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La escritora Elena Gómez y la fotógrafa Guada Caulín presentan Eros y Thanatos, un libro con 22 relatos La escritora Elena Gómez y la fotógrafa Guada Caulín presentan Eros y Thanatos, un libro con 22 relatos
Elena Gómez -izquierda- y Guada Caulín

La escritora Elena Gómez y la fotógrafa Guada Caulín presentan Eros y Thanatos, un libro con 22 relatos

“El amor en sus múltiples formas es el motor que nos mueve a los seres humanos”
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Cruz Aguilar

La escritora Elena Gómez y la fotógrafa Guada Caulín han presentado estos días Eros y Thanatos, un libro con 22 relatos con el amor como hilo conductor. Entrevistamos a las dos protagonistas.

ELENA GÓMEZ, ESCRITORA: “El amor en sus múltiples formas es el motor que nos mueve a los seres humanos”

Elena Gómez, además es una conocida tuitera turolense, colabora semanalmente con DIARIO DE TERUEL y con la revista de cine Cabiria. Por otro lado, ha ganado y quedado finalista en varios concursos de relato corto.

-Su libro se titula amor y muerte pero está lleno de vida.

-Efectivamente, es así precisamente porque yo pienso que la vida se mueve gracias al amor, no es simplemente el sentimiento más importante sino que es el motor que nos mueve a los seres humanos, el amor en sus múltiples formas y todo lo que hacemos en la vida tiene su razón de ser en el amor y nos lleva hacia la muerte, creo que son los hilos conductores de cada una de nuestras existencias. 

-Se trata de 22 relatos diferentes pero ¿el amor y la muerte serían el nexo de unión?

-Sí, en cada uno de los relatos se ama profundamente en diferentes maneras y se termina teniendo una conexión muy fuerte con el fin de nuestras vidas y de lo que queda después de esa muerte, que sigue siendo amor, porque siempre seremos recordados mientas alguien nos quiera. El libro empieza con la historia más importante de los turolenses, la de los Amantes, y termina con ella. No hablo de esa historia en todos los relatos, pero sí me parecía lo correcto empezar y acabar con Isabel y Diego.

-¿Cuándo fueron escritos?

-A lo largo de casi toda mi vida. Llegó un momento en mi andadura literaria que vi que tenía muchos relatos escritos, que algunos eran muy importantes para mí y me apetecía compartirlos e hice una recopilación buscando precisamente ese nexo de unión y salieron los que han salido. Algunos son muy antiguos, de hecho hay uno que escribí con 20 años. A lo largo de mi vida he ido recabando experiencias y escribiendo ficciones sobre ellas y hasta aquí hemos llegado.

-En Eros y Thanatos muestra diferentes tipos de amor. Desde el romántico al obsesivo pasando por el que surge en las redes sociales…

-Sí, yo es que creo que el amor tiene múltiples formas, no en cada persona es una clase de amor sino que cada persona somos capaces de sentir infinitas formas de amar. El amor no solo es ese amor romántico que nos venden en películas y libros sino que es mucho más, por eso reflejo el amor de una madre, el de un hijo, el de una pareja, el obsesivo , el tóxico… Cuando me fijo en la realidad siempre pongo el foco en ese sentimiento y en cómo somos capaces de sentirlo de diferentes formas y realmente eso es lo que inunda el mundo.

-La violencia de género está presente en varios de los relatos, ¿la literatura es una forma de concienciar?

-Yo creo que, en cierto modo, sí. Hay diferentes tipos de literatura y hay algunas más sociales y reivindicativas, lo mío es literatura en estado puro, creo que es simplemente reflejar lo que veo día a día. Ninguno de los relatos es una historia real, está claro, pero sí que me he inspirado en cosas reales, en experiencias cosas y ajenas que transformo y les doy un punto de ficción. Creo que la literatura es uno de los mejores cauces para conocer las diferentes realidades que existen en el mundo, incluso a través de la fantasía, la ciencia ficción o el terror hay un poso de realidad,  de hecho siempre se dice que la realidad supera la ficción, pero es que cualquier tipo de comunicación es buena para reflejar y si reflejando esa realidad se abren o cambian conciencias pues miel sobre hojuelas. 

-En Poeta roto mezcla prosa con verso y logra un resultado muy ágil y acorde con el tema, ¿fue difícil esta composición?

-No, de hecho este es el relato más antiguo de todos los que hay. A mí la poesía no se me da bien, no sé escribirla, no me puedo considerar poeta porque creo que no lo soy ni lo seré nunca, pero sí que me gusta a veces crear cierta cadencia en la prosa, cierto ritmo, repitiendo frases y al final queda algo parecido a la prosa poética. Yo intentaba en este relato mecerme en cierto modo dentro de esas oleadas de sentimientos que tiene el protagonista, que va y viene de su pasión a su obligación, de hecho originariamente estaba escrito todo en prosa, los versos los separé cuando me di cuenta de que algunas frases, colocadas de otra manera, parecían versos.

-Usted es discapacitada y conoce a la perfección la problemática que tiene este colectivo, pero solo en uno de los relatos habla de ella, ¿tienen poco de autobiográfico sus relatos?

-Tienen poco de autobiográfico porque siento cierta vergüenza de que se adivinen mis experiencias en mi literatura, me gusta mucho separar lo que escribo como ficción de lo que es mi vida real, aún así es es inevitable porque cuando se escribe se bebe de las experiencias propias y ajenas y por supuesto hay muchas experiencias propias en estos relatos. Lo que pasa es que es bueno disfrazarlo, envolverlo en esa aura de ficción para que ni yo ni otros se sientan identificados. Además hay que tener en cuenta una cosa, una persona con discapacidad es una persona con múltiples experiencias y sentimientos y no toda su vida se basa en la discapacidad. Sí que hay muchos sentimientos míos reflejados en estos relatos, pero no tienen nada que ver con la discapacidad porque la vida de una persona es muy rica y ser discapacitado es una circunstancia más.

-Es su primera obra, ¿es difícil encontrar editorial para alguien que está empezando?

-Normalmente es difícil llegar al editor que se lea lo que escribes, sin embargo a nosotras no nos resultó difícil, fue una sorpresa y estamos muy contentas con el resultado. Fuimos muy conscientes de hasta dónde podía llegar y qué recorrido podía tener este libro. Si nadie te conoce no te puedes ir a las grandes editoriales porque te vas a encontrar con obstáculos, y más con la literatura de relatos que es la menos comercial. Nosotras queríamos una editorial cercana, aragonesa, que hiciera libros cuidados, pequeñas joyas en las que aparte de lo que nosotras aportábamos hubiera un gran trabajo editorial. Nos gustaba mucho el trabajo de Los Libros del gato negro y lo hemos logrado. Al pensar mucho lo que queríamos y ser realistas con nuestro trabajo no ha sido tan difícil.

-¿Para cuándo la novela?

-Tengo en marcha un par de novelas desde hace tiempo, no soy una escritora de fondo sino de esprint, me resulta más fácil escribir obras cortas, eso no quiere decir que no me apetezca y quizá este verano pueda darle un empujón a alguna de ellas.

GUADA CAULÍN, FOTÓGRAFA: “Plasmar con una foto lo que la autora sintió al escribir un texto es muy complicado”

Guada Caulín es intérprete de lengua de signos desde hace 12 años y fotógrafa. En 2019 presentó junto a Vega Latorre Enraizadas, una exposición dedicada a las mujeres rurales y ahora ha ilustrado con imágenes el libro de relatos breves escritos por Elena Gómez Eros y Thanatos, que hace unos días salió a la venta.

-¿Cómo surge la colaboración con Elena Gómez?

-Fue Elena la que me propuso  ilustrar con fotografías la selección de relatos que ahora la gente puede disfrutar gracias a Los libros del gato negro, haciendo también con ella la selección de cada una de las fotografías que acompañan los textos, puesto que la base del libro ha sido su creación literaria, yo adecué la esencia de cada fotografía a la idea con la que escribió el relato.

-¿Qué es lo más difícil a la hora de ilustrar un relato, tener la idea o materializarla?

-Materializarla, de lejos. Cuando comencé a formarme en fotografía, en esa época en la que todo cabía en el encuadre de mi cámara y todo era susceptible de fotografiar, o eso creía, mi pareja y yo creamos un concepto para aquellas fotografías cuya composición te ronda por la cabeza y que cuando creas y culminas con un click, el resultado ni se parece a lo que imaginabas. Nosotros lo llamamos fotochof. Por otra parte, para mí lo realmente difícil no es ilustrar un relato, sino ilustrar uno no es tuyo. Aquí tu versión conceptual de la historia puede que no sea la del autor. Y llegar a plasmar lo que ella sintió al escribirla es lo verdaderamente complicado. Es todo un trabajo de percepción psicológica que debe culminar en lo artístico.

-¿Colaboró Elena Gómez dando ideas para esas imágenes o fue usted las que las tomó en base a los textos leídos?

–Colaboró en la selección desde el principio, incluso la fotografía final fue idea suya. El proceso de selección o creación de ideas se hizo a partir de la lectura de cada relato. Al principio Elena me pasó todos los relatos ya seleccionados. Lo primero que hice fue leerlos todos seguidos para hacerme una idea del hilo conductor de lo que ahora es el libro. Posterior a eso fui tomándome notas de ejemplos conceptuales que podrían representar la idea o la esencia de cada relato, intentando evitar en ocasiones reflejar tan solo una escena. Conforme iba escogiendo fotografías o las iba creando se las iba pasando a Elena, y ella era la que iba seleccionando entre el abanico de posibilidades que le ofrecía. En alguna ocasión  nos tuvimos que sentar a hablar para ver cómo enfocar un par de fotos en las que no llegaba a conectar con la idea o en las que la reflejaba de forma diferente a lo que ella quería .

-¿Hace falta tener alguna sintonía con el texto o con la autora para lograr un buen resultado en las imágenes?

-Totalmente. Sin una buena relación y comunicación entre nosotras, lo que ahora veis no hubiese sido posible. Es cierto que un proyecto conjunto necesita de confianza mutua, pero también necesita diálogo y reflexión, y creo que esto se puede apreciar en el resultado final.

-¿Había trabajado en algún proyecto así antes?

-Soy aficionada a capturar los momentos conforme los veo, no a crearlos, y siempre me había frustrado el intentar crear la composición de una foto y que encima ésta conectara con lo que quería transmitir. Tan solo al principio de estudiar fotografía hice un intento parecido con mi hermano, un proyecto que tendremos que recuperar en algún momento, pero mi falta de experiencia hizo que quedara paralizado, lo que me generó un poco de frustración. La oferta de Elena fue uno de los mayores retos a nivel fotográfico a los que me he enfrentado nunca, porque hasta ahora toda mi experiencia había sido reflejar la realidad de forma libre y espontánea. Es cierto que a nivel conceptual sí que tuve la experiencia previa con Criogénesis, un proyecto expuesto gracias a la Sociedad Fotográfica Turolense, pero tampoco tenía nada que ver con este proyecto, puesto que la realización de las fotos fue al aire libre en la naturaleza. 

-Son todas las fotos en blanco y negro salvo la de la portada, ¿por qué?

-Bueno, además de sentirme muy cómoda realizando fotografía conceptual en blanco y negro, trabajando el concepto en ausencia de colores que puedan distorsionar el mensaje. También se planteó desde el principio que el resultado fuese así para adecuarlo a una futura edición donde tendría mejor cabida. 

¿En qué escenarios se han tomado las fotos?

-Por una parte ha habido una selección de fotografías de archivo, las menos, que ya fueron conceptuales cuando las tome cuando  vivía en Guadalajara. Por otra parte se han creado el resto para conectar con el mensaje de los relatos.

-Las imágenes de este libro no tienen nada que ver con las de Enraizadas, ¿resulta complejo para una fotógrafa ese cambio tan brusco de registro o es precisamente esa búsqueda de nuevos horizontes lo más estimulante de este trabajo?

-Resulta tan complicado como decidir de la noche a la mañana que te mudas de país y te vas a uno donde no conoces ni el idioma ni la cultura.  Para mí la propuesta fue un reto personal muy grande. Lo primero por quitarme la espinita de no haberlo podido realizar antes, pero también porque es un cambio de registro tan grande que, si lo piensas bien en su momento, da miedo. La confianza de Elena desde el principio fue vital para que haya visto la luz, y fue su propuesta lo que hizo que yo me haya atrevido a hacer algo así, porque no sé si hubiese tomado la decisión por mí misma.

-Sin embargo las mujeres también tienen un gran peso en este libro, ¿no cree?

-Volvemos a encontrarnos con perfiles de mujeres de todo tipo, y aquí el haberme enfrentado a un proyecto fotográfico con Vega Latorre anteriormente y la experiencia, breve, pero motivadora,  de haber trabajado con mujeres migrantes, me ha ayudado mucho a encontrar la forma de intentar conectar con los sentimientos que subyacen de las palabras y los personajes que tan maravillosamente ha creado Elena. El que ella los haya perfilado tan bien psicológicamente ha ayudado para que se le diera el mejor tratamiento a la hora de crear la foto.

-¿En qué proyecto está?

-Pues el coronavirus me hizo quedarme en casa y no salir a fotografiar, pero también paralizó otro proyecto sobre Teruel y ligado a despoblación en el que llevo trabajando tres años y estaba prácticamente cerrado.