. 

No como una queja desesperada o como un “Juan, tío, tú prometías”, sino como un reconocimiento explícito de no poder comprender qué me trajo a donde estoy hoy. 

Creo que tendré que asumir que, simplemente, estas cuestiones se escapan a mi conocimiento. Ahora bien, si algo sé, es que de haber abierto la churrería, antes que Winnie hubiera llegado Andy a hacer cola. O era Lucas. No sé, yo ya no sé.