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La Revuelta de la España Vaciada: Los jóvenes, protagonistas de un día en el que reclamaron poder vivir en sus casas La Revuelta de la España Vaciada: Los jóvenes, protagonistas de un día en el que reclamaron poder vivir en sus casas
Un grupo de jóvenes con globos con los que formaron la palabra Teruel, en la manifestación de Madrid. Juan Corellano

La Revuelta de la España Vaciada: Los jóvenes, protagonistas de un día en el que reclamaron poder vivir en sus casas

Los universitarios reconocen que todavía falta concienciación y lucha por parte de su generación
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Juan Corellano

El bloque turolense lucía este domingo como uno de los más heterogéneos de la manifestación de la España Vaciada’. A las doce del mediodía, entre los miles habitantes de la provincia desplazados a Madrid, la seña de identidad era la diversidad. La capital, tras unas semanas de temperaturas más bien estivales, les recibía a todos con un cielo encapotado y lluvia al poco de comenzar la marcha. 

Sin embargo, niños, mayores y jóvenes caminaron juntos sin dejar que el agua rebajara sus ánimos. Los primeros clamando por la supervivencia de los colegios de sus pueblos, los segundos por el derecho a una sanidad pública de garantías y los terceros por mejores oportunidades laborales y estudios superiores. Cada uno con sus particulares reivindicaciones, pero con el objetivo común de encontrar soluciones para que todos gocen de una vida mejor en la provincia. 

En el caso de estos últimos, los jóvenes y más concretamente los estudiantes universitarios, no llegaban solo desde Teruel, sino muchos directamente desde las ciudades donde han tenido que marcharse a estudiar sus respectivas carreras. Ese es precisamente el caso de Ana Ferrer, que viajó en un autobús desde Zaragoza junto con otros amigos turolenses para unirse a las protestas. 

Ella vive actualmente en la capital aragonesa mientras termina sus estudios de geografía, pero el año que viene tiene muy claro que quiere volver a casa para vivir en Teruel o uno de sus dos pueblos, Aguilar del Alfambra y Cuevas de Almudén. “Yo viviré en un futuro en Teruel, independientemente de si trabajo en algo de lo que me gusta o lo que me toque”, comenta decidida. 

Uno de los amigos que la acompañan es Héctor Clemente, quien, sin embargo, no ha necesitado madrugar para llegar hasta Madrid porque actualmente cursa un máster allí. 

Él es de Cedrillas y cuando se enteró de la convocatoria de esta protesta a través de las redes sociales “estaba seguro” de que acudiría, aunque reconoce junto con Ferrer que no esperaba una acogida de tal magnitud. 

Él admite que en un futuro solo va a poder permitirse vivir a caballo entre donde encuentre trabajo y su pueblo, aunque asegura que Teruel siempre le va a acompañar de alguna manera u otra.

En cuanto a los problemas a los que se enfrenta su generación para poder vivir en la provincia, Clemente asegura que la falta de oportunidades de empleo hace que “la última salida sea salir fuera”, aunque asegura que con inversiones en áreas como las infraestructuras se podría conseguir “no solo que la gente joven se quede, sino también que venga gente de fuera”. 

Por su parte, Ferrer incide en las barreras aún mayores que sufren en los pueblos: “si no te has criado directamente allí es imposible que alguien vaya porque no hay trabajo, medios de transporte o servicios y para cualquier cosa tienes que ir a Teruel o incluso a Zaragoza”. 

Planear la vuelta

Al igual que Héctor, Álvaro Barea y Elisa Martín son otros dos ejemplos de jóvenes turolenses que viven en Madrid a raíz de sus estudios universitarios. 

El primero vino desde Calamocha y, aunque tiene planeada su vuelta a Teruel para un futuro menos inmediato, no dudó en ningún momento en unirse a la protesta porque “es necesario que la gente que ha decidido vivir en el mundo rural tenga una vida digna”. 

En cuanto a Martín, ella llegó desde Teruel y comenta que, por lo visto en su círculo y su entorno, los jóvenes siguen sin dar a este tipo de reivindicaciones “la importancia que merecen”, pues comenta que muchos no son conscientes de la situación actual de la provincia al vivir fuera. 

Sin embargo, entre los manifestantes también hay jóvenes con estudios superiores que actualmente viven en Teruel, como Alberto Figueroa. Él puede resultar precisamente un ejemplo a seguir para sus coetáneos, pues estudió magisterio en Madrid y ahora vive en Teruel trabajando en un puesto de su campo. 

De la manifestación destaca la necesidad de que esta reivindicación sea “algo constante, no un evento puntual” y, autocrítico, reconoce que entre su generación pese a haber bastante “concienciación”, todavía faltan “ganas de luchar”. 

Con respecto a su reciente cambio de residencia, asegura que está “muy contento otra vez viviendo en Teruel” y lo prefiere a trabajar o hacer vida en Madrid. 

En cuanto a posibles vías de mejora para facilitar la vida de los jