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Periodismo y/o carroña Periodismo y/o carroña

Periodismo y/o carroña

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Cruz Aguilar

Hay muchas formas de hacer periodismo. Esta semana en Alcañiz han hablado de algunas, concretamente de la información local, la que da a conocer lo que pasa más cerca de nosotros. Aquella en el que nos vemos reflejados porque relata aspectos que atañen a nuestra vida o a la de la nuestro entorno más cercano. Incluye los sucesos, de los que también se hacen eco los grandes medios, pero se nutre sobre todo de proyectos, ilusiones y reivindicaciones que son las que labran –o es lo que se pretende- el futuro de todos. 

Luego está también el periodismo que sienta cátedra desde los grandes medios, que son capaces, con unas pocas líneas, de poner el foco en temas como la despoblación, de la que los medios locales llevamos décadas hablando pero con menos repercusión, para qué vamos a engañarnos. Y eso que ahora las redes nos igualan un poco más a todos y los reportajes que se hacen desde Teruel y Alcañiz se leen en China. 
Hay otro circo, mal llamado periodismo, que busca los detalles escabrosos de las vidas ajenas. Ese del que a nadie nos gustaría ser protagonistas pero que se alimenta de nuestros clicks y de los minutos que permanece en nuestras pantallas con la excusa de que estamos haciendo zapping o nos ha saltado.
Todas estas formas de comunicar, porque reitero que hay algunas que no se pueden llamar periodismo, existen porque los lectores, espectadores y seguidores de redes están detrás. Las audiencias y los ‘me gusta’ son los que mantienen en escena esos aspectos escabrosos de las vidas de famosos y no tan famosos. Esta semana de la muerte de Blanca Fernández Ochoa informaron los medios serios, esos que hacen un buen periodismo, otros se centraron en buscar los datos escabrosos.
El otro día contaba un compañero que las noticias en las webs de los medios amarillistas de España tienen una hora de tiempo para lograr un determinado número de visualizaciones. Si no lo logran, las retiran. Es muy fácil darle al enlace y luego calificar de hienas a los comunicadores que viven de la hipocresía humana. Esa carroña existe porque tú la ves, no te engañes.