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Hemeroteca: la ruta de la expoliación de yacimientos arqueológicos y paleontológicos Hemeroteca: la ruta de la expoliación de yacimientos arqueológicos y paleontológicos
Artículo publicado el 7 de noviembre de 1993 que daba cuenta de la situación en algunos yacimientos de la provincia

Hemeroteca: la ruta de la expoliación de yacimientos arqueológicos y paleontológicos

Hace 25 años leíamos que había grupos organizados dedicados a robar en estos enclaves
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Destruían los yacimientos paleontológicos con dinamita para dejar al descubierto los restos fósiles y en los arqueológicos, cavaban de manera más localizada gracias a los detectores de metales pero también destruían mucha información útil para los investigadores. Un reportaje publicado hace 25 años en este periódico bajo el título La ruta de la expoliación detallaba las prácticas con las que grupos organizados se dedicaban a expoliar el patrimonio turolense en el valle del Martín en una práctica en auge y un problema acuciante de difícil solución, decía el texto.

“La expoliación mueve muchos millones de pesetas, se puede comparar incluso con el dinero que mueve la droga y sin embargo es un problema muy mal conocido por la opinión pública y con un comercio clandestino muy difícil de controlar” decía a este periódico entonces José Ignacio Royo, arqueólogo responsable del departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón. En la información firmada por J. Royo Lasarte señalaba que son pocos los efectivos policiales destinados a vigilar los yacimientos dispersos por todo Aragón y en concreto por Teruel.

El Seprona de la Guardia Civil, la Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional y los forestales trataban de evitar este expolio pero se deben enfrentar, con escasos recursos y en la mayoría de los casos, a redes organizadas dedicadas al expolio de yacimientos que disponen de una tecnología punta, leíamos en el reportaje. Los ladrones contaban, seguía el reportaje, con los últimos modelos de vehículos todoterreno y también martillos neumáticos y dinamita que les permite remover en muy poco espacio de tiempo grandes cantidades de terreno, detallaba la información.

Ilustraban el texto fotografías que mostraban los efectos de ese expolio en yacimientos cuya ubicación no detallaba, según el autor, por motivos de seguridad: Toneladas de roca desprendidas de las vertientes de un barranco son el ejemplo de la devastadora acción de los martillos neumáticos y la dinamita y no de la erosión ni de las aguas torrenciales que pueden discurrir en época de lluvias.

Destacaba el texto el perjuicio de los expoliadores, no solo por el robo sino también por el daño que causaban en el yacimiento: “Si encuentran una pieza importante, amortizan todo el material empleado y el tiempo invertido muy pronto y jamás se podrá saber en qué contexto apareció, que es tan importante o más, que la pieza en sí. Al destruir, con estos procedimientos, los estratos en que aparecen los fósiles, se pierden todos los datos sobre la época y la vida del fósil” decía el arqueólogo.

Pero aunque no usaran dinamita, también el daño era irreparable en los yacimientos arqueológicos donde los terrenos quedan llenos de agujeros donde aún se puede apreciar los restos de cenizas de una civilización pasada y los fragmentos de cerámica que los expoliadores consideraron inservibles, signos inequívocos de que el lugar elegido fue el acertado.

Con quién se enfrentaban

El texto detallaba que en ocasiones los agentes forestales habían intentado tomar declaración a personas de una “respetable” condición social y haciendo uso de su posición espetaron: “Tú no sabes con quien estás hablando”‘.  Pero en el texto el arqueólogo aclaraba que, en el caso de que tuvieran titulación, eso no les eximía de cumplir la ley: “Sea arqueólogo, sea paleontólogo o sea lo que sea, tienen que solicitar el correspondiente permiso. Además, en estos casos, se puede considerar un agravante, dado que el deber del especialista es conocer la legislación -y agregó-, cuando se trata de trabajos autorizados, lo sabe todo el mundo, dado que enviamos informes y lo notificamos a los ayuntamientos correspondientes, al Gobierno Civil y al Museo”.