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Un bebé en las calles de Monforte de Moyuela 31 años después Un bebé en las calles de Monforte de Moyuela 31 años después
La foto de familia de Paula, Raúl y Hugo incluye a todos los vecinos que ahora en invierno están en Monforte de Moyuela

Un bebé en las calles de Monforte de Moyuela 31 años después

El bebé nació en marzo y los vecinos lo han recibido con los brazos abiertos
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Cruz Aguilar

En Monforte de Moyuela hacía 31 años que no nacía nadie. La última fue Laura, que está a punto de cumplir 32 años. Por eso el nacimiento del pequeño Hugo el pasado 13 de marzo adelantó la llegada de la primavera en el pueblo. Su padre, Raúl Andreu, fue de los últimos niños que jugó en por las calles, donde durante décadas las pelotas solo botaban en verano. 

“Cuando nosotros nos quedamos en el pueblo pensamos que ya no se quedaría nadie más”. La que habla es Avelina, que tiene 62 años, es de Alacón y se trasladó a Monforte al casarse con Gerardo. Poco después nació Laura, la última niña del pueblo hasta Hugo, que ahora es el “juguete” y la “alegría” de todos.
Paula y Raúl vivían en Zaragoza, pero él se quedó sin empleo y decidió mudarse al pueblo a trabajar las tierras familiares junto a su hermano. “No sabíamos por dónde tirar, pero justo se quedó libre el bar del pueblo y decidimos probar”, explica Paula Delmás. Lo regentaron durante cuatro años y en 2015 se plantearon que su opción de vida estaba en Monforte de Moyuela, donde han montado una granja de engorde con capacidad para 2.000 cerdas. La encargada de llevarla es ella, aunque reconoce que desde que nació Hugo es su marido el que se ocupa de los animales. 
Paula Delmás, que es de San Esteban de Litera, en Huesca, señala que es la inversión de sus vidas y que se ven unidos a Monforte para siempre, pero está contenta porque dice que ser su propia jefa le permite otro ritmo de trabajo muy diferente al que tendría en Zaragoza –donde era comercial de Endesa– sobre todo ahora que ha sido madre. 
Indica que lo que más pesó en la balanza para vivir en el medio rural fue la calidad de vida, ya que “el trabajo es más sacrificado porque todas tus fuerzas las tienes que invertir ahí, aunque hay flexibilidad de horarios”, relata. Reconoce que las temporadas de más faena echan muchas horas, pero hay otros momentos en los que, si se organizan bien, se pueden bajar a pasar el día a la playa, “sin esperar a que sea fin de semana”. También su salario es mejor que en Zaragoza, aunque ahora buena parte se va a los préstamos. 
Los paseos de Paula con Hugo son lo más esperado del día por los vecinos porque todos quieren ver al niño, que no solo tiene a sus abuelos, “es que tiene muchos abuelos porque la gente lo siente como suyo”, dice la madre. “A todos les hace mucha ilusión tenerlo y lo voy dejando con todos los grupos si tengo que hacer algo o subir al Ayuntamiento”, indica. Y es que Paula Delmás es la alcaldesa de Monforte de Moyuela desde las últimas elecciones. Su carácter inquieto le llevó a presentarse a los comicios y ganó, pero recalca que aunque ella es la cabeza visible las decisiones las toman entre todos: “El ayuntamiento tiene que ser la gente”, asegura.
El niño no va de mano en mano porque la situación sanitaria lo desaconseja, pero todos los de Monforte esperan ansiosos a poder “darle un achuchón”, explica Avelina. La mujer relata que cuando se asentó en el pueblo junto a su marido “eran de los más jóvenes” y ahora ya están “entre los más viejos”, algo que le llena de orgullo porque supone que todavía hay esperanza: “Han pasado tantos años desde que nació mi hija y otro chico, con el que se llevan diez días, que no pensábamos que íbamos a tener más niños”, dice.
Los que más contentos están de la llegada de Hugo son sus abuelos paternos, Kiko y Eulalia, que ya estaban encantados con que su hijo y su nuera vivieran en el pueblo y ahora la llegada de hubo “ha sido lo más”, dice Paula.

Tierra de frontera
El padre de Hugo fue de los últimos que asistió al colegio de Monforte, que ahora tiene apenas 60 vecinos censados,  y él tendrá que desplazarse hasta la vecina localidad de Moyuela, a pocos kilómetros aunque ya en la provincia de Zaragoza.  
Esta zona a medio camino entre las Cuencas Mineras y el Jiloca y las provincias de Teruel y Zaragoza es una de las más afectadas por la despoblación y, como explica Paula, en los pueblos cercanos no ha habido niños durante décadas, aunque ahora hay varias parejas jóvenes que acaban de tener un bebé o están esperándolo. “Que en este pequeño trozo haya tres o cuatro niños, aunque sea de diferentes pueblos ya es algo. Se ve un futuro que hace 10 años no se veía”, relata.