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Javier Pérez, guarda del refugio Rabadá y Navarro, ascendió al Manaslu: “Javalambre es un lugar ideal para preparar las ascensiones a los grandes retos del Himalaya” Javier Pérez, guarda del refugio Rabadá y Navarro, ascendió al Manaslu: “Javalambre es un lugar ideal para preparar las ascensiones a los grandes retos del Himalaya”
Javier Pérez en uno de los campos de altura instalados durante la ascensión al Manaslu

Javier Pérez, guarda del refugio Rabadá y Navarro, ascendió al Manaslu: “Javalambre es un lugar ideal para preparar las ascensiones a los grandes retos del Himalaya”

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Ismael Ramón

Teruel

 

Javier Pérez completó uno de los grandes hitos del alpinismo turolense hoyando la cima del Manaslu, octava cima del planeta con sus 8.163 metros de altitud y situada en el macizo Mansiri Himal en Nepal, pico al que se ascendió por primera vez en la historia el 9 de mayo de 1956 por Toshia Imanishi y Gyalzen Norbu. El montañero de 47 años, natural de Valencia, aunque residente desde hace 18 en la provincia, formó parte de una expedición internacional y alcanzó el éxito a finales del mes de septiembre pasado en una de las últimas ventanas de buen tiempo antes del inicio del invierno. Era la primera vez en la que intentaba llegar a  la cumbre de uno de los catorce ochomiles de la tierra. “Toda mi preparación la realicé en los alrededores de Javalambre. La Sierra es un lugar cojonudo para entrenar y preparar estas ascensiones”, explica.

Hace 18 años que Javier Pérez llegó a Teruel para formar parte del equipo de monitores de la estación de esquí de Javalambre. Seis después empezó a desarrollar su labor como vigilante del Refugio Rabadá y Navarro, y observando el cielo de Teruel des un punto tan privilegiado comenzó a vislumbrar la posibilidad de ascender a una de las 14 cimas más altas del planeta.

Este verano lo intentó por primera vez formado parte de una expedición internacional: “Yo era el único español. Me junte con el resto que eran totalmente desconocidos para mí a través de una agencia”.

La aventura nepalí comenzó el 31 de agosto y en la noche del 26 al 27 de septiembre comenzó un ataque a cima que por momentos resultó muy complicado. “El día de cumbre hacía muy mal tiempo y prácticamente no había más posibilidades. Intentamos el asalto desde el campo 3, saltándonos el 4. Iniciamos la ascensión a 6.700 metros de altura con casi 1.500 por delante. Veinte horas después regresábamos nuevamente al campo 3 tras pisar la cima del Manaslu”, detalla.

El último capítulo de la aventura comenzó en torno a las ocho de la tarde, una hora bastante poco habitual, y a las 11 de la mañana la cumbre estaba en su poder, todo antes de iniciar de regreso al punto de partida. “Lo que hicimos no suele ser muy habitual, pero es que se anunciaba muy mal tiempo y venía mucha nieve”, expone.

 

Sin oxígeno

Javier trató de completar la aventura sin la ayuda de oxígeno. Esa era la idea, pero en la mochila llevaba una botella: “Como lo que estábamos intentando era una burrada cuando pasaba junto a mi sherpa por la cota de los 7.600 me empecé a encontrar con algunas molestias estomacales. Fue un momento muy complicado y tuve que recurrir a la ayuda del oxígeno durante unas tres horas. Me ayudó a recuperarme pero me lo tuve que quitar porque la mascarilla me empañaba la visión y tenía dificultades para avanzar”.

La alegría que supuso alcanzar el techo de la octava cumbre del Himalaya apenas se prolongó unos minutos, “fueron momentos de una felicidad plena”, asegura. Por delante todavía quedaba una bajada muy complicada donde incluso tuvo que pedir ayuda para poder alcanzar al campo 3. “Cuando descendíamos a la altura del campo cuatro me encontraba casi deshidratado por el cansancio y el esfuerzo que habíamos hecho. Allí se encontraban unos sherpas a los que solicité que me podían dar algo de agua para poder seguir descendiendo”, explica.

 

Última ventana

Para iniciar el ataque a cima aprovechó prácticamente la última ventana de buen tiempo y casi sin haber podido completar la aclimatación. “Hicimos menos de la que suele ser necesaria. Llegamos al campo 3 y nos lanzamos. De la expedición en la que iba fui el primero en intentarlo. Me lancé con mi sherpa y tiramos para arriba. Si hubiéramos tomado la decisión de esperar no se si lo hubiéramos conseguido. Era casi el último día y o arriesgabas o no subías. Un día antes que nosotros si que hubo gente que lo logró. Después nuestro creo que alguno también ascendió, pero creo también que tomamos la decisión acertada”, comenta.

 

Complicaciones

Si el final de la aventura se completó de forma feliz, los primeros días resultaron muy complicados. “Cayó mucha nieve en el campo base y esto nos perjudicó ya que llegamos a perder incluso alguna tienda”, dice.

Para Javier Pérez se trataba de su primera aproximación a una de las catorce cimas por encima de los 8.000 metros que existen en el planeta. Su experiencia previa más próxima a este tipo de aventuras había sido la ascensión al Muztagh Ata, segundo pico más alto de la cordillera Kunlun, justo en la frontera entre China y Pakistán, por detrás del Kongur. “Anteriormente había hecho otros picos. Entre ellos había subido al Muztagh Ata, una montaña de 7.546 metros. Llevo ya un tiempo haciendo expediciones en altura”, indica.

Normalmente los entendidos recomiendan iniciar la aventura por encima de los ocho mil metros de los grandes retos del Himalaya afrontando la subida al Cho Oyu, considerado como el menos complicado de los catorce grandes del planeta. Sin embargo Javier Pérez descartó esta posibilidad por los altos costes que supone en la actualidad afrontar esta fórmula de inicio. 

El Manaslu se ha cobrado a lo largo de su historia la vida de 65 personas.  “El Manaslu no está considerado como el pico más sencillo del Himalaya. Normalmente se suele comenzar a través del Cho Oyu, pero como consecuencia de este mismo motivo durante los últimos años los precios en esta montaña se han disparado. La ascensión me la he pagado yo sin ninguna ayuda y realmente he buscado el pico que económicamente me resultara más asequible”, comenta.

Lejos de pensar, de momento, en completar como otros montañeros los catorce ochomiles las miras del guarda del refugio Rabadá y Navarro en hacer frente a una segunda aventura de este estilo. “Me gustaría intentar otro pero antes tengo que ver algunas posibles opciones de patrocinadores que me ayuden”, resalta.

La base de la preparación para ascender al Manaslu la desarrolló en la propia Sierra de Javalambre, medio natural en el que Javier Pérez desarrolla su habitual vida laboral. 

“La sierra te ofrece un entrenamiento cojonudo para la fase de preparación. Previamente había corrido mucho por la zona Trabajas en altura y hace frío. Además puedes probar el material”, concluye Javier Pérez.