Maribel S. Timoneda
El departamento de Educación del Gobierno de Aragón intentará busca “una solución consensuada y razonada” para que los alumnos del aula de Lledó, 36 en total, puedan utilizar de forma puntual el salón social del pueblo durante lo que queda de curso. El Ayuntamiento no autorizó el pasado mes de septiembre su utilización para otra cosa que no fueran las clases de Educación Física o Psicomotricidad, y siempre previa petición a la alguacila de las llaves, que debían devolvérsele en el día.
La decisión del consistorio cogió por sorpresa y causó malestar en una parte de la comunidad educativa. Algunos padres y madres no comparten la decisión del Ayuntamiento, por cuanto el local se ha venido utilizando -además de para la Educación Física- para distintas actividades en los últimos años en época de lluvia o de frío.
Las desavenencias entre el Ayuntamiento y la dirección del centro -el aula pertenece al Cra de Cretas- por el uso de la instalación la hizo pública la semana pasada una madre, que denunció que la nave -situada junto al colegio- no se prestaba “porque los niños ensucian”.
Pero esta afirmación fue rechazada por la alcaldesa. Teresa Crivillé declaró que “en una reunión mantenida con la dirección del CRA a principios de curso, les informamos de que permitiríamos el uso de las instalaciones para hacer Educación Física y Psicomotricidad para los días que lloviera; solo tenían que pedirle las llaves a la alguacila y devolvérselas. Incluso hablé con el profesor de Educación Física para saber cuándo necesitaba el salón, y nos dijo que él, salvo cuando llueva o haga mucho frío, prefiere hacer la clase en la pista exterior”, dijo.
El Ayuntamiento considera que el curso pasado se utilizó este local -el único que tienen los vecinos de Lledó para celebrar sus encuentros y actividades- para un uso que no era meramente escolar, es decir, para fines que van más allá de la práctica de la actividad física cuando no se puede hacer al aire libre. Hubo, “un mal uso y un abuso”, afirmó la alcaldesa, que ha hecho pública una carta en la que da explicaciones del posicionamiento municipal tras la polémica desatada la semana pasada.
La regidora se mostró molesta con la utilización del salón social para celebraciones que nada tenían que ver con la escuela. “Se les dio una confianza absoluta para que realizaran un uso escolar, pero se hicieron fiestas inadecuadas, no se cuidaron las instalaciones y se desatendieron temas de higiene, limpieza, calefacción y un largo etcétera”, añadió Crivillé.
Fuentes de Educación manifestaron que “se trabaja para dar respuesta” a la vez a las demandas de la comunidad educativa y del Ayuntamiento. Solo la alcaldesa confirmó que ha mantenido contacto con el departamento de Educación, desde donde le han indicado que “de manera inmediata se fijaría una reunión de mediación a la que asistiría el director provincial y dos personas más”. No obstante, Educación todavía no ha confirmado fecha de la visita.
Pocas explicaciones más por parte de la administración educativa a un asunto que tiene algo más de fondo que unas desavenencias entre el equipo directivo y el consistorio por un local.
Dos tercios de la población escolar de Lledó no está empadronada en el pueblo. Son 24 los alumnos que acuden a esta escuela, pero que residen en pueblos de alrededor (Valderrobres o Cretas, entre ellos). La minoría, alrededor de 12, están empadronados y viven allí.
En seis años, se ha multiplicado por 10 la población escolar (en 2013 sólo hubo tres alumnos en el aula de Lledó), así como las instalaciones que atender y los gastos que genera su uso, sin que eso se haya notado en el padrón municipal, que, según la alcaldesa, es de 162 habitantes.
El método de enseñanza aplicado en este aula es lo que ha atraído hasta Lledó a las familias que tienen su residencia en otros pueblos de la comarca. Pero por otro lado es un sistema que no convence a otra parte, minoritaria, de los padres y madres de alumnos. Estas discrepancias dentro de la comunidad escolar son vox pópuli en el pueblo y a ellas también se refirió, aunque de una forma muy escueta, la propia alcaldesa en su carta pública de tres páginas. Al final de la misma, Crivillé insta al departamento de Educación a abordar en el encuentro que mantenga no sólo los temas referentes al mantenimiento de las instalaciones, sino también a hablar del “nivel académico de nuestros niños”.
