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Rubén Pascual Tardío, ganador del Desafío Buñuel: “La gente debe ser libre para elegir por 
sí misma, y tener derecho a equivocarse” Rubén Pascual Tardío, ganador del Desafío Buñuel: “La gente debe ser libre para elegir por 
sí misma, y tener derecho a equivocarse”
Rubén Pascual Tardío, ganador del Desafío Buñuel

Rubén Pascual Tardío, ganador del Desafío Buñuel: “La gente debe ser libre para elegir por sí misma, y tener derecho a equivocarse”

Para el madrileño el cortometraje puede ser uno de los formatos de mayor éxito en el futuro
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Rubén Pascual Tardío es un joven realizador de cine madrileño, de ascendencia soriana, que con 24 años ya cuenta con una trayectoria importante no exenta de premios. El último ha sido el de Mejor Película que obtuvo la semana pasada durante la II edición del rally Desafío Buñuel de Teruel por Sobre ruedas, un cortometraje rodado en 48 horas con Verónica Forqué y Mariano Venancio, que además obtuvo el Premio del Público y el de Mejor Actriz, que fue para la coprotagonista turolense Beatriz Fabregat. 

- ¿Como fue su experiencia en Desafío Buñuel? ¿Se había enfrentado alguna vez a algún rally de estas características, donde tuviera que producir un corto en solo 48 horas?

- Nunca, nunca había hecho nada parecido. Ha sido una locura total. Yo he hecho mis cortos, y he ganado algún premio, pero con mucho tiempo y actores que no eran conocidos. Y de repente trabajar con Verónica Forqué, con Mariano Venancio, con Maite Uzal... y tener que hacerlo todo contrarreloj es algo completamente diferente. Dirigir a actores tan buenos en tan poco tiempo ha sido una experiencia brutal. 

- ¿Trabajar contrarreloj saca lo mejor de cada uno, o es inevitable que el trabajo sea demasiado acelerado y mediocre?

- Saca lo mejor, sin duda, o te mueres del estrés y te hundes. Una de las cosas maravillosas que tuvimos esos días fue la climatología. Llovió, granizó, tronaba... una cosa preciosa. Rodabas un exterior con sol y buen tiempo, y resulta que la escena siguiente, que es cinco minutos después según el guion, te caen chuzos de punta... Pero es que además te encuentras con otros muchos problemas. Nosotros por ejemplo estábamos pendientes de que llegara una persona de Madrid con todo el equipo de arte y uno de los actores, se le rompió el coche y tuvimos que ingeniárnoslas para traerlo todo aquí.  Eso fue en el minuto 0, y a partir de ahí fue un problema tras otro. Había que improvisar todo el rato y a toda máquina. 

- ‘Sobre ruedas’ es una comedia, pero con tintes de drama...

- Es un regreso a la vida como tal. Son dos personajes que están muertos y que salen de esa muerte para regresar a la vida que quieren tener. Fanny, el personaje de Verónica Forqué, lo único que quiere era salir de la residencia y volver a su casa, y Silvia necesita que le dejen intentar ser actriz. La vida es cíclica, y los adolescentes y los ancianos coinciden en que dejan de ser libres y pasan a vivir la vida que los otros quieren que vivan. Este corto es un canto a la libertad porque la gente debe decidir por sí mismo y tener la oportunidad de equivocarse, seas un niño o seas un anciano. 

- Mariano Venancio entró casi por sorpresa en su historia, después de que uno de los cortos participantes no pudiera tomar la salida. ¿Tuvo que remodelar mucho la historia?

- Tuve que sentarme con él a hablar sobre el guion solo media hora antes de rodar su escena. El personaje ya estaba hecho, aunque me encantó trabajar con él porque conozco a Mariano desde niño, y modifiqué el papel a esa forma de ser que tiene tan loca y tan de pegar voces. Hay una frase mítica que el decía en un personaje hace mucho tiempo, que era "me cago en todo lo que he estudiado" –la dice en un capítulo de Aquí no hay quien viva–, que sí o sí tenía que estar en el personaje y en Sobre ruedas. 

- ¿Trabajar con gente consagrada como Verónica Forqué o el propio Mariano Venancio es una ventaja o un inconveniente? ¿Qué hay de esa leyenda negra de las veleidades y las manías de los grandes actores?

- Para mí la desventaja está en el propio director. Yo reconozco que los primeros 20 minutos que estuve con Verónica estaba mal, muy nervioso, porque me he criado viendo Cine de Barrio con mi madre. Vi películas de su padre que me fascinaban, vi películas de ella que me fascinaban, y para mí Verónica era alguien a quien idolatrar. Así que al principio te cuesta tratar con alguien que tienes en un pedestal, y dirigirla ya ni te cuento. Pero cuando pasó ese primer momento todo se hizo muy fácil. Ella tiene una edad y tiene una experiencia de un montón de años y películas. Esa señora ha trabajado con los más grandes y sabe más que tú de lejos. Así que la única oportunidad de que las cosas vayan bien es escucharla. Cuando había algo que no le gustaba me decía: “Esto no lo veo yo, Rubén”, muy suavemente. Y todas las ideas que me propuso, absolutamente todas, fueron acertadas. 

- Cuénteme alguna anécdota que sucediera durante el rodaje.

- Pues yo no sabía si Verónica Forqué podría manejarse en una silla de ruedas como exigía el papel, ya que no es fácil. Ella se sentó, empezó a moverse y a estrellarse por la habitación chocándose contra todo, contra la cama, contra los cuadros... Yo la miraba y me partía de la risa, así que decidimos tirar por ahí. De repente el personaje pasó a ser una novata con la silla, porque acababa de tener un accidente, y esa falta de adaptación era parte de la comedia. 

- ¿Esperaba obtener el Premio a la Mejor Película?

- ¡Ni de coña! Hubo gente que se vistió muy bien para la gala, como personas decentes, y yo iba con mi camiseta de El Resplandor, de cualquier manera, porque pensaba que me volvía a Madrid sin nada. Y cuando nos dieron los premios a Mejor Película, Mejor Actriz y Premio del Público fui temblando al escenario, que casi me llevo a una niña por medio, y no sabía ni qué hacía yo allí. Ha sido una maravilla hasta el punto de que estoy barajando hacer Sobre ruedas en formato largometraje. En realidad para mí los premios son una oportunidad para seguir trabajando, y Desafío Buñuel lo es.

- Además de dirigir el corto también se encargó de montarlo. ¿Por qué no trajo en su equipo a alguien específicamente para editar la imagen?

- Al tener tan poco tiempo para rodar yo preferí que todo el equipo estuviera en rodaje. Tener un montador en paralelo, que montara mientras rodábamos, significaba para mí tener un encargado de fotografía menos, y preferí no prescindir de él aunque eso significara que por las noches, después de rodar, me tocaba montar a mí. A fin de cuentas la postproducción que haces en el Desafío Buñuel es un trabajo de dos días, y no va a ser perfecta en ningún caso. Ahora tenemos dos meses para volver a hacer una buena postproducción. Sin embargo lo que no puedo hacer es repetir tomas ni volver a grabar, así que es mejor concentrarse en que el material que grabes en esas 48 horas sea de la mayor calidad posible, y eso implica tener un equipo lo más amplio posible. Si tienes material mal grabado porque has ido sin gente suficiente, eso en postproducción ya no lo puedes arreglar aunque tengas todo el tiempo del mundo. 

- A pesar de tener 24 años ya ha hecho varios cortos de temáticas muy diferentes, publicidad, ha montado y hecho guiones de largometrajes... ¿Con qué género y qué formato se siente más cómodo?

- Siempre pongo como ejemplo de director ejemplar a Richard Donner. Para mí es el director más camaleónico de la historia; hizo La Profecía, Los Goonies, Superman, Arma Letal, Conspiración... película en la que se metía era taquillazo, fuera del género que fuera. Yo creo que un director tiene que ser capaz de meterse en todos los jardines para ser un buen director. Al margen de eso, a mí lo que más me gusta es el drama, pero yo no creo en el género puro, y Sobre Ruedas es un ejemplo. No veo una comedia sin algo de drama y no veo un drama sin algo de comedia. 

- ¿El cortometraje es una mera rampa de lanzamiento para los que comienzan, o puede ser un género tan digno como el largometraje?

- Yo creo que es muy digno. Hay mucha gente que ha estado en el mundo del corto y que al final tiende al largometraje, porque hoy por hoy no se puede vivir de esto haciendo solo cortometrajes. Pero hay historias que se tienen que contar con cortometrajes, y otras que se tienen que contar con largometrajes. 

- Y la realidad es que el cortometraje no se exhibe ni en cines ni en televisión, por lo general, y jamás llega a un público amplio no especializado.

- Se menosprecia el cortometraje pero yo creo que en el futuro va a ganar muchas presencia. Hoy en día todos trabajamos mucho y no tenemos tiempo para ver películas, así que vemos series con un formato de 45 minutos por capítulo. Estamos acostumbrados a ver cosas rápido porque queremos que lo que nos tengan que contar nos lo cuenten rápido. Hay gente que seguimos viendo Gigante o Barrabás, películas de cuatro horas que si las estrenas ahora no se las ve nadie, pero en general creo que el cortometraje tendrá cada vez más tirón para el público. No sé si a través de plataformas de pago tipo Netflix o cómo, porque eso es imprevisible, pero ojalá que algo ocurra. 

- ¿Por donde van sus próximos proyectos? ¿Toca promocionar ‘Sobre ruedas’?

- Estoy perproduciendo ahora mismo dos cortometrajes, preproduciendo un guion que tengo para un largo y estamos valorando la posibilidad de que Sobre ruedas se convierta en algo más grande. En cualquier caso el cortometraje tiene ahora que recorrer muchos kilómetros para ir a todos los lados. Tenemos dos meses para volver a hacer una producción que lo deje redondo y explotarlo al máximo. Es un corto en el que Verónica Forqué y Mariano Venancio van a abrir muchas puertas, así que lo llevaremos a cuantos más festivales mejor.