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¡Que no pare la música!: los centros de estudios de la provincia improvisan para seguir ofreciendo sus clases ¡Que no pare la música!: los centros de estudios de la provincia improvisan para seguir ofreciendo sus clases
Tres alumnos de percusión durante una clase por videoconferencia de Luis manel Cuartero, profesor del Conservatorio José Peris Lacasa de Alcañiz

¡Que no pare la música!: los centros de estudios de la provincia improvisan para seguir ofreciendo sus clases

La formación no se detiene por el coronavirus
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Ya hay voces críticas contra el papel que la educación musical y plástica tendrá en la nueva Ley Celáa –la octava en materia de Educación que llevamos en España desde que regresó la democracia– que se implantará previsiblemente a partir del curso que viene, aunque no es fácil que sus currículos puedan adelgazarse más de lo que ya lo hizo en 2013 el ministro Wert, para quien música, dibujo o filosofía eran “asignaturas que distraen”. 

Pero ahora que vienen mal dadas y que la población se enfrenta a una crisis inédita y de incierto final, “los políticos piden a los niños que dibujen arcoiris en las ventanas y que suene la música en los balcones para que la moral de la gente se mantenga alta. Espero que todo esto sirva para que se vea la enorme contradicción en la que caemos”.

Lo dice Eduardo García Vázquez, director del Conservatorio José Peris Lacasa de Alcañiz, que como muchos de los profesores de música de la provincia se está convirtiendo en youtuber y experto en telecomunicaciones para que las clases no se detengan. “Esta es una situación indeseada que todos queremos que pase cuanto antes, pero mientras no suceda tenemos que ingeniárnoslas como sea”, asegura. 

En los conservatorios y escuelas de música de la provincia se han puesto en marcha una serie de clases virtuales a través de videoconferencia o de intercambio de vídeos que, por el momento, está paliando la suspensión de las sesiones presenciales. “Intentamos mantener incluso los mismos horarios”, explica García Vázquez. “Aunque los alumnos más jóvenes no son autónomos y dependen de sus padres, así que tratamos de amoldarnos a los horarios que cada familia puede hacer para conciliar”. 

Esto tiene ventajas y desventajas. Entre las segundas están que los profesores de música han dejado de tener horario y extienden su actividad durante todo el día. Lo mismo charlan con un alumno mientras cocinan que aprovechan un pequeño tiempo muerto para visionar un vídeo que les ha llegado por Whatsapp,  o contestar con otro para hacer las correcciones oportunas. 

Según Ignacio Navarrete, director del Conservatorio de Música de Teruel, “mantener las clases a través de videollamadas o aplicaciones como Google Classroom está siendo más o menos asumible para los pfpresores de instrumento, que ya tenían clases individualizadas antes de eso. Pero los profesores  que imparten materias grupales como solfeo o armonía están teniendo una mayor carga de trabajo porque tienen que preparar abundante material e individualizar su tarea”.

Entre las ventajas, está que muchas familias se han visto obligadas a asumir una implicación que antes, en algunos casos, no tenían. Antonio Civera, director de la Escuela de Música de Teruel, explica que “la vida es muy liada para todos, y había padres y madres que apenas podían traer y llevarse a los chicos de la Escuela y poco más. Ahora tienen que grabarles, o les oyen tocar en casa, y se están dando cuenta de lo que saben hacer, y de lo que están aprendiendo”. 

Incluso en algunos centros se observa que, gracias a cierto efecto eufórico –o quizá por la disponibilidad de tiempo–, muchos alumnos están mejorando a mayor ritmo. “Hay alumnos a quienes les pido un vídeo y me envían veinte, y que están tocando muchas más horas”, cuenta Civera. Según García Vázquez, los estudiantes suplen con imaginación y esfuerzo la falta de contacto con el profesor. “La novedad hace que muchos se lo estén tomando más en serio incluso que antes. Alumnos de percusión, por ejemplo, que no tienen xilófono o timbales, los están improvisando con tablas o cojines para poder enviarnos los ejercicios que les proponemos”.

Eduardo García cree que el nivel de esta última parte del curso necesariamente se resentirá, aunque espera “que no de forma muy grave”, mientras que Navarrete esperará alguna semana más para pulsar la opinión de los profesores, aunque de entrada “creo que los alumnos no tienen por qué acusar demasiado el cambio”.  En cualquier caso, Antonio Civera puntualiza que “si esto hubiera ocurrido en octubre sería un desastre, porque al principio de curso es imprescindible que estés con los chicos para muchas cosas pero ahora, con una programación ya iniciada, siempre es más fácil”. 

Sistemas improvisados

Civera, Navarrete y García coinciden que la enorme mayoría de los profesores están satisfecho con el transcurso de los primeros días de teleformación. En el caso del Conservatorio de Teruel incluso se ha pasado una primera encuesta a los profesores “y todos han sabido echar mano de uno u otro sistema para mantener las clases”. 

El problema es que, en el caso de los Conservatorios que dependen del Gobierno de Aragón, desde el Departamento de Educación se les ha encargado que garanticen que el alumnado sigue estando atendido, pero no existe un protocolo, un sistema unificado de actuación ni una infraestructura del propio centro para educar a distancia. Al final cada profesor depende de los medios tecnológicos que tiene en su casa y que sabe manejar. “Whatsapp es el producto estrella para intercambiar audios, vídeos y tareas, pero cada cual está apañándose como puede, teniendo en cuenta que a todos nos ha pillado esto por sorpresa”, dice Navarrete.

García, director del Conservatorio de Alcañiz, coincide en que los profesores se están reciclando lo mejor posible “para hacernos expertos en organización de videoclases grupales. No sabemos bien cuánto durará, pero de momento asumimos que nuestro papel es seguir formando al alumno lo mejor posible”. Su centro está seleccionado como Centro Innovador del Goberno de Aragón, aunque gracias a proyectos como la Orquesta Sinfónica, los intercambios internacionales o los conciertos didácticos que produce, que nada tenían que ver con la educación a distancia. 

En la Escuela Municipal de Música de Teruel también se están adaptando a una realidad inimaginable hace solo tres semanas  –por más que ahora surjan profetas debajo de las piedras que veían venir esto desde enero–, aunque el centro ya tenía cierta experiencia en la teleformación. Desde hace tres años se trabaja con aulavirtual musica.com, una plataforma privada a través de la cual sus alumnos de solfeo y otras materias ya tenían soporte desde sus casas. En cuanto a las clases de instrumento, cada profesor mantiene el contacto con sus alumnos a través de las herramientas informáticas, y en cada caso se establece un mecanismo y un horario personalizado. “La primera semana fue muy difícil organizarse, pero ahora ya están hechos todos los grupos y la gente ya sabe manejar los programas necesarios, y ya va todo mucho más ágil”. Los cursos de iniciación y enfocados a los más pequeños plantean más problemas, “porque requieren de más actividad y contacto con el profesor. Pero se envían fichas, actividades, cuentos musicales y se intercambian grabaciones para que siga habiendo actividad”. 

Una oportunidad

“Lo que está ocurriendo es un drama inimaginable, con miles de muertos y un confinamiento que parece de película”, explica Civera, “pero si queremos podremos aprender algo de todo eso”. Su jornada, como la de que casi todos los profesores durante estos días, es interminable, “porque tienes que amoldarte a cada familia, que tiene que conciliar y a la que no le puedes imponer un horario estricto para hacer una videoclase o que te envíe un ejercicio grabado”. “Sin embargo”, continúa el trompetista turolense, “todas las tardes juego al parchís con mi familia un rato, y ese rato se respeta. No sé cuantos años hacía que no hacíamos eso”. 

Navarrete confía además en que esto, que se tiene que solucionar desde todos los ámbitos de la sociedad, contribuya a demostrar que también las humanidades, la música, el cine, el teatro  y la literatura son imprescindibles para el ser humano, y Eduardo García, su homónimo en Alcañiz, espera que se ponga de manifiesto la contradicción que existe entre los itinerarios curriculares educativos y las necesidades reales de la gente. Que la música no solo está ahí para bailar sobre un balcón en tiempos de pandemia.