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Luis Grañena, de la caricatura al acrílico en el Castillo de Valderrobres Luis Grañena, de la caricatura al acrílico en el Castillo de Valderrobres
Luis Grañena forma sus imágenes a través de trazo grueso, en el que se aprecia la mancha de pintura y la trayectoria del pincel

Luis Grañena, de la caricatura al acrílico en el Castillo de Valderrobres

El prestigioso ilustrador afincado en la localidad turolense expone "Pintura" hasta el 15 de julio
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Pintura es el título minimalista de la exposición que el ilustrador zaragoza Luis Grañena tiene en la sala de caballerizas del Castillo de Valderrobres. Se trata de una muestra de 18 acrílicos de alguien cuyo trabajo diario le lleva a publicar sus personalísimas caricaturas todos los días en varias publicaciones de todo el mundo, y que se acerca a la pintura cuando el tiempo se lo permite y con vocación “de válvula de escape”, de hacer algo que más allá del trabajo diario le “emociona”. 

La muestra, organizada por la Fundación Valderrobres Patrimonial Asunción Tomás Foz podrá visitarse hasta el 15 de julio. Grañena lleva varios años afincado en Valderrobres junto a sus dos hijos y su esposa, profesora en el IES Matarranya de la localidad. Desde allí envía sus ilustraciones a publicaciones de todo el mundo, como New Yorker, Financial Times, Weekend, Liberation, Vanity Fair, La Vanguardia o Arab News, un periódico editado en Londres de noticias sobre el mundo árabe que cuenta con las caricaturas del zaragozano para el rediseño que lanzó a primeros de este mes. 

Aunque llevaba un tiempo apartado de la pintura, “siempre me ha gustado y siempre lo llevo en la cabeza, para hacerlo cuando tengo tiempo”, explica. De hecho tiene un estudio en su casa de Valderrobres donde sube “cuando necesito un desahogo, una válvula de escape” que le permite dejar el ordenador y la ilustración digital por un rato y regresar a los pinceles y el olor a pigmento.

Primera exposición en Teruel

En Valderrobres es la primera vez que expone, y en cuanto a pintura Luis Grañena expuso hace varios años en la Sala Luzán de Zaragoza, “aunque siempre he pintado para mí, como afición, y sin ninguna pretensión”. 

La muestra está compuesta por 18 cuadros figurativos con varios motivos, desde el retrato o la figura humana hasta el paisaje. “Mi profesión de caricaturista no me condiciona a la hora de pintar, porque son cosas completamente diferentes”, asegura. “Pintar caras o figuras humanas es muy recurrente y muy agradecido, pero me gusta mucho el paisaje, los animales también dan mucho de sí... no prefiero unas temáticas sobre otras y trato de reproducir sobre el lienzo cualquier imagen que me llame la atención”.

Aunque son pinturas figurativas, Grañena no busca una mera representación realista de la realidad, sino una interpretación a través del trazo, casi de la mancha. “Aunque pinto figuras, a veces creo que son cuadros abstractos porque no deja de ser una mancha junto a otra. Me gusta que se vea la pincelada, la pintura, la marca del paso del pincel, que de algún modo haga referencia al abocetamiento del dibujo”. “De hecho”, matiza, “valoro mucho el hiperrealismo por lo complicado que es y lo espectacular del resultado, pero no termina de llamarme o emocionarme”.

En cuanto al acrílico, es la técnica favorita de Luis Grañena por una cuestión de comodidad. A base de dedicarle horas a conseguido modelar la técnica para sacarle su máximo partido. “De vez en cuando me meto con el óleo, pero me resulta muy farragoso. Al tener como base el aceite tarda muchísimo en secarse y, aunque te permite quizá más retoques, porque el acrílico debe ser más rápido, lo veo muy complejo por lo pulcro y limpio que debes ser”. A pesar del trazo grueso de la pintura de Grañena, su obra deja entrever una indudable maestría y un toque impresionista que trasciende a lo puramente figurativo. Algo radicamente diferente a lo que puede verse en sus caricaturas habituales, si bien el ilustrador asegura que “no es necesario cambiar ningún chip ni pasar por ninguna transición metal para abordar un trabajo u otro... lo hago con naturalidad, es como escribir un texto a mano o hacerlo desde un teclado”.

La mayor diferencia es que la pintura le permite trabajar a un ritmo más pausado que su quehacer diario, durante el cual no siempre tiene el tiempo necesario para realizar sus ilustraciones. “Al trabajar para varios medios hay semanas que tengo un día entero para hacer una caricatura, y otras que tengo que entregar siete u ocho... La verdad es que lo ideal es tener al menos un día o dos para cada trabajo, para tener tiempo de hacerlo, de dejarlo reposar, de volver a él más tarde y hacer las correcciones necesarias”. 

Los habitantes de Valderrobres tendrán una buena oportunidad de valorar la calidad de su trabajo como ilustrador, ya que el 15 de julio, cuando sea clausurada la exposición Pintura, esta será sustituida en la misma sala del castillo por una colección de caricaturas del mismo artista.