Síguenos
A sangre fría A sangre fría
La plaza del Regallo de Andorra el sábado por la tarde. A. Félez

A sangre fría

banner click 244 banner 244
Cruz Aguilar

Como decía un mensaje de apoyo a las familias de los tres asesinados que envió días atrás una empresa de la zona, en Teruel no somos gente de balas, sino de echar una mano cuando hace falta, como hizo José Luis y como posiblemente hubieran hecho otros muchos si la guardia civil, cuyos agentes en los pueblos de nuestra provincia suelen ser amigos, se lo hubiera pedido.

Las víctimas no tuvieron opción, se enfrentaban a un asesino despiadado al que le daban igual 3 que 30. Duele pensar que José Luis no hubiera dudado en cederle su coche para que huyera, seguro que no le hubiera puesto ningún reparo con tal de verlo lejos de su finca, de su padre y de sus vecinos. Iranzo no era una amenaza, no llevaba uniforme ni armas. Pero el Ruso no se lo pensó dos veces y disparó, al igual que hizo con los dos guardias civiles, a los que mató aún con chaleco antibalas.

En esas zonas del Bajo Aragón histórico los masicos están llenos en dos épocas del año: una es el verano, que es cuando la gente disfruta de sus ratos de ocio cuidando el huerto y refrescándose en las piscinas o balsas que algunos tienen. Otra es la campaña de la oliva, es decir, ahora. Todos los agricultores han salido al campo tranquilos, como siempre, a por las olivas para el aceite del año, porque nadie les había dicho que entre sus impeltes se escondía un asesino. En algunos de esos masicos, que muchos utilizan para comer sin pasar frío cuando recogen la oliva, estuvo Igor el Ruso. Los dueños pasarán esta Navidad pensando en Víctor, Víctor Jesús y José Luis, pero también dando gracias por que Igor no eligiera su caseto para ocultarse.

Los vecinos de Albalate fueron tiroteados pero, pese a ello, pueden estar contentos, porque Igor el Ruso tiene puntería suficiente para haberlos matado de un solo tiro y sin pestañear.

Las cosas no se hicieron bien, a las pruebas me remito. El medio rural siempre se ha quejado de la falta de seguridad y la respuesta desde arriba han sido las estadísticas, que estamos mejor que en casi todo el resto del país. Y seguro que es así, pero después de lo ocurrido el día 14 en Andorra es momento de que los que mandan dejen de lado las cifras y piensen en las personas.