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Los vecinos de La Codoñera descubren sus raíces con la muestra ‘Cultura en la Calle’ Los vecinos de La Codoñera descubren sus raíces con la muestra ‘Cultura en la Calle’
Jesús Pallarés, autor de la muestra, en el panel de la calle Pilar

Los vecinos de La Codoñera descubren sus raíces con la muestra ‘Cultura en la Calle’

Jesús Pallarés recoge oficios y edades de 337 varones que en 1904 figuraban en el censo electoral
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Los vecinos de La Codoñera están pasando un verano de lo más entretenido buscando sus raíces entre los 20 paneles que conforman la exposición Cultura en la Calle, en la que Jesús Pallarés plasma el censo electoral del año 1904 que, con documentación del Archivo Histórico de Teruel, relaciona a los 337 varones de más de 25 años con su edad, oficio y la calle en la que vivían.

No es que la exposición sea machista, sino que la época sí lo era, y mucho. Hasta 1931 las mujeres no pudieron votar, por lo que el censo electoral de 1904 únicamente recogía a los hombres mayores de 25 años. “Entre ellos se corresponden nuestros antepasados, nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y anteriores generaciones que constituyen nuestras raíces”, explica Pallarés. “Con este trabajo pretendo dar a conocer parte de la historia de mi pueblo, su gente y su forma de vida hace poco más de cien años, tan diferente a nuestros días”, amplía.

Cultura en la calle muestra el pasado de la vida de las calles de La Codoñera, quiénes habitaron en ellas y a qué se dedicaban. Cada panel recoge una tabla con los vecinos de cada rúa, agrupados según su edad. Se han ilustrado con fotografías antiguas, a partir del año 1924. En algunas aparecen vecinos realizando actividades en su calle de todo tipo: diversas labores, reuniones vecinales, fiestas populares, procesiones religiosas o celebraciones familiares. De esta forma, se recogen las tradiciones de la época y el aspecto del pueblo en aquel momento: fachadas y portales que contrastan con lo que son hoy en día. 

El 77% eran labradores

Entre los oficios, de los 377 vecinos referenciados un total de 260 eran labradores, lo que supone el 77% de la población. “La economía en aquel momento estaba sustentada básicamente en el sector agrario: olivos, cereales, viñas, almendros y legumbres eran los cultivos mayoritarios. Los labradores utilizaban técnicas de explotación tradicionales y muy enfocadas al autoconsumo, comercializando los excedentes”, apunta Pallarés. 

Trabajaban para otros, especialmente en el campo, 19 jornaleros, mientras que otros 10 eran pastores dedicados al ganado lanar y caprino. Entre el resto de oficios había seis pelaires (trabajaban la lana para tejer), cinco carpinteros, cuatro tejedores (elaboraban paños y lienzos), tres herreros, tres zapateros, tres horneros, tres albañiles, dos secretarios, dos sastres, dos esquiladores y dos barberos. Para otros oficios solo había una persona que ejerciera la profesión: posadero, cantero, presbítero, carretero, propietario, cestero, carromatero, cura párroco, alguacil, escribiente, maestro, comerciante y practicante.

“La mayor parte de estas profesiones son oficios perdidos que solo permanecen en la memoria de los más mayores”, si bien “en el pueblo continúan destacando los trabajos relacionados con la agricultura y la ganadería”, manifiesta el autor de la exposición.

En cuanto a los apellidos, muchos de los que aparecen en el censo antiguo aún perduran, por lo que los corrillos en torno a quiénes son los antepasados de cada uno son norma habitual estos días en el pueblo bajoaragonés. No obstante, “en otros casos los apellidos se han perdido definitivamente, como consecuencia de la despoblación y movimientos migratorios hacia las grandes ciudades”.

Las calles mantienen el nombre, salvo tres: la plaza Mayor es ahora la plaza de España, la calle del Horno ha pasado a ser Mariano Vicente y la Cementerio se llama hoy Mártires de la Cruzada. Los números de las casas poco tienen que ver con los actuales.

Un dato es fiel reflejo del aumento de la esperanza de vida en España: entre todos los varones censados en 1904, solo el 5% tenía más de 70 años, y solo una persona superaba los 80. Se trataba de Manuel Velilla Inés, de 83 años, que vivía en la calle Torreciudad número 2. Era labrador.