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María Concepción Royo, gerocultora que se confinó en el Hogar Santo Ángel de Alcañiz: “Nos quedamos en la residencia para asegurar el bienestar de los ancianos” María Concepción Royo, gerocultora que se confinó en el Hogar Santo Ángel de Alcañiz: “Nos quedamos en la residencia para asegurar el bienestar de los ancianos”
María Concepción Royo, a su llegada al pueblo, posa bajo la pancarta

María Concepción Royo, gerocultora que se confinó en el Hogar Santo Ángel de Alcañiz: “Nos quedamos en la residencia para asegurar el bienestar de los ancianos”

Dice que, si se dieran las circunstancias otra vez, repetiría el encierro porque ha dado lo mejor de sí misma
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Se llama María Concepción Royo Martínez, aunque en La Fresneda la llaman todos Mari. El domingo pasado a las 11 de la noche, Mari recibió una sorpresa inesperada cuando, al llegar a la plaza del pueblo y dirigirse a su casa, un grupo de vecinos la recibió con una pancarta de bienvenida y  un montón de aplausos desde la calle y los balcones. La emoción brotó a raudales en esta mujer nacida en Alcañiz y de 56 años que acaba de terminar su periodo de confinamiento en la residencia de mayores Santo Ángel de la capital bajoaragonesa. Allí se encerró el 15 de marzo -tras decretarse el estado de alarma- junto con otras 11 compañeras para proteger a los ancianos que esta gerocultora viene cuidando desde hace tres años. 

-Menuda sorpresa le dieron sus vecinos. 

-La emoción no se puede explicar al verme querida por los vecinos y amigos. A esas horas de la noche me pareció que había mucha gente. La verdad es que no me lo esperaba, porque tampoco es algo que estuviera previsto. Me sentí muy querida por toda la gente.

-¿Llegaba de trabajar después de casi dos meses de encierro?

-Sí. Era el domingo sobre las 23.15 de la noche. Vivo en uno de los callejones de la plaza, y como no tengo garaje, he de aparcar en la plaza. Mi hija me dijo que habían colocado una pancarta en los porches y que me acercara, y, cuando lo hice, allí estaban escondidos unos cuantos vecinos, y también había gente en los balcones aplaudiendo. 

-¿Desde qué día ha estado encerrada en la residencia?

-Me quedé el domingo 15 de marzo. Me tocaba trabajar ese domingo y decidimos quedarnos todas las compañeras. Desde entonces, y hasta el 10 de marzo, casi dos meses sin salir.

-¿Por qué tomaron esa decisión? ¿Veían que se estaban complicando las cosas o que en algunas residencias ya lo estaban haciendo?

-Viendo las circunstancias que se veían venir, decidimos quedarnos en la residencias. No habíamos oído nada de otros centros, pero se oían cosas por ahí y el panorama pintaba muy feo, así que decidimos quedarnos para asegurar el bienestar de los ancianos.

-La del Santo Ángel no ha tenido infectados por coronavirus. ¿Todo sigue igual?

-Sí, en todo este tiempo no ha habido ningún infectado. 

-¿Cómo se lleva el encierro?

-Ha sido una experiencia muy positiva y, si se dieran las circunstancias, volvería a repetirla. Hemos tenido mucho trabajo, pero lo hemos llevado muy bien, y los ancianos se han portado muy bien. A ellos también les ha faltado la familia, pero lo hemos llevado lo mejor que hemos podido y les hemos dado ánimos, las hermanitas se han volcado. Ha sido todo muy familiar, aunque tomando las medidas de distanciamiento en todo momento.

-Dice que volvería a repetir la experiencia si fuera necesario. ¿Por qué? ¿Qué le ha aportado?

-Muchas cosas buenas, humanidad, compañerismo, sensibilidad. En una situación como ésta, tienes que dar mucho de ti para estar con ellos. Si fuera necesario, no me importaría volver a hacerlo, porque ha habido mucho cariño entre todos, compañeras, ancianos... Ellos, a pesar de lo mayores que están, se enteran de lo que pasa, y les hemos dado lo mejor de nosotras mismas.

-¿Han tenido tiempo para descansar?

-Hemos estado trabajando sin parar, durmiendo bien por las noches y con paradas para la cena, la comida o el desayuno. En el centro hay habitaciones para todas, con todas las condiciones, porque la residencia es muy grande.

-¿Qué ha sido lo peor?

-El distanciamiento con la familia, que se echa de menos. Pero en general es una experiencia que volvería a repetir.

-¿Ha habido miedo al virus?

-Miedo lo hubiéramos tenido si hubiera entrado, porque podría haber pasado mucho, pero gracias a Dios no ha sido así.

-¿Qué medidas han tomado en estos dos meses?

-De momento, la residencia sigue cerrada a las visitas y ni entra ni sale nadie. Se han adoptado todas las medidas que se le han pedido a la madre superiora, con turnos en el comedor, con distanciamiento de dos metros entre los sillones, una desinfección total, el uso generalizado de guantes y mascarillas, etc.

-¿Y lo que veían en televisión qué les parecía?

-No hemos visto en dos meses la televisión. Yo no estoy informada de casi nada, porque no había tiempo de mirar la televisión. Lo único que veía cuando me iba a descansar era el Facebook un rato.

-¿Qué le decía la familia?

- Me han animado a seguir. Tengo dos hijos, un chico y una chica. A mi hijo de Barcelona hace ya dos meses que no le veo personalmente. Hablo con él por videoconferencia, y me ha animado a seguir. Ambos me decían que estaba haciendo una gran labor y que, si podía que aguantara, que tirara para adelante.

-¿Y en el pueblo?

-La gente me llama por teléfono sin parar, me preguntan si he descansado…

-¿Cuándo tomaron la decisión de salir y porque?

-Lo decidió la madre superiora. El resto de trabajadoras tenían que volver a trabajar, porque ya llevábamos dos meses. En algún momento se tenía que tomar la decisión de volver a la normalidad, aunque se siguen tomando las medidas oportunas, cambiando turnos de trabajo y para que los ancianos estén seguros.

-¿Cuántos días de descanso se va a tomar?

-Dos semanas. Yo con una hubiera tenido suficiente, pero me han dado dos, así que cuando vuelva lo haré con más fuerza y energía.

-¿Ha valido la pena?

-Si, el esfuerzo ha valido mucho la pena.