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Soldado Soldado
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Juanjo Francisco

El río helado se resiste y hay que utilizar una piedra para romper la gruesa capa y poder lavarse la cara, aunque sea de esas maneras, que tampoco apetece demorarse mucho en la tarea. Está amaneciendo, si es que así se puede llamar a la pálida claridad que amenaza la densa niebla que cubre ese pequeño pueblo de Guadalajara. Queda trecho todavía hasta llegar a territorio familiar, en ese Teruel que tanto está padeciendo en este invierno.
El caballo, tan importante o más para el Ejército que él, reclama atención y necesita beber agua. Esta marcha no es como las demás. Lleva más de un año en filas y ha visto más mundo que en los 17 que pasó en el pueblo, envuelto en las rutinas del ganado y la labranza, bajo la mirada inquisidora de un padre que se afeita poco y sonríe menos. Es el mayor de cuatro hermanos y ahora son ellos los que tendrán que aguantarlo.
Aún así, será emocionante -piensa- pasar al lado mismo de casa, simplemente por ver la esbelta torre y respirar el mismo aire frío que envuelve a su familia y a ella.
Apenas tuvo tiempo de explicarle su llamada a filas porque la veía poco, un rato a la anochecida y totalmente molido tras un largo día de siega.
Me voy, me llaman -le explicó-, espérame cuanto puedas, pudo decirle. No está seguro de que entendiera qué significaba esa petición porque a los 16 años, apenas una niña, la vida tiene misterios.
Pero confía en esa morenica de cara redonda que también sabe peinarse la melena rizada. Tendrá ya varias fotos de él con su flamante uniforme de Caballería...qué pena pasar tan cerca de ella y no verla ni dos minutos. Cuando todo acabe podrán hacer planes. Hay hacienda suficiente para poder vivir de la tierra, son afortunados.
El cabeceo del animal lo saca de la ensoñación. El regimiento marcha y no deja a nadie atrás. Tiembla, y no es el frío, cuando monta para incorporarse a su sitio en la columna, camino de Maranchón. Más allá, el pueblo de donde salió, justo detrás de los montes que tiene en frente, y más allá, Santa Eulalia, a las puertas de Teruel. Aguantará y vivirá, piensa. Su montura es brava y está curtida en escaramuzas. Aguardan los llanos del río Alfambra.