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Año 2047. Jueves por la noche. La 1 de Televisión Española estrena una nueva temporada de Cuéntame y dedica el primer capítulo a 2017, el año clave del llamado  procés.

Antonio Alcántara, en un giro dramático de los acontecimientos, ha vendido los viñedos de Sagrillas y ha trasladado su bodega a Santa Fe del Penedès.

Hombre inquieto, emprendedor y ambicioso, se ha acercado a la burguesía catalana, se ha afiliado al PDeCAT y ha acabado siendo Conseller dAgricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació.

Antonio aparece en el capítulo aconsejando a Puigdemont que convoque elecciones, pero no le hacen mucho caso.

Toni, el hijo periodista, presenta un programa nocturno en Catalunya Ràdio, aburrido como el solo, y Carlos, que se gana la vida escribiendo, acaba de recibir el Premi dHonor de les Lletres Catalanes después de doce libros de novela histórica sobre la corona ‘catalanoaragonesa’.

Merche no termina de adaptarse a Barcelona, pero lleva el cambio con su tradicional resignación e incluso se ha apuntado a la Asociació de Amics de la Sardana del Poble-sec, donde es vocal y tesorera.

Inés, la hija de los Alcántara que hoy tiene un rostro y diez capítulos después se lo cambian, es militante de ERC y ha aparecido en varios capítulo de Com si fos ahir, en la TV3, y María, la benjamina, está cerca de la CUP y se lleva dos guantazos por no dejar entrar a un grupo de guardias a un colegio electoral el 1-O.

Paquita sigue viviendo en San Genaro y se ha ido del grupo de guasap que tenía con los Alcántara porque dice que les han comido la cabeza y se han vuelto intolerantes y xenófobos con todo lo que huele a español. Ha recuperado el bistró y lo ha llenado de banderas españolas, porque hasta De Gaulle lo entendería.

Herminia, que al final hemos descubierto que es eterna porque en realidad trabaja en El Ministerio del Tiempo, simplemente lo flipa en colores y hace croquetas en la cocina de la casa familiar mientras sigue  el día a día del procès, entre alucinada y resignada, en su cuenta de Twitter sin entender absolutamente nada. Como el resto del mundo.