Últimamente vemos y leemos con tristeza demasiada violencia ligada al deporte, dos palabras que deberían estar lo más separadas posibles, deporte y violencia. Pero aún puede considerarse mucho peor cuanto se trata de deporte de base, donde los niños son los verdaderos protagonistas. Desde hace muchos años estoy ligado a este deporte de base, y he visto crecer a niños desde los 8 años hasta su mayoría de edad. Durante la semana tienen un escape de sus clases y estudios, y acuden a hacer lo que más les gusta, durante algo más de una hora, jugar al fútbol (o hacer su deporte favorito) con sus compañeros.
Llega el viernes, ya están ansiosos porque llega el día de partido o competición, puede haber nervios, pero sobre todo muchas ganas de divertirse y jugar a algo que les apasiona. Claro que quieren ganar, pero no a toda costa, no todo vale. Y si no lo consiguen, seguro que lo han pasado en grande, y el próximo fin de semana intentarán ganar, pero al acabar le darán la mano y la enhorabuena al rival que hoy les ganó y al chico que les arbitró. Esto es deporte.
Fuera del terreno de juego, la grada tiene que ser el sitio dónde vamos a disfrutar, a ver cómo estos chicos se divierten (serán nuestros hijos, nietos, hermanos o amigos), y dónde hay que animarles. ¿De verdad se merecen mirar de reojo y ver cómo un padre, hermano, abuelo o amigo, está insultando a su rival o al árbitro- ese chico que deja de hacer otras cosas, o se pega un madrugón para venir a arbitrar un partido de chavales, y que seguramente también tenga en la grada a su madre o padre, hermanos o abuelos?.
Papás, hermanos, abuelos, amigos… pasémoslo bien nosotros también cuando estemos en la grada, animemos a nuestro equipo, celebremos los goles, cantemos los uy!!! Pero seguro que los protagonistas lo que más quieren es que haya un respeto para todos, dentro y fuera del campo. Al fin y al cabo estamos hablando de chicos que están haciendo lo que más les gusta. Ayudémosles a divertirse.