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Mi madre quería Mi madre quería

Mi madre quería

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Juanjo Francisco

Mi madre quería ser veterinaria, me dijo. Quería, pero no pudo. Mi hermana y yo quisimos ser lo que somos, y sí pudimos. Ella tuvo mucho, muchísimo que ver con ello.
Cada vez que llega esa fecha ahora tan emblemática del 8M, a cuyo rebufo escribo estas líneas, recuerdo su lucha, su vida en un mundo tan distinto al que ahora tenemos. Recuerdo todo eso casi sin quererlo y tampoco sé ahora si alguna vez he hablado aquí de ello, pero hoy me ha salido de sopetón.
Hablar de una madre es como hacerlo del amanecer o del anochecer, son inherentes a la existencia y están ahí porque sí y, por lo tanto, cualquier diatriba al respecto carece de interés. Los fenómenos de la naturaleza están exentos de análisis ya sean sesudos o simplistas. Así que me aplicaré únicamente en el hecho cierto de que aquella mujer, sin apenas recursos, pero sí con carácter y determinación, no pudo ir más allá de donde su género, condición social y voluntad de sus mayores le marcaron. Como tantas otras. Se aplicó, no obstante, en utilizar sus habilidades innatas para intentar que su descendencia no tuviese que tragar con imposiciones o con carencia de medios materiales a la hora de volar sola.
Tampoco es este un ejemplo de excepción, muchas como ella, apenas niñas tras la guerra civil, se deslomaron sin tan siquiera ser conscientes de ello en un ambiente social donde el hombre era el centro de universo, un hombre, por cierto, dueño y señor de destinos y condiciones. Había que ser muy hábil para sortear todos esos obstáculos y salirte con la tuya. 
Todos los años, cuando marzo arranca, imagino que la tengo a mi lado, leyendo periódicos, viendo informativos  u escuchando tertulias de radio en las que se debate sobre los avances en la igualdad, en equiparaciones salariales, en permisos de maternidad y paternidad, en todo lo que ahora nos resulta a nosotros muy cotidiano, y vislumbro su profundo suspiro, un lamento como inerte mientras hace gestos de asentimiento con la cabeza, ya muy canosa a su pesar.
Mujeres dolientes como ella, ejemplos ya idos de resilencia y combate, deben servir también de recordatorio para templar ciertas actitudes extremas que ya asoman al hilo de la brega en una lucha justa que necesita a tod@s.