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El jueves lardero llevó la longaniza y el Choricer a masicos y ermitas El jueves lardero llevó la longaniza y el Choricer a masicos y ermitas
Una familia mostraba a mediodía de ayer las pancetas, las longanizas y los chorizos que se iban a comer poco después. M. N.

El jueves lardero llevó la longaniza y el Choricer a masicos y ermitas

El Bajo Aragón disfrutó con buen tiempo de esta tradición previa a la Cuaresma
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“Jueves lardero, longaniza en el puchero”, reza un dicho que ayer fue honrado por los vecinos de Alcañiz y otras localidades del Bajo Aragón que salieron a masicos y merenderos para disfrutar del Choricer, una tradicional jornada de convivencia con la carne como hilo conductor. 

El entorno de la ermita de Pueyos fue el lugar elegido por decenas de cuadrillas, como la docena de integrantes de la Peña Demencia de Alcañiz que por segundo año eligieron la barbacoa bajo el santuario para dar buena cuenta de chorizo, panceta y salchichas. “Es un buen espacio porque hay brasa para asar e interactúas con otros grupos que vienen”, explicó Sofía Ramos. La cuadrilla, exclusivamente femenina, llegó a mediodía con intención de continuar la fiesta hasta el atardecer. 

La familia de Elena Clavería, también con una docena de componentes, acudió temprano al mismo lugar para preparar un menú compuesto de tortillas, ensaladas, longaniza y otros derivados del cerdo que, como manda la tradición, hay que degustar antes de Cuaresma.

“Celebramos el Choricer cada año. Otras veces lo hacíamos en casa, pero aquí es mejor, al aire libre y con la mesica”, prosiguió Clavería. El día, soleado y con alrededor de 20 grados de temperatura, acompañó para el esparcimiento.

Para el joven David Moral, ayer era el primer jueves lardero entre amigos, ya que hasta ahora lo celebraba en familia. “Me he independizado para pasarlo de otra manera”, decía entre risas. No usaban la barbacoa porque ya llevaban preparado el bocadillo de casa, acompañado por patatas fritas y refrescos. También llevaban música para ambientar. 

Los alcañizanos dejaron prácticamente desierto el casco urbano a la hora de comer. Antiguamente toda la gente comía junto a Pueyos y Santa Bárbara, pero hoy la mayor parte de la sociedad prefiere ir a las casetas de huerta para comer las tradicionales bolletas –panes preñados con un chorizo–, o las más recientes paellas, fideuás e incluso calçots.

‘Lardarius’

Lardero viene de lardarius, que en latín significa tocinero. Y es que el Choricer, o jueves lardero (tocinero), era el momento en que, desde tiempos del Medievo, los católicos aprovechaban para ponerse tibios de productos del cerdo ante la abstinencia que se les venía encima por Cuaresma. Hoy en día los que no comen carne durante esos 40 días son una minoría, tal vez alguno no lo haga los viernes, pero la fiesta se sigue respetando y acaba el lunes de Pascua con otra tradición: comerse la Rosqueta.

La comunidad educativa guarda fiesta completa este día desde hace varios años , y los comercios que bajan la persiana a mediodía ya no la abren por la tarde. Incluso la mayoría de bares echa el cerrojo, aunque algunos vuelven a abrir de noche. 

Las panaderías y carnicerías duplican las ventas. El producto estrella son las ristras de chorizos y longanizas, así como el chorizo de vinagre tradicional (con canela, pimienta, sal y ajo hervido con vinagre), un alimento que se ha perdido para el consumo diario pero que se recupera de buena gana para el Choricer. La panceta tampoco falta. En cuanto al pan, lo más clásico es la bolleta.

El Choricer despierta en el Bajo Aragón el cosquilleo de los tambores. Es el último jueves antes del miércoles de ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma y también el despertar de la percusión.