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PSOE y PAR, esos ‘extraños’ compañeros de un viaje que duró tres legislaturas PSOE y PAR, esos ‘extraños’ compañeros de un viaje que duró tres legislaturas
Información publicada por DIARIO DE TERUEL sobre la primera coalición PSOE-PAR

PSOE y PAR, esos ‘extraños’ compañeros de un viaje que duró tres legislaturas

Se cumplen veinte años del primer Gobierno de Aragón que lideró un socialista con el apoyo del Partido Aragonés
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Las relaciones no habían sido buenas, pero aún había quien entendía, sobre todo a la derecha, que un acuerdo que no fuera de PP y PAR para el Gobierno de Aragón era “contra natura”. Así y todo, hace ahora justo veinte años, esta Comunidad estrenó por primera vez un gobierno presidido por un socialista en coalición con el PAR, extraños compañeros de un viaje que duró tres legislaturas. Marcelino Iglesias se puso al frente de aquel Ejecutivo, con la compañía de José Ángel Biel en la vicepresidencia, en 1999, lo que supuso el comienzo de una etapa de estabilidad política en la institución aragonesa, que el de Bonansa presidió hasta 2011. Veinte años después de aquel primer “gobierno del cambio” como lo calificaron los socialistas, el PAR ha vuelto al Ejecutivo autonómico con otro socialista, aunque en esta ocasión tiene más compañeros de viaje.

La hemeroteca nos muestra que por apenas dos días, los consejeros del actual gobierno no han tomado posesión en la misma fecha que lo hicieron los miembros del Ejecutivo de la quinta legislatura. Si esta semana veíamos a Lambán y Aliaga como presidente y vicepresidente en la foto de familia del Gobierno de Aragón en el patio del Pignatelli, hace justo dos décadas, el 6 de agosto de 1999, la foto de portada de este periódico mostraba al socialista Marcelino Iglesias como presidente y a José Ángel Biel, del PAR, como segundo al mando. Si hay que buscar similitudes, quizás podríamos hablar de que en ambos casos hubo cierta sorpresa, solo cierta, al aclararse los  compañeros de viaje de la legislatura, pero en lo demás, la situación política actual difiere notablemente respecto a la de hace veinte años, con la presencia necesaria y el acuerdo final y por tanto presencia en el Ejecutivo de CHA y Podemos-Equo, y la presencia nunca vista de hasta ocho partidos en las Cortes de Aragón.

Hay un hombre que repite en ambos gobiernos y es Arturo Aliaga, aunque el actual vicepresidente y consejero de Industria entraría a formar parte del Gobierno de Aragón presidido por Iglesias en 2002, tras la dimisión de José Porta.

Aquel equipo, destacaba en la portada del 6 de agosto de 1999 este periódico, era un Gobierno “único”, respondiendo así Marcelino Iglesias a quienes criticaban la coalición. Juraron o prometieron sus cargos dos turolenses en aquel gobierno, José Ángel Biel y Javier Velasco, quien tomaría posesión como consejero de Obras públicas, Urbanismo y Transporte.

En su discurso, Iglesias establecía como retos del Ejecutivo ahondar en el desarrollo de la autonomía con la asunción de nuevas competencias, como la sanidad,y destacaba ya entonces el problema de la demografía de la Comunidad, que representa el diez por ciento del territorio nacional y no llega al tres por ciento de la población, además de al “mal reparto” de la riqueza que genera, ubicada fundamentalmente en el valle medio del Ebro. Estas cuestiones son los “grandes retos a resolver”, recalcó, si bien reconoció, porque no cree en “milagros”, y que no se podrán solventar en este Gobierno.

Tras las elecciones y la inevitable obligación de negociar para conformar un gobierno, el PAR era lo que describiría Biel como “el clavico del abanico”. A pesar de los años de coalición con el PP, o precisamente por ello y por las desavenencias que se habían aireado en su última etapa, el 1 de julio de aquel 1999 leíamos las declaraciones del presidente del PAR, José María Mur, de que las posibilidades de pactar con PSOE o PP en la comunidad autónoma están al 50 por 100 aunque ya decía que no parece lógico insistir en el error cuando algo no va bien”. Tras reunirse con cargos del PP y del PSOE a nivel nacional, ya se entreveía que los aragonesistas podían virar hacia el PSOE, mientras desde el PP, leíamos en aquella misma página en boca del secretario regional Fernando Martín, pedían que la negociación no se llevara “al terreno personal” y apelaba a los “puntos de encuentro” con el PAR en cuestiones programáticas.

Las negociaciones continuarían aquel mes de julio y el 17 de ese mes leíamos que el PP “no tira la toalla” y emplaza al PAR a buscar un pacto durante todo el fin de semana”. Entonces, el PAR pedía un documento programático avalado por el presidente del Gobierno, José María Aznar” aunque a aquellas alturas muchos daban por hecho que el pacto con los socialistas ya estaba cerrado.

El PAR decía que conseguir un nuevo acuerdo con el PP  tropezaba con el “incumplimiento de los acuerdos” suscritos por los populares y el PAR, y con la “deslealtad” del PP hacia los aragoneses durante la legislatura recién terminada. Incluso reprocharon públicamente que, especialmente en los últimos meses, el PP hubiera intentando “por todos los medios debilitar y destruir al Partido Aragonés, tanto en su organización como en su identidad política”. “Esa deslealtad, cuando se comparten responsabilidades de Gobierno, resulta más grave que cuando se actúa como simple adversario político” leíamos en la prensa.

Días después, el Comité nacional del PAR apoyaba por mayoría las negociaciones con el PSOE en lo que, decía Biel en rueda de prensa, era una decisión “si no histórica, importante e interesante”, ya que tras doce años tendentes a formar gobiernos con el PP en Aragón, el PAR “ha dado un giro”.

En aquella intervención el entonces vicepresidente del PAR justificaba este viraje por “múltiples razones” y entre ellas que la coalición con los populares,  a la vista de los resultados electorales, es “evidente que ha perjudicado al PAR” mientras que solo beneficiaba al PP.

Y como muestra las cifras: desde 1987, año en el que habían pactado por primera vez, los populares habían aumentado el número de escaños en las Cortes de 13 a 28, mientras que el PAR había perdido 9 diputados, al pasar de 19 a 10. Aludía también a “malas experiencias” y a “incumplimientos importantes” del PP, además de actitudes de personas, excluido su presidente, Santiago Lanzuela, “que no han sido las más aconsejables para mantener una coalición de este tipo”.

En los días posteriores las informaciones daban detalles de cómo iban fructificando las negociaciones, con la incógnita desvelada al final del voto del único diputado de Izquierda Unida, Jesús Lacasa, que finalmente sería favorable y que permitió por tanto que Iglesias fuera proclamado presidente en una primera votación. Consumada la pérdida del gobierno para el PP, Lanzuela criticaba el pacto “contra natura” que no se había suscrito, decía, por ideología sino por “intereses particulares”. En todo caso anunciaba una política de oposición “constructiva y leal”.

Izquierda Unida lamentaba la falta de acuerdo  en la izquierda para alcanzar un pacto de gobierno de lo que culpaba a CHA, según leíamos, cuyo portavoz, Chesús Bernal, calificaba el pacto PSOE-PAR como “exclusivamente partidista”, por el deseo de los socialistas de “tocar sillones” y la “amnesia” del PAR que había olvidado la moción de censura de 1993.

Aquel Partido Aragonés se afanaba en explicar la situación difícil que había vivido la formación, tal y como exponía Biel en las Cortes entonces, y defendía aquella coalición para formar un Gobierno “estable y duradero”, vaticinaba, porque “tiene la legitimidad de las urnas, es el gobierno más centrado de toda la historia aragonesa, ha conseguido captar la atención nacional en Aragón y ha establecido medidas para su eficacia y coordinado funcionamiento”.

Un camino complejo

El camino hasta la coalición no había sido fácil. El PAR había dejado a su socio natural desde 1987, cuando comenzaron los gobiernos de coalición entre ambas formaciones, y había apostado por pactar con el PSOE, que le había quitado en 1993 la presidencia del Gobierno que ostentaba el aragonesista Emilio Eiroa, con la polémica moción de censura que aupó a José Marco a la presidencia.

Durante la sesión de investidura de Iglesias las miradas se fijaron en Eiroa, sobre quien pesaba la duda de qué votaría, a pesar de que el presidente del PAR, y presidente de las Cortes de Aragón, José María Mur, decía que  no tenía “ninguna duda” de que acudiría a votar, y en el sentido del acuerdo que había firmado su partido. Destacaba este periódico en su crónica de aquella sesión de investidura que el expresidente estuvo ausente de su escaño durante la mayor parte del debate, pero finalmente no hubo sorpresa. “Dijimos que teníamos diez votos -añadió Mur- y todos han servido para cumplir el pacto que el partido había firmado”.

Pero tampoco el camino del PSOE había sido fácil. Las heridas internas que dejó la etapa de la dirección de José Marco se daban por cerradas con Marcelino Iglesias, quien ha pasado a la historia de los socialistas aragoneses como quien consiguió unir a los sectores del partido en Aragón. Una muestra de ello la veíamos en la incorporación de Javier Velasco al gobierno, tal y como el propio presidente expresaba en una entrevista en este periódico publicada el 29 de agosto de aquel año. “La incorporación de Velasco es una voluntad clara de que no haya excluidos en el PSOE” decía Iglesias, con la que se quería acabar con la exclusión que sufrió el sector minoritario del PSOE en Teruel en la confección en las listas electorales tal y como se ponía de manifiesto en esas páginas. El propio Velasco decía en una entrevista publicada el 4 de agosto en este periódico de que no esperaba este nombramiento, a pesar de haber sido portavoz del PSOE en la Comisión de Infraestructuras en las Cortes. En esa entrevista, la periodista Eva Ron contextualizaba lo que había supuesto el nombramiento bajo el título Corredor de fondo. Cuando todos esperaban que iniciara una travesía del desierto, Javier Velasco no solo ha logrado salir del ostracismo político al que parecía condenado tras ser excluido de las listas del PSOE, sino que ha conseguido acceder a una de las consejerías de mayor peso en el Gobierno autonómico. Y es que, como él suele decir, la política es para corredores de fondo, una cuestión de resistencia y de paciencia para quienes saben aguantar cuando están en las instituciones y también cuando no están.

Tras este nombramiento, Iglesias hablaba en su entrevista del PSOE entonces como un “partido estable”, del que entonces era secretario regional el turolense Isidoro Esteban, porque “todo el conjunto del partido está participando en el Gobierno de Aragón, y lo está haciendo de una manera global, sintiéndose vinculados a un proyecto que el Partido Socialista quiere desarrollar con el Partido Aragonés”.