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La empresa Rams de Mazaleón usó toda su tela de camisería para hacer mascarillas antes de cerrar La empresa Rams de Mazaleón usó toda su tela de camisería para hacer mascarillas antes de cerrar
Un trabajador prepara la tela, antes de pasar a su fabricación industrializada

La empresa Rams de Mazaleón usó toda su tela de camisería para hacer mascarillas antes de cerrar

Logró hacer 2.500 unidades
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La empresa Confección textil Rams de Mazaleón cerró sus puertas el viernes de la semana pasada de forma temporal al quedarse sin suministros y pedidos como consecuencia de la crisis del Covid-19. Pero sus últimos días de trabajo este mes de marzo fueron intensos en emoción e ilusión, ante el reto que las propias trabajadoras plantearon a la empresa: fabricar mascarillas ante la escasez que había en el mercado. Durante varios días se dedicaron en cuerpo y alma en este taller de la comarca del Matarraña a fabricar las mascarillas más finas que hay ahora en el mercado, hechas con telas de algodón del Nilo.

La empresa de confección dedicó toda la camisería que tenía en stock en el almacén y los 50 metros de las sábanas de algodón del ajuar de la madre de Toni Rams, responsable de la compañía. El resto, el diseño y las horas de trabajo, lo pusieron las trabajadoras de la planta, a las que el empresario atribuye todo el mérito de esta altruista iniciativa: “ellas fueron las que lo quisieron hacer y las que pusieron todo su esfuerzo. Nosotros solo pusimos los medios y el material”, declaró.

Una llamada al hospital de Alcañiz convenció a la plantilla de mujeres de la necesidad  que hay de material de protección y seguridad en los centros sanitarios. “Nos planteamos el reto de hacer 1.000 mascarillas para el hospital”, explicó Toni Rams. Pero al final resultó que acabaron fabricando no 1.000 sino 2.500 mascarillas, que ya se han repartido a profesionales sanitarios del hospital de Alcañiz, a los agentes del puesto de la Guardia Civil de Calaceite y al personal de la residencia.

Todo empezó con la lógica preocupación de las trabajadoras. Madres, hijas y con responsabilidades familiares en casa, las empleadas de esta empresa de confección textil de Mazaleón propusieron a su jefe la fabricación de mascarillas protectoras, a la vista de que “por un lado aumentaban las restricciones y se sabía que faltaba material y había una enorme escasez en todas partes de este tipo de material”, relató Rams.

Y todo siguió un orden: “hay una enfermera en el pueblo y le preguntamos si podíamos ayudar, alguien conocía a una trabajadora del hospital de Alcañiz, le preguntó qué les hacía falta y se nos propuso la fabricación de 1.000 mascarillas para los sanitarios”. Ese fue el objetivo inicial y todo el equipo se puso manos a la obra.

El patrón

Lo primero fue contactar con los diseñadores con los que trabaja la marca para conseguir algún patrón. Toni Rams habló con su diseñador de Navarra y éste, en unas horas, tuvo un primer patrón listo para fabricar. El modelo ha sido colgado en internet para que cualquiera pueda utilizarlo desde cualquier parte del mundo. 

El patrón sigue el modelo de las mascarillas quirúrgicas, que cubren “bastante la cara” para evitar que el personal que las utiliza se la toque y pueda contaminarse. Las mascarillas llevan dos capas de algodón y están hechas con toda la ropa de camisería que tenía disponible la fábrica la semana pasada.

La fabricación industrializada fue más complicada de lo deseable. El jueves pasado a las siete de la mañana, en las instalaciones de la empresa textil estaba el patrón listo para su industrialización, pero llevarla a cabo costó un poco más de lo que se esperaban. No en vano, esta empresa textil se dedica a la sastrería. Su especialización son los trajes de ceremonia y ninguna máquina de la nave es específica para la fabricación en serie de mascarillas de protección o de cualquier otro tipo de pieza destinada al sector sanitario. “Hicimos varias pruebas y cada una de las trabajadoras fue planteando distintas ideas. El viernes pasado a las 12 de la mañana paramos toda la producción propia y nos pusimos a hacer mascarillas, pero al final del día sólo teníamos 200”, recordó Rams.

El ánimo no decayó. “Las trabajadoras quisieron quedar el sábado en la fábrica para terminar el pedido, y vinieron desde Gandesa y Batea (Tarragona), de Calaceite, de Maella, de Valdealgorfa a propósito para terminar el trabajo”, elogió el empresario. Fueron el sábado y volvieron el lunes y el martes pasado. “El miércoles ya teníamos todo el lote completo, que se ha repartido entre el hospital de Alcañiz, la Policía Local, el puesto de la Guardia Civil y la residencia de Calaceite, es decir, en lugares donde nos han dicho que son muy necesarias”, detalló Toni Rams.

A Confección textil Rams llegó a llamar una multinacional solicitando la fabricación de 10.000 batas de quirófano, pero “ese no es nuestro sector, no tenemos el patrón, ni material, ni conocimientos ni maquinaria específica”, enfatizó. “Para colaborar, lo que haga falta, pero no estamos preparados para cambiar la fabricación así como así, porque nuestra maquinaria está preparada para sastrería, no para hacer batas”, indicó Toni Rams, a quien el parón económico provocado por la pandemia le ha obligado a presentar un ERTE de toda la plantilla, tanto la que se encuentra en Mazaleón como la que de otras provincias del país.

Un metro, tres mascarillas

Las mascarillas están hechas de tela de algodón egipcio. El mejor algodón del mundo procede “del valle del Nilo y de Perú, y nosotros, por proximidad, lo compramos en Egipto”. Todo el tejido de sus trajes de ceremonia se fabrica a partir de esta materia prima, que proveen empresas italianas, también cerradas en este momento como consecuencia de la crisis sanitaria que sufre el país alpino. Precisamente la falta de suministro de material que empezó a sufrir la empresa la semana pasada, unido al cierre de muchas tiendas en Madrid y la suspensión de pedidos es lo que llevó a la fábrica a parar máquinas.

Las mascarillas repartidas por toda la zona son “blancas, azules, a cuadros, de todos los tejidos de camisería que teníamos”, metros y metros de tela que han dado al final para la fabricación de 2.500 unidades, más del doble de lo que se había planeado 

“Habíamos previsto hacer 1.000, pero decidimos ampliar un poco más la producción y al final acabamos haciendo una talla pequeña para niños, una mediana muy apta para mujeres y una  grande que hemos destinado al hospital”, resumió Rams. De cada metro de tela utilizado se han fabricado tres mascarillas, según calculó el empresario. No en vano, cada una de las piezas tiene doble tela y están hecha con fuelles para tapar al máximo el rostro de quienes la utilicen, con cintas del albiés que, además “aporta una cierta elasticidad a la pieza y conseguir el efecto muelle, lo que garantiza una sujeción completa al rostro”.

La crisis por Covid-19, en plena temporada alta

La crisis sanitaria que estamos viviendo en todo el mundo ha pillado a la empresa de confección textil turolense en plena temporada alta. Ahora mismo estaban preparando la colección de ceremonia de 2021 y se encontraban en plena fabricación de los primeros pedidos en firme de 2020: bodas, bautizos, comuniones y todo tipo de ceremonias. Dos o tres meses por delante de trabajo intenso que ha quedado reducido a la nada.

A principios de marzo fue cuando Rams se planteó seriamente la posibilidad de cerrar. “Aunque seguían llegándonos camiones con suministros, empezamos a darnos cuenta de que cada vez llegaban menos y empezó a faltarnos material para poder trabajar bien”, relató. El día 13 de marzo, un día antes de la declaración del estado de alarma, “ya no recibimos ningún pedido, porque muchas tiendas habían decidido cerrar”. Muchos de sus clientes se encuentran en Madrid, donde se ha dado el principal foco de la infección. “La gente estaba asustada y los responsables de las tiendas decidieron echar el cierre”, una clausura que quedó completamente legitimada el sábado con la declaración del estado de alarma de forma oficial.

La fabricación de un traje de ceremonia suele costar entre 15 y 20 días de trabajo, así que la empresa decidió mantener la producción para terminar los pedidos encargados que todavía estaban pendientes. “Estuvimos una semana para acabar lo que estaba encargado y con el fin de no tener un exceso de demanda cuando esta situación acabe y se reactive el mercado. Una vez acabado esto, cerramos, porque no se puede poner en riesgo a nadie”, declaró el empresario. La decisión de aplicar un ERTE “no es agradable”, reconoció Toni Rams, a quien le gusta pensar que después de la crisis sanitaria la gente tome conciencia de lo importante que es la producción local, el comercio local y de cercanía. “Nosotros somos los que tenemos que levantar el mercado cuando esto se acabe, espero que aprendamos a ser más solidarios y a ir a comprar a la tienda del pueblo, que es la que nos está salvando estos días, porque nos está suministrando toda la alimentación”, reivindicó.

Rams pide “hacer piña”. Lo pide el responsable de una empresa familiar que se ha tenido que reinventar durante las últimas décadas para sobrevivir a un mercado global que ha devorado toda la industria textil de nuestro país. España encargó a China esta semana por valor de más de 400 millones de euros batas, mascarillas y otro material necesario para el sector sanitario. No lo pudo hacer en España porque la mayor parte de la industria textil de nuestro país ha sido desmantelada, cerrada o trasladada a países donde fabricar una pieza de ropa cuesta poco más que nada.