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Entre barras y verbenas

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Cruz Aguilar

Ya han acabado las fiestas de mi pueblo. Son al principio del verano, que se pillan con muchas ganas, lo malo es que casi no te da ni tiempo de mentalizarte que llegan. El pregón de este año lo hicieron los chicos y chicas de la comisión y en él, además de recordar lo importantes que son las celebraciones para muchos y de animarnos a que lo pasáramos estupendamente, incidieron en que si queremos fiestas hay que colaborar con ellas en los actos y rascándonos el bolsillo.

En un pueblo las fiestas las tienen que pagar los del pueblo con el bono y los de fuera con la barra. Antes, en los tiempos en los que la gente no sacaba la bebida de casa, por el alquiler de la barra las comisiones sacaba un buen dinero para invertir en orquestas de primer nivel.
Ahora los jóvenes están muy concienciados sobre el consumo de alcohol y la conducción y es habitual que vayan en taxi de fiestas a los pueblos. Digno de alabar y rentable para el taxista. Pero llevan el maletero lleno de botellas. Parece ser que cada un@ se autoabastece, es decir, que sale de casa con su botella de ron y de vuelta la guarda en el mueble bar familiar para la próxima noche. 
La ventaja está en que no les dan garrafón (hay que ver el lado positivo a todo). Lo malo es que a las fiestas de los pueblos tienen un horizonte de vida de quince años, lo que nos queda a los que ahora tenemos 40 y nunca hemos hecho botellón de tener ganas de jarana. Las comisiones de fiestas de los pueblos deberían animarnos más a salir de casa. No sé si con transporte para que no tuviéramos que coger el coche o con fiestas temáticas de esas que nos recuerdan que fuimos jóvenes. Somos de los pocos que ayudamos a hacer caja. 
De jóvenes no íbamos sobrados de perras y por supuesto que acudíamos a las peñas de los diferentes pueblos a beber cerveza gratis – muy típico en el Bajo Aragón–, pero también hacíamos gasto en la barra. Eso sí, como la economía no era boyante nos conformábamos con litros compartidos de cerveza. Sabían a fiesta, a amistad y a buenos ratos juntos. Eran los mejores.