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Reseteo mental Reseteo mental

Reseteo mental

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Cruz Aguilar

Cada mañana me despierto como si fuera un mal sueño, como si esto no me estuviera ocurriendo a mí, a mi familia, a mis amigos. Las desgracias siempre pasan lejos. Desde nuestro sofá nos parece que los que huyen de la guerra siempre han huido de la guerra, siempre han estado mendigando comida caliente o luchando por una ducha, ya no digo ni caliente. Ahora somos nosotros los que recorremos todos los pasillos del supermercado para comprobar que hay de todo. Confirmar que la estantería de esos productos que nunca compraríamos está llena nos da tranquilidad. Pasamos dos veces por el hueco del papel higiénico, por si lo han repuesto y puedo llevarme otro paquete a casa. Tengo 3, me duran hasta finales de agosto, pero mis esquemas mentales serían más nítidos si pudiera hacerme con otro. El por si acaso. Ahora entendemos mejor a nuestra abuela, que tenía la despensa con macarrones para dar de comer a todo el pueblo aunque en casa vivieran dos, pero eran dos que vivieron la guerra. 
Cada noche salimos a la ventana a compartir 5 minutos con unos vecinos a los que nunca hems puesto cara. Ahora nos comunicamos con aplausos, algún grito de ánimo y las luces intermitentes que indican que en mi ventana hay mucha vida por descubrir y el virus solo será un tropezón. En unos días, que alarga el día les pondremos cara y, supongo, a nuestros signos de comunicación se sumará una sonrisa. Cuando acabe todo esto saludaremos a más personas por la calle, esto afianzará las relaciones sociales de los que vivimos en la ciudad ajenos a los que nos rodean. 
En casa las horas van pasando entre risas y gritos. El tiempo cunde menos, aunque parezca mentira. Por las noches tengo esa sensación de cansancio que me entraba cuando, antes de tener hijas, pasaba algunos días entre el sofá y la mesa, leyendo, viendo pelis y perdiendo el tiempo.
El coronavirus es un reset a nuestros esquemas mentales. Nos servirá para arrancar con fuerza y poner valor lo que, por abundancia y dejadez, ya n lo tenía. Es a su vez una advertencia de que los sirios no son tan diferentes a nosotros. Ahora sabemos que los pilares sobre los que se asienta nuestra sociedad también pueden tener aluminosis.