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Guillermo Ortiz Ibáñez, escritor y periodista: “En Madrid la España vaciada no es un problema para nadie, no se concibe, no existe” Guillermo Ortiz Ibáñez, escritor y periodista: “En Madrid la España vaciada no es un problema para nadie, no se concibe, no existe”
Guillermo Ortiz Ibáñez es el autor de ‘Camino del peirón’

Guillermo Ortiz Ibáñez, escritor y periodista: “En Madrid la España vaciada no es un problema para nadie, no se concibe, no existe”

El autor de ‘Camino del peirón’ se afincó en Bronchales para escribir su última novela, ambientada en la Sierra de Albarracín
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Guillermo Ortiz Ibáñez (Madrid, 1993) es periodista y, aunque sostiene que en la capital del Estado o el resto de grandes ciudades “el problema de la despoblación no existe, porque no se percibe”, él mismo ha asumido un compromiso  con la España interior fruto, sobre todo, de las lecturas de Viaje por España de Gautier, La España Vacía de Sergio del Molino y La lluvia amarilla de Julio Llamazares, junto con las visitas a Yebra (Guadalajara), localidad natal de una de sus abuelas. Fruto de este compromiso es Camino del peirón, su segunda novela, que Ortiz ambienta en un pueblo de la Sierra de Albarracín. adonde se afincó durante el proceso de escritura de la misma. Un pueblo que podría ser un compendio de todos los pueblos de la sierra o de todos los pueblos de la España interior. 

-¿Cuál fue el proceso de concepción de ‘Camino del peirón’? ¿Se afincó en la provincia del Teruel sin tener ningún lazo con ella?

-Sí, así es. Hace año y medio no tenía absolutamente ninguna relación con Teruel. Simplemente me había atraído en su momento por la idea de una provincia desconocida para mí. Decidí marchar a un pueblo de la Sierra de Albarracín, el que fuera. Como las posibilidades de alquilar una casa por allí son limitadas recaí en Bronchales. Estuve trabajando al tiempo en el restaurante El Batán de Tramacastilla y, una vez ahorrado un dinerillo, volqué todo mi tiempo libre a la constitución de esta novela. Allí, mañana a mañana y tarde a tarde, recorrí toda la comarca de la Sierra de Albarracín al completo. Hice miles de kilómetros. Hablé con sus gentes, sus pocas gentes, me documenté y empapé de su sabiduría. Y pasé una experiencia inenarrable desde el punto de vista teórico: o lo vives o difícilmente la palabra hará honor al existencialismo que conlleva. Comprendí las dificultades en cuanto a servicios y quedé maravillado con sus paisajes, colores y olores. He de señalar que fueron de gran ayuda mis ya amigos del bar Fuertes de Bronchales y su vecino Marcelino Dobón; igualmente Pedro, de Villar de Cobo, dedicó parte de su tiempo en hacerme comprender una realidad ignorada por mí. Fui recogiendo notas y escribiendo mi propio diario de viaje. Textos sueltos que me sirvieron para conformar el esqueleto de la novela y desarrollar la idea de la misma en mi cabeza.

-¿Qué historia cuenta ‘Camino del peirón’?

-Camino del peirón es una novela que pretende hacer una analogía entre la crisis existencial de una mujer madura con depresión y la propia depresión que vive su tierra. Tremedal Dobón, su protagonista decide regresar a su pueblo donde nació sin saber muy bien el porqué; es más, se trata de una recomendación profesional; su psicóloga, Alicia, a modo de tratamiento definitivo, le recomienda marchar para su pueblo, donde no ha estado desde la fatídica, inesperada y curiosa muerte de su madre. Sin embargo, ella es consciente de que, en realidad, no retorna a sus raíces desde que allá por los setenta dejara su pueblo para incorporarse a la vida urbana de Madrid. El día que partió siendo una moza de diecisiete años dejó tras de sí un vínculo sanguíneo y emocional fuerte, tirante y posesivo: sus padres, las montañas, la sierra de Albarracín, su ser…

-¿Qué clase de persona es Tremedal, la protagonista?

- Tremedal Dobón es una cincuentona que las ha visto de todos los colores. Vive junto a su marido, Germán, y su hijo, Daniel, en un humilde barrio madrileño. Y de la nada, aterrizada sin previo aviso ni delicadeza, aparece una depresión que la carcome, sin que ella pueda encontrar una explicación a tal melancolía. Alicia, su psicóloga, le incita tras muchas sesiones y sin tener claro si surtirá efecto a volver a sus raíces y contarle en un diario sus vivencias y visiones, sus pensamientos y maneras de contemplar el pasado, presente y futuro. En el pueblo le espera un padre nonagenario cosido a puñaladas vitales. Es un tipo cabreado con la vida, es un amargado viudo, y un talludo achacoso que no comprende el paso de los tiempos y el final de unos modos de vida que ya solo él practica y entiende. El Mediaoreja , que es su mote, ahuyenta los males de su hija a base de toscos golpazos morales e incluso éticos. Una de las cosas que sorprenden a Tremedal es la sabiduría del padre, un conocimiento rural y versado.

-¿Contempla un final feliz? ¿Edificante? ¿Moralizante?

- Tremedal anota en su diario las diferentes vicisitudes a las que se enfrenta. Se percata de que su realidad es la del pueblo: un espacio kilométrico de despoblación y pesimismo. Tras unos meses despeja la mente y comprende su esencia, su ontológica comprensión de lo que la hace, y desde una visión poco optimista condena a la comarca al ostracismo. Regresa a Madrid y con ella el padre. Ella lo hace por verse recuperada, él por ver al nieto y pasar las Navidades junto a la familia. No obstante, pasados los pertinentes días todo se consagra en fatal normalidad: Tremedal Dobón se incorpora a la rutina y el padre marcha solo, que no solitario, en un autobús incomodo, hacia su tierra, la que algún día morderá…

-¿Qué motivos llevaron a Tremedal a abandonar su pueblo natal? ¿Y a regresar? Me refiero no a los motivos aparentes, sino a los auténticos.

-Tremedal abandona su pueblo por el mismo motivo que lo hicieron miles de personas durante los años 60 y 70: una supuesta auto convicción de progreso y futuro al albur de las grandes ciudades. Esta es una causa que explica muy bien Sergio del Molina en La España Vacía, se trata de la construcción, por parte del régimen franquista, de una sociedad urbanita; denostando hasta la saciedad el mundo rural como algo sencillamente miserable. Fue, por así decirlo, el triunfo de los tecnócratas del Opus Dei frente al labriego de tierra en las uñas y lomo hincado de sol a sol. Y regresa por añoranza. Porque su depresión, en parte, está motivada por un anhelo irrefrenable. Y por su padre, claro está. 

-¿Por qué eligió el formato de diario para escribir la historia?

-No hay un motivo especial. Simplemente surgió. Se me ocurrió que sería una forma amena de contar un problema importante, de enganchar al lector y arrastrarlo hacia una cuestión trascendental de la España actual, pero sin que éste prácticamente se diera cuenta de ello. Además, la brevedad del diario resulta siempre agradable y, por lo menos en mi caso, invita siempre a continuar leyendo. 

-Tiene algo de diario y tiene algo de epístola, porque los textos de Tremedal se dirigen a su psicóloga, Alicia ¿no es así?

-Por delimitar y ser honestos conmigo mismo y con el lector, no puedo integrar mi novela dentro del género epistolar. Es, sencillamente, un diario. Enviado como bien dices a su psicóloga. Alicia tiene un papel fundamental en la narración. Se trata del mejor receptor que pudiera tener Tremedal. He pretendido, y espero haberlo conseguido, que cada lector se sienta Alicia; que cada uno de estos receptores sientan como suyo el mensaje y, a posteriori, el compromiso tanto con Tremedal como con sus circunstancias. 

-¿En qué pueblo se inspira la novela? 

-En ninguno exactamente. El pueblo, que nunca es nombrado, es un compendio de todos los que visité. Quise dejar huella de cada uno de ellos. Pero, sin duda alguna, el que más marca la narración en cuanto a ciertos paisajes o costumbres es Bronchales. 

-¿La historia y los conceptos que trata podrían trasladarse a cualquier otro pueblo, cualquier otra sierra o incluso cualquier otra Comunidad Autónoma de la España interior? ¿El libro tiene vocación generalista en este sentido?

-Probablemente sí. Es difícil hacer similitudes, pero sí que es cierto que hay ciertos puntos que aúnan cuestiones comunes. Lo que yo conozco es sobre todo Castilla y, efectivamente, he podido comprobar que algunos fenómenos  podrían observarse en ambos territorios. 

-¿Intenta analizar, describir o diagnosticar el fenómeno de la despoblación? ¿Tratas de aportar soluciones de algún modo, aunque sea a través de las acciones de tus personajes?

-En este sentido soy un mero espectador. Un cotilla resabiado, pero cotilla. Tengo, obviamente, mis propias conclusiones, pero no estoy en condiciones de sermonear. En mi opinión, la despoblación únicamente puede revertirse, con tiento y tiempo, con trabajo y tierra. El trabajo atrae a la gente. Las empresas crean trabajo. Los impuestos bajos imantan a las empresas… Un círculo vicioso completo y obscenamente salvador. Siempre he creído que un estatus fiscal semejante o mejorado con respecto al canario beneficiaría sobremanera la inversión en estos territorios. ¿De qué sirve tener más servicios o competencias si no hay población?

-¿Cómo se ve el problema de la despoblación desde fuera? ¿Realmente se percibe como un problema en Madrid?

-En Madrid no es un problema. En Madrid, simplemente, no se concibe, no existe. Ni siquiera en la Moncloa. Vivimos enlatados y con un problema serio de vivienda, no por el precio de las casas sino por la alta oferta y demanda que ha creado la masificación de Madrid. Y sin embargo parece una completa locura desplazarse hacia otras provincias. Lo cierto es que al dejar atrás las últimas circunvalaciones que delimitan la megalópolis uno se adentra en un desierto demográfico devastador. Y estoy hablando incluso dentro de la propia Comunidad de Madrid.

-¿Habrá algún tipo de acto o presentación del libro en la provincia de Teruel?

-Me hubiera encantado pero no ha surgido la oportunidad. Desde luego yo estoy dispuesto si cualquier organización, asociación, institución o plataforma como Teruel Existe tiene interés en realizar una presentación o un coloquio sobre un tema tan importante. 

De la abogacía a la literatura, pasando por el periodismo

Camino del Peirón es el segundo libro publicado por Guillermo Ortiz, después de Sursuncorda, que narra la vida de un hombre condicionada por una semiceguera, desde su nacimiento en 1929 hasta su vejez, a través de un viaje temporal y real hacia un lugar al que le acompaña el interlocutor de su historia. Nacido en Madrid el 22 de enero de 1993, Ortiz estudió derecho aunque volcó toda su formación posterior en el periodismo, habiendo hecho prácticas en La Razón y Onda Cero. Es cofundador del magazine cultural digital Le Miau Noir y actualmente oposita para el cuerpo facultativo de archivos y bibliotecas, aunque su auténtica pasión y vocación es la literatura, tanto para leer como para escribir. Entre sus autores preferidos destaca Baroja y la novela española de los años 20 y 30 de la Generación del 50, sin descuidar la contemporánea, el ensayo político e histórico y la literatura de viajes.