El departamento de Educación del Gobierno de Aragón intentará busca “una solución consensuada y razonada” para que los alumnos del aula de Lledó, 36 en total, puedan utilizar de forma puntual el salón social del pueblo durante lo que queda de curso. El Ayuntamiento no autorizó el pasado mes de septiembre su utilización para otra cosa que no fueran las clases de Educación Física o Psicomotricidad, y siempre previa petición a la alguacila de las llaves, que debían devolvérsele en el día.
La decisión del consistorio cogió por sorpresa y causó malestar en una parte de la comunidad educativa. Algunos padres y madres no comparten la decisión del Ayuntamiento, por cuanto el local se ha venido utilizando -además de para la Educación Física- para distintas actividades en los últimos años en época de lluvia o de frío.
Las desavenencias entre el Ayuntamiento y la dirección del centro -el aula pertenece al Cra de Cretas- por el uso de la instalación la hizo pública la semana pasada una madre, que denunció que la nave -situada junto al colegio- no se prestaba “porque los niños ensucian”.
Pero esta afirmación fue rechazada por la alcaldesa. Teresa Crivillé declaró que “en una reunión mantenida con la dirección del CRA a principios de curso, les informamos de que permitiríamos el uso de las instalaciones para hacer Educación Física y Psicomotricidad para los días que lloviera; solo tenían que pedirle las llaves a la alguacila y devolvérselas. Incluso hablé con el profesor de Educación Física para saber cuándo necesitaba el salón, y nos dijo que él, salvo cuando llueva o haga mucho frío, prefiere hacer la clase en la pista exterior”, dijo.
El Ayuntamiento considera que el curso pasado se utilizó este local -el único que tienen los vecinos de Lledó para celebrar sus encuentros y actividades- para un uso que no era meramente escolar, es decir, para fines que van más allá de la práctica de la actividad física cuando no se puede hacer al aire libre. Hubo, “un mal uso y un abuso”, afirmó la alcaldesa, que ha hecho pública una carta en la que da explicaciones del posicionamiento municipal tras la polémica desatada la semana pasada.
La regidora se mostró molesta con la utilización del salón social para celebraciones que nada tenían que ver con la escuela. “Se les dio una confianza absoluta para que realizaran un uso escolar, pero se hicieron fiestas inadecuadas, no se cuidaron las instalaciones y se desatendieron temas de higiene, limpieza, calefacción y un largo etcétera”, añadió Crivillé.
Fuentes de Educación manifestaron que “se trabaja para dar respuesta” a la vez a las demandas de la comunidad educativa y del Ayuntamiento. Solo la alcaldesa confirmó que ha mantenido contacto con el departamento de Educación, desde donde le han indicado que “de manera inmediata se fijaría una reunión de mediación a la que asistiría el director provincial y dos personas más”. No obstante, Educación todavía no ha confirmado fecha de la visita.
Pocas explicaciones más por parte de la administración educativa a un asunto que tiene algo más de fondo que unas desavenencias entre el equipo directivo y el consistorio por un local.
Dos tercios de la población escolar de Lledó no está empadronada en el pueblo. Son 24 los alumnos que acuden a esta escuela, pero que residen en pueblos de alrededor (Valderrobres o Cretas, entre ellos). La minoría, alrededor de 12, están empadronados y viven allí.
En seis años, se ha multiplicado por 10 la población escolar (en 2013 sólo hubo tres alumnos en el aula de Lledó), así como las instalaciones que atender y los gastos que genera su uso, sin que eso se haya notado en el padrón municipal, que, según la alcaldesa, es de 162 habitantes.
El método de enseñanza aplicado en este aula es lo que ha atraído hasta Lledó a las familias que tienen su residencia en otros pueblos de la comarca. Pero por otro lado es un sistema que no convence a otra parte, minoritaria, de los padres y madres de alumnos. Estas discrepancias dentro de la comunidad escolar son vox pópuli en el pueblo y a ellas también se refirió, aunque de una forma muy escueta, la propia alcaldesa en su carta pública de tres páginas. Al final de la misma, Crivillé insta al departamento de Educación a abordar en el encuentro que mantenga no sólo los temas referentes al mantenimiento de las instalaciones, sino también a hablar del “nivel académico de nuestros niños”.
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