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Mª Dolores Gorráiz y Lucía Ripoll, familiares socias de Asapme Teruel: “Asapme nos permite relacionarnos con gente que tiene los mismos problemas” Mª Dolores Gorráiz y Lucía Ripoll, familiares socias de Asapme Teruel: “Asapme nos permite relacionarnos con gente que tiene los mismos problemas”
Lucía Ripoll (i.) y Mª Dolores Gorráiz, en la sede de Asapme Teruel

Mª Dolores Gorráiz y Lucía Ripoll, familiares socias de Asapme Teruel: “Asapme nos permite relacionarnos con gente que tiene los mismos problemas”

Las familias encuentran en la asociación “formación, información y no sentirse solos ante esta enfermedad”
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Salud Mental Teruel (Asapme) ofrece diferentes programas para la rehabilitación de las personas con enfermedad mental pero además da apoyo a sus familias como a Mª Dolores Gorráiz y Lucía Ripoll que destacan la importancia de la labor de la asociación y el respaldo que han encontrado en ella.

-¿Por qué acuden a la asociación y qué les aporta?

Dolores Gorráiz: -Estoy en la asociación desde sus inicios. Cuando me enteré de que existía, por una reunión que hicieron, me alegró mucho porque tengo un familiar y aquí en Teruel no conocía que hubiera nada. Sí que sabía que había en Zaragoza porque estuve un tiempo estudiando y trabajando allí. Cuando la conocí enseguida me metí, formé parte de la junta durante años porque me aportaba mucho. Me aportaba información, formación, apoyo, no sentirte solo con esa enfermedad.

Lucía Ripoll: -Llegué hace unos nueve años, buscando apoyo. Es una enfermedad desconocida y uno de los psiquiatras que llevaban a mi hijo nos aconsejó este sitio y me fue muy bien y seguimos colaborando en lo que podemos.

-¿Para qué les sirve Asapme a los familiares de las personas con enfermedad mental? 

D.G.: -Para tener información directa de profesionales porque se hacen charlas formativas, cursos, talleres. Se hace una escuela de familias y estás en contacto directo con profesionales: psicólogos, psiquiatras,... que te aportan todo tipo de información de la enfermedad; estrategias para gestionarlo, para saber llevarlo y cuidar mejor a tu familiar y para a la vez tú sentirte también mejor porque todo esto lleva un desgaste grande. Luego, también el contacto con otras personas que viven tu misma problemática porque esto lo puedes hablar con amigos pero no te sientes comprendido. En cambio, cuando estás con gente con la misma problemática llegas a un nivel de entendimiento y tus experiencias las cuentas y ellos te cuenta las otras y todo puede servir.

L.R.: -Es relacionarte con gente que tiene tus mismos problemas. Luego, el apoyo que dan los trabajadores de aquí que es mucho.

-¿De las actividades de la asociación cuáles destacaría como las útiles?

L.R.: -El taller de confección ha mejorado un montón, lo hacen muy bien. Mi hijo no viene por aquí porque hace otras cosas fuera de aquí pero desde luego creo que todas las actividades son muy útiles para estas personas.

D.G.: -En mi opinión, los talleres para empezar a trabajar y para ocupar su tiempo y las actividades de ocio. De cara a los familiares también tenemos escuelas de familias y se organizan charlas y jornadas.

-¿Cómo ven la percepción que hay en la sociedad de la enfermedad mental?

D. G.: -Hemos avanzado. Desde que empiezas a vivir este problema, de niña prácticamente, todo era muy distinto. Lo único que había era desconocimiento, estigma, todo se llevaba con ocultismo, dentro de la propia familia sin nadie que te apoyara, francamente mal. Ha ido evolucionando, igual que la sociedad. Ahora ya tenemos más recursos, la gente puede que ya no le de tanto miedo este tipo de enfermedades, tanto rechazo. Pero todavía queda mucho prejuicio. A la sociedad todavía le falta mucha información. No ayuda el tratamiento de esto a través de los medios, todo son siempre noticias sensacionalistas. Se da el caso de un asesinato y sale la noticia de que era una persona con problemas psiquiátricos. Alguno habrá con agresividad pero no generalicemos. Hay un miedo todavía que hay que ir solucionando.

-¿Cómo debería hacerse este cambio en la sociedad?

D. G.: -Lo primero los medios, no hacer hincapié en que una persona tiene una enfermedad. No hay que relacionar determinada conducta con una enfermedad concreta, eso es un error tremendo. También hay una actitud que he aprendido por experiencia y a lo largo del tiempo y es que nosotros mismos desdramaticemos y dejemos de ocultar y sentir vergüenza, que no es ninguna vergüenza. Si en una conversación viene a cuento, yo lo digo: Yo tengo un caso de tal enfermedad en mi familia. Hay que hablarlo. Si lo está tratando de forma incorrecta, corregir y aportar toda la información que tienes y sabes. Formación e información para que la gente deje de sentir este rechazo a este tipo de enfermedades.

-¿En un sitio pequeño como Teruel es más complicado tener esta enfermedad?

L.R.: -Cada vez la sociedad va aceptando más a estos enfermos como enfermos y no como un loco de turno que va matando a gente. Pero las amistades van apartando a estas personas de los grupos de amigos. La socialización les cuesta un montón, se apartan ellos mismos y otras veces los propios amigos. Pero hay que hacer hincapié en que pueden integrarse perfectamente en la sociedad.

D.G.: -Teruel, para esto y para otras muchas cosas, sí que hay mayor presión social. Es como un pueblo, te conoces todo el mundo y la repercusión de cualquier acto que se sale un poco de la norma, cualquier conducta algo extravagante se detecta más que en una ciudad grande donde hay más anonimato. Todo esto con el tiempo se va superando. Hay que verlo como una ventaja: es pequeño pues tenemos recursos parecidos pero tenemos mayor facilidad para acceder a ellos. Te conocen y te aprecian mejor que en una ciudad grande. Hay ventajas e inconvenientes.