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Un millar de personas celebran década y media de Sedeisken Un millar de personas celebran década y media de Sedeisken
El campamento de las culturas de la II Guerra Púnica fue el lugar más transitado por el numeroso público. Javier Tesán

Un millar de personas celebran década y media de Sedeisken

Azaila dedica la fiesta de recreación ibérica a las Guerras Púnicas del III a.C.
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Antes de ser destruido definitivamente en las Guerras Sertorianas –entre los años 75 y 69 a.C.–, el asentamiento ibérico de Azaila ya fue arrasado –sobre el 218 a.C.– durante la II Guerra Púnica. En recuerdo de este primer hecho bélico que anticipó el carácter guerrero de quienes habitaban el actual yacimiento arqueológico del Cabezo de Alcalá, la localidad del Bajo Martín dedicó este sábado su XV Jornada Íbera Sedeisken –nombre del poblado en la antigüedad– a este episodio con un gran campamento en el que participaron importantes grupos recreacionistas del país.

Un millar de personas visitaron el evento, que con el paso de los años se ha convertido en una cita obligada en el mes de septiembre, tanto para los interesados en la cultura íbera y la Historia en general como para curiosos que quieren pasar un día diferente en una localidad casi equidistante entre Zaragoza y Alcañiz. Los vecinos, íberos por un día, disfrutan vistiéndose con sus túnicas y sagums.

El objetivo de la jornada es “dar a conocer un poco más la cultura íbera, y divulgar y poner en valor el patrimonio ibérico”, explicó Eva Gil, de la Asociación Cultural Sedeisken que organiza la jornada junto al Ayuntamiento de Azaila.

Y por el número de visitantes, lo consiguen. “No cabe un alfiler. Meter a más de mil personas en un pueblo en el que de manera habitual estamos 50 o 60 personas es desbordante. Estamos muy satisfechos de la respuesta”, valoró. 

Gil es también la responsable del centro de interpretación del Cabezo de Alcalá y de mostrar al público el yacimiento, que el sábado registró visitas guiadas durante todo el día.

Celebración especial

Pero el atractivo principal estaba junto al polideportivo, donde se ubicó el campamento de las Guerras Púnicas, un enfrentamiento entre Roma y Cartago entre los años 264 y 146 a.C. que llegó a la península. “Se vieron implicados los íberos, que unas veces apoyaban a los cartagineses y otras a los romanos”, explicó Gil. La responsable detalló que hoy se conservan algunos restos de la época. “El yacimiento se empezó a habitar en el VIII a.C. –celtas–, a finales de la Edad del Bronce, y se extendió hasta el I a.C, con las Guerras Sertorianas. Hubo una ciudad de la época del ibérico pleno que, aunque se sabe muy poco de ella, parece que se destruyó en la II Guerra Púnica”, amplió.

De modo que una treintena de recreadores de grupos de prestigio como Ibercalafell –el más antiguo de esta época en España–, Evocati (Apri scipioni), Athenea Prómakhos y Antiqva Iberia representaron estas disputas en un espacio que, además de reconstrucción histórica, tuvo mucho de experimentación. En este sentido, la fragua íbera de David Castillo causó sensación entre los asistentes. El artesano imparte talleres durante todo el año en Azaila, una actividad de moda desde que se emite en televisión el programa Forjado a fuego. Castillo expuso una muestra de espadas, cuchillos, lanzas, útiles y herramientas realizadas por él mismo con técnicas de la época. 

El público pudo visitar una reconstrucción de un poblado ibérico en plena actividad, y ver a sus habitantes cocinando, construyendo, tejiendo sus cestos o atendiendo a la gran dama. 

También se pudo visitar un campamento militar, conocer las diferentes panoplias y armas, y presenciar el día a día de estos soldados sedetanos. 

O participar activamente haciendo adobes, entrenando el tiro con jabalina, realizando exvotos y vasijas de barro, moliendo cereales, confeccionando joyas o escribiendo en la casa rica. 

Homenaje a Fatás

La jornada sirvió también de homenaje al investigador, historiador, filólogo, escritor y exdirector de Heraldo de Aragón, Guillermo Fatás, que impartió una charla sobre el siglo y medio de arqueología aragonesa que ha deparado el Cabezo de Alcalá. No en vano, los principales restos arqueológicos fueron descubiertos entre 1868 y 1872 por Pablo Gil y Gil, y posteriormente estudiados por  Juan Cabré o Antonio Beltrán. 

También pudo verse un diorama de playmóbil con recreación del campamento romano que asedió la acrópolis hasta su destrucción. Como colofón, actuó Lugh Celta en el mercado de artesanía que tuvo lugar en la plaza.