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‘Paraíso Alto’, un lugar donde la última voluntad es la conversación ‘Paraíso Alto’, un lugar donde la última voluntad es la conversación
Julio José Ordovás, durante la presentación de su novela en Barcelona

‘Paraíso Alto’, un lugar donde la última voluntad es la conversación

Julio José Ordovás toma el nombre del pueblo turolense para su última novela
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El escritor zaragozano Julio José Ordovás toma el nombre de un pueblo abandonado turolense, Paraíso Alto, para ambientar su última novela, una colección de historias hiladas en torno al “último pueblo del mundo”, según el autor, que hablan sobre desesperación y sobre comunicación. O, más bien, sobre incomunicación. 

Paraíso Alto (Anagrama) cuenta la historia de un extraño individuo que se dirige a ese pueblo para suicidarse, y queda tan impresionado que decide cambiar de opinión y vivir en él. A partir de entonces, se dedicará a acompañar y a conversar en sus últimas horas de vida a todos los suicidas que visitan el lugar con la intención de acabar con su vida. 

La historia, con evidentes tintes surrealistas, surge en parte por la obsesión de Julio José Ordovás, autor de ensayos, libros de viaje, de la novela El anticuerpo y colaborador habitual en prensa escrita y en la revista cultural Turia, por los lugares abandonados. “Yo nací en Almonacid de la Cuba, crecí en las ruinas de Belchite y en esos pueblos que se han ido vaciando con el tiempo, y siempre me han interesado esos pueblos abandonados”. 

En realidad Paraíso Alto, el pueblo cercano a Manzanera que se deshabitó en los años 70, es un escenario que podría ser cualquier otro, “aunque la toponimia de Teruel siempre me ha atraído, y en concreto Paraíso Alto es el nombre perfecto para un lugar de estas características”. 

Realmente Ordovás ha basado su historia en los sucesos que tuvieron lugar en 1927 en la localidad burgalesa de Muga. Teodoro Espiga, preso de la locura, asesinó con un hacha a dos hijas suyas, a un bebé de ocho meses y a su suegra. Salió al campo a matar a su esposa y suegro, y al no encontrarlos regresó a su casa y trató de suicidarse sin conseguirlo, aunque murió desangrado pocas horas después al negarse el médico a darle tratamiento. 

El horrible crimen impactó tanto en la población que cinco años después quedó completamente deshabitado, presa de una especie de maldición, que todavía se acrecentó cuando años después una joven viajó a Muga únicamente para suicidarse. 

Sin embargo Paraíso Alto no es una novela de crímenes, ni siquiera una novela sobre suicidios, sino más bien sobre la incomunicación. “Uno de los grandes problemas de esta época es la soledad y la incomunicación. A pesar de las redes sociales y los aparatos móviles, ya no hay nadie que realmente escuche a nadie”. Así, los suicidas que acuden a Paraíso Alto en la novela de Ordovás, al menos, encuentran alguien que está dispuesto a escucharles y a hablar con ellos.