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Andén 11 Café acoge la muestra ‘Arte y Salud Mental’ organizada por Asapme Andén 11 Café acoge la muestra ‘Arte y Salud Mental’ organizada por Asapme
Imagen panorámica de algunos de los cuadros de la exposición ‘Arte y salud mental’ organizada por Asapme

Andén 11 Café acoge la muestra ‘Arte y Salud Mental’ organizada por Asapme

La cafetería turolense expone piezas realizadas en los talleres terapéuticos de la asociación
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Del impresionismo al expresionismo cubista o surrealista, pasando por obras que recuerdan poderosamente a las vanguardias abstractas del último cuarto del siglo XX, y con paletas de colores que van desde lo apagado y las tierras ocres hasta los tonos brillantes de Kandinsy o el popart. Un recorrido bien amplio en solo diecisiete piezas, las que se forman parte de la exposición Arte y Salud Mental y que puede verse en el Andén 11 Café (Avenida Sanz Gadea 11), de la capital turolense. 

Se trata de 17 pinturas de formato pequeño y medio realizadas por los 21 alumnos del Taller de Pintura Terapéutica de la Asociación de Salud mental de Teruel (Asapme). La muestra no tiene fecha de clausura y los cuadros seguirán exponiéndose mientras queden piezas sin vender –la asociación cuenta con unos 30 originales–. Los cuadros tienen un precio de entre 20 y 30 euros la mayor parte de todos, y en el primer día de exposición ya se vendieron dos de ellos. Los fondos recaudados se dedicarán a comprar material y seguir financiado los talleres de Pintura Terapéutica, que dirige Ana Marzo desde hace nueve años, aunque se llevan realizando incluso desde antes. 

Acrílicos

La mayor parte de los lienzos son acrílicos, aunque también se trabaja algo con acuarela y, en el caso de uno de los autores que tiene más experiencia, pinta al óleo. “El acrílico es más oportuno en los talleres porque resultan más sencillos para las personas que menos experiencia tienen en pintura”, explica Ana Marzo, aunque el perfil de los participantes es muy diverso. Asapme organiza el taller con tras grupos de siete alumnos cada uno, que se reúne una hoy y media a la semana. Las edades de los participantes van de los 35 años a los 72; algunos llevan acudiendo desde hace una década cuando comenzaron a organizarse los talleres terapéuticos, mientras que otros se han incorporado hace apenas unos meses sin experiencia previa, y los grados de enfermedad mental también son muy diversos, “desde gente que lleva muchos años diagnosticada, con trastorno bipolar, trastornos de personalidad o esquizofrenia, hasta personas que han sido diagnosticadas hace muy poco”. 

El objetivo de los talleres es que “la gente pierda el miedo a manchar el lienzo. Al principio les cuesta empezar y normalmente empiezan copiando temas y cuadros ya hechos, y poco a poco voy intentando que utilicen los colores a su antojo, que aunque empiecen copiando algo terminen haciendo algo propio, que sea solo suyo y tenga algo de sí mismos, y también que pueda servirles como vehículo de expresión”.

Domina la abstracción

Según Ana Marzo, es habitual que los alumnos de los Talleres Terapéuticos de Pintura arranquen a través de la abstracción, “porque a los alumnos que no tienen nociones de dibujo les da la impresión que es más fácil pintar lo que les gusta a través de la abstracción. Cada alumno va eligiendo un estilo u otro en función de lo que más les gusta y de lo que más cómodo o sencillo les resulta al principio”, asegura Ana Marzo. “Aunque es verdad que los alumnos conceden especial importancia al valor estético del lienzo, al hecho de que la pintura pueda gustar a primera vista  a la gente, por encima de que sean capaces de expresar sus ideas a través de la pintura”. El resultado es una exposición tremendamente heterogénea y para todos los gustos y públicos. 

Las obras han sido realizadas en la mayor parte de los casos a lo largo de estos talleres que tienen lugar en las instalaciones de Asapme, aunque la asociación también organiza otro tipo de actividades o cursos. Según Marzo, “realizamos cursos esporádicos de uno o dos meses al año, con Fernando Torrent y Caterina Burgos, por ejemplo. Esas experiencias les vienen muy bien, no solo porque conocen otros maestros, con otros sistemas de enseñanza, sino porque también les permite sacar su afición del entorno de Asapme e integrarse más con el resto de la ciudad”. 

 

Poder terapéutico

Y es que lo que Ana Marzo no pone en duda es la capacidad terapéutica que tiene el arte en general y la pintura en particular para personas con enfermedad mental. Más allá de que este tipo de actividades tiene consecuencias positivas para cualquiera, “tiene un fin rehabilitador en el sentido de que les ayuda a quitarse bastantes miedos a la hora de expresarse”, asegura Ana Marzo. “También les ayuda muchísimo a mejorar sus relaciones interpersonales, porque aunque la pintura es una actividad individual, se preguntan, se relacionan y cuentan los problemas que tienen sin tener que hacer terapia de despacho. Pero sobre todo les da la posibilidad de descubrir que tienen una capacidad que no sabían que tenían, y que es una capacidad a la altura de cualquiera. Exponer en una sala o vender un cuadro es algo que no todo el mundo puede hacer”. 

Desde determinados ámbitos se sostiene que las personas con discapacidad o enfermedad metal tienen una mayor predisposición a pintar cuadros más expresivos, de mayor calidad o en algún sentido más capaces de calar en el público. La terapeuta Ana Marzo, por su parte, opina que “habrá personas que sí y personas que no, pero no creo que dependan de un gen o de una enfermedad. Cualquier personas puede tener una gran predisposición hacia la pintura y no creo que tenga que ver con eso. Lo que sí es verdad es que todos deberíamos probar a hacer muchas cosas diferentes para averiguar cómo se nos da y si somos capaces de aportar algo bueno y original. Seguramente muchos nos llevaríamos una sorpresa”.