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El político aragonés Pablo Echenique publicó el viernes por la mañana un mensaje en su cuenta de Twitter en el que se leía textualmente: “Traicionaron la deontología y la decencia en sus portadas para vender 1000 periódicos más... y al final... al final no los compró nadie”.

Echenique se refería a la decisión de muchos periódicos de este país de publicar en su portada la triste y ya famosa foto del atentado de Barcelona, en la que se veían varios cuerpos en el suelo, entre ellos el de un niño.

Este periódico no publicó esa foto en la portada. Elegimos, por una serie de cuestiones que serían muy largas de explicar, la de un joven llorando mientras era consolado por otras dos personas. Eso sí, la fotografía de Las Ramblas iba en el interior.

Pero el no haber publicado la imagen en la portada no hace que yo, como director de este periódico, no me sienta aludido por el desafortunado e inoportuno comentario de Echenique, un hombre que representa a miles de personas que le han votado en Aragón y que, por esa circunstancia, debería ser más sensible y respetuoso con el trabajo de otros.

Yo, que conozco personalmente a tres de los directores de periódicos que sí optaron por esa imagen para la primera página (los tres de aquí, de Aragón, por cierto), pongo la mano en el fuego por ellos y aseguro, sin temor a equivocarme, que ninguno de los tres la usó pensando en vender 1.000 ejemplares más. Su decisión, de eso estoy seguro, fue meditada y profesional, además de argumentada. Solo hace falta preguntarles.

Yo no pienso que Echenique hizo ese comentario buscando 1.000 votos más, aunque sí sospecho que lo escribió pensando en el aplauso fácil de mucha gente que está deseando que le den una coartada para despellejar a todo hijo de vecino, sin tener en cuenta el trabajo, la dedicación y la profesionalidad. Y los argumentos.

Los periódicos y los periodistas nos equivocamos y acertamos. Pero de allí a pensar que mercadeamos con el dolor de la gente por vender 1.000 ejemplares más es ir demasiado lejos.