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Juanjo Francisco

Hace tiempo que nos pasamos el tiempo -sí, redundancia- lamentándonos de las penurias que padecemos los turolenses y la cosa no pinta que cambie, para que vamos a engañarnos. Entre tanto, la vida va, y, malque bien, todos los días amanece, como decía mi abuela.
Lo que ocurre es que hay amanecidas más jorobadas que otras. Y las de estos días tienen mucho que ver con la sanidad, ese ámbito que pasa desapercibido en el día a día siempre y cuando uno, o uno de los tuyos, no se ponga malo o reciba un auténtico sopapo a través de un diagnóstico de los que asustan. 
Cuando una de estas dos variables se hace realidad, la cosa se pone fea porque, de todos los tiempos de rémoras, problemas, carencias y reivindicaciones que se han vivido aquí, es ahora cuando peor parece que esta todo. Basta con ver los titulares de periódicos de la pasada semana para hacerse uno a la idea de lo que se le puede venir encima si su salud se quiebra.
Ya dije en una ocasión que Teruel podría comerse con patatas un moderno hospital si no contaba con dotación suficiente de profesionales y ahora, por desgracia, todo apunta a que esa posiblidad puede ser real. En el Polanco faltan especialistas por doquier, y hay un servicio especialmente, el de OTR, que se sustenta en una única doctora que hace más de 30 años eligió vivir en Teruel, que está en mínimos clamorosos. Esta doctora clama por una solución y la administración está solventando el bache, de momento, con guardias de fin de semana a cargo de colegas que llegan de fuera con sueldo y dietas especiales, que, para más inri, generan malestar entre la plantilla fija del Polanco por lo que de posible discriminación salaria connota y por la sensación de trabajar en un sitio apestado, en el que solo quedan los peores, algo que es una auténtica barbaridad por incierto. 
Los profesionales que laboran en Teruel han demostrado, hasta donde mi experiencia alcanza, ser tan competentes como los que más, pero pagan el peaje de haber elegido vivir aquí y por lo tanto merecen el doble de reconomiento. De momento no admiten que el Polanco pierda su carácter de hospital general para ser un ambulatorio.