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La lucha contra la despoblación: De vivir en Barcelona a ser el único que trabaja durante el invierno de Tormón La lucha contra la despoblación: De vivir en Barcelona a ser el único que trabaja durante el invierno de Tormón
Sergio?Calvo posa en la terraza que su empresa construyó este verano para el bar del albergue del pueblo

La lucha contra la despoblación: De vivir en Barcelona a ser el único que trabaja durante el invierno de Tormón

Sergio Calvo cambió la ciudad condal por el pueblo de su mujer en 2006, cuando fundó Ebron
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Juan Corellano

Para llegar a Tormón uno debe dejar bien atrás Teruel, surcar una carretera montañosa, a día de hoy no en el estado que a sus usuarios les gustaría, y adentrarse en los picos que rodean y sirven de refugio a esta localidad, situada en un marco natural envidable. Esta travesía, para alguien natural de Barcelona como es el caso de Sergio Calvo tuvo que ser todavía más impactante. Él, comenzó a viajar asíduamente al pueblo del que son naturales sus suegros hace 38 años, y finalmente se instaló y comenzó a vivir en él en 2006.

En Barcelona, comenzó a trabajar de joven en el mundo de la construcción y pasó un tiempo después a la alimentación. Finalmente, cuando en la crisis comenzó a faltarle trabajo decidió ir a vivir al pueblo junto a su suegro ya jubilado. Una vez allí, su mujer encontró trabajo en Teruel y sus tres hijos se quedaron con ella. Entonces, decidió buscarse él mismo el trabajo. “Como no sabía qué hacer dije: me voy a dedicar a lo mismo que hacía cuando tenía veinte años”, comenta sobre la fundación de su empresa de construcción Ebron.

Esta compañía comenzó poco a poco y fue creciendo hasta su estado actual, en el que cuenta con tres obreros además de Calvo y puntualmente su hijo, que le ayuda durante las vacaciones. Ellos trabajan fundamentalmente por la zona y los pueblos de alrededor, realizando reformas para instituciones y particulares. “Los que más faena me dan son el Ayuntamiento de Tormón, el de Alobras y el de Veguillas”, comenta el albañil. 

Calvo es el único vecino que trabaja en el pueblo, a excepción de los periodos en los que abre el Albergue El Abrigo de Tormón. En total son alrededor de 30 los censados, aunque en invierno la población real apenas supera la decena. Esta, a excepción de Calvo, está formada por pensionistas, aunque ahora en verano el pueblo se llena de gente de todas las edades con raíces en la localidad. Ello también ayuda al negocio de Calvo, que asegura que muchos veraneantes aprovechan estos periodos para reformar sus casas. Fruto de estas intervenciones, las fachadas del pueblo lucen actualmente como si fueran prácticamente nuevas.

Fuera del ambiente veraniego, durante los meses de invierno los vecinos no cuentan con ninguna tienda, bar o establecimiento abierto, pero sí con servicios de reparto y asistencia a domicilio. De esta manera, en Tormón reciben periódicas visitas semanales de un médico y una enfermera y para la alimentación de un panadero, un frutero y un servicio de congelados, a lo que también se suman las rutas de forestales y guardia civil.

Con todas estas prestaciones, Calvo asegura que no hay ningún problema para vivir. “El médico viene a buscarte, eso es algo impensable para alguien como yo que viene de Barcelona”, comenta. Sin embargo, señala que la principal carencia es la ausencia de una escuela cercana. “El problema es la escolarización, tengo dos trabajadores de Ademuz que podrían estar aquí pero, ¿cómo lo hacen? allí ya tienen colegio e instituto”, apostilla. “Si los hijos son mayores sí que te puedes venir a vivir, pero si son pequeños es imposible”, asegura Calvo, que también admite que valoró con su mujer internar a sus hijos pero finalmente lo descartó.

A pesar de ser feliz residiendo en el pueblo, si que admite que podría haber algunas vías de actuación que facilitarían su vida en Tormón, como ayudas económicas para actividades rurales que no involucren agricultura o ganadería. “Yo llevo 12 años y no he recibido ninguna ayuda de ningún sitio y en las cuotas de autónomos pago lo mismo que si mi empresa estuviera en la Castellana o en el Torico”, explica Calvo. Aún con todo, él no se plantea cambiar su residencia, porque asegura que, por lo demás, allí “se vive muy bien”.