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Cuatro años y medio de cárcel por plantar marihuana en una masía junto al Arquillo Cuatro años y medio de cárcel por plantar marihuana en una masía junto al Arquillo
Cultivos de cannabis en la masada de los Frailes en el Arquillo cuando intervino la Guardia Civil

Cuatro años y medio de cárcel por plantar marihuana en una masía junto al Arquillo

La plantación desmantelada por la Guardia Civil hace un año despertó las sospechas por el ruido de generadores
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Cuatro años y medio de prisión es la pena que ha recaído sobre el principal acusado por la plantación de marihuana desmantelada hace ahora un año en una masía junto al embalse del Arquillo en Teruel, en la que la Guardia Civil se incautó de más de dos mil plantas de esta droga cultivadas en el interior  de naves con la ayuda de generadores eléctricos. El ruido que provocaban estos equipos fue lo que despertó las sospechas de que algo extraño estaba pasando en la finca, junto al extraño y misterioso enclaustramiento en el que vivían las dos personas que residían allí sin relacionarse con nadie más, y el olor a marihuana cuando quemaban restos de las plantaciones.

El negocio ilícito les duró menos de un año. Creían que al ser un lugar recóndito no llamarían la atención, pero no cayeron en la cuenta de que esa zona del pantano está jalonada de pequeñas residencias veraniegas. 

Al llegar el buen tiempo, el ruido de los generadores que utilizaban para las lámparas de luz empleadas en los cultivos de interior, así como para los sistemas de ventilación, dieron la voz de alarma, a lo que se sumó el olor a marihuana y las columnas de humo que se formaban cuando quemaban los despojos de las plantas. A finales de julio, la Guardia Civil entró en la conocida como la masada de los Frailes, detuvo a dos personas y desmanteló la plantación ilegal.

De las dos personas detenidas, una de ellas fue expulsada directamente de España, mientras que la otra fue enviada a prisión provisional y ha sido juzgada por delitos contra la salud pública, organización criminal y tenencia ilícita de armas. Otras dos personas, de origen esloveno como el que ha sido juzgado, se hallan en paradero desconocido.

Una de estas personas fue la encargada de alquilar la masada a su propietario en julio de 2018 por 3.500 euros al mes, que ingresaba puntualmente al dueño mediante una transferencia bancaria. Tras acondicionar los edificios de la masada, empezaron a plantar marihuana en su interior con la ayuda de generadores eléctricos.

Los dos detenidos eran los encargados de la plantación y apenas salían de la masada salvo para ir a comprar. Al que no fue expulsado de España tras su detención, Dragan K, de 32 años, nacido en la República de Eslovenia y sin antecedentes penales hasta ahora, es al que ha condenado ahora el Juzgado de lo Penal de Teruel en una sentencia de conformidad después de que reconociera los hechos.

La pena que se le ha impuesto es de tres años de prisión y una multa de 65.000 euros por un delito contra la salud pública por tráfico de drogas, además de otros seis meses de cárcel por un delito de pertenencia a grupo criminal. 

También le impone un año de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas, si bien en la conformidad se acordó sustituir las penas privativas de libertad por la expulsión del territorio nacional, con la prohibición de poder regresar a España por un tiempo de nueve años.

Dragan K. se encargaba junto con su compañero Milovan M. de las plantaciones, permaneciendo prácticamente todo el día en el interior de las naves donde estaban los cultivos de marihuana.

Para conseguir la máxima rentabilidad de la explotación ilegal, los delincuentes tapiaron varias de las ventanas de las naves anexas a la vivienda de la masía, e instalaron en su interior varios aparatos de aire acondicionado y sendas chimeneas de extracción. 

Además, vallaron con tela verde el perímetro anexo a las naves antes de comenzar a cultivar cannabis mediante el sistema conocido como indoor.

Por más que intentaron ocultar su actividad ilícita, sus descuidos como quemar los despojos de las plantas, además del ruido de los generadores, hicieron que el equipo del EDOA de la Unidad de la Policía Judicial de la Comandancia iniciara en abril de 2019 una vigilancia e investigación que culminó con la entrada en la masada a finales de julio de ese año procediendo al desmantelamiento de la plantación y a la detención de sus dos ocupantes.

Lo que encontraron fue un complejo sistema de cultivo en interior gracias a la instalación de ventiladores, humificadores, aires acondicionados, extractores de aire, filtros de carbono y pantallas con bombillas entre 450 y 600 vatios, que en algunos casos llegaron a ser de 1.200 vatios. La luz y la ventilación crearon un microclima idóneo para el cultivo de la droga.

Disponían de todas las herramientas para trabajar las plantas y protegerlas de posibles plagas, distribuidas en varios recintos cerrados. En total en el registro se contabilizaron 2.018 plantas de marihuana además de numerosos útiles para picar, pesar y preparar la droga.

En la cochera de la masada habían plantado 850 plantas de marihuana divididas en dos alturas, y en el almacén, en una segunda altura, se hallaron 207 macetas de marihuana sin desarrollar todavía. 

Al entrar en la masada, los agentes encontraron también en una nave una plantación indoor de esta droga con 535 plantas en una sala, y otras 426 en otra, según detalla la sentencia del Juzgado de lo Penal de Teruel.

En total se intervinieron más de 31 kilos de cannabis, que en el mercado ilícito podrían haber alcanzado el valor de 64.124,84  euros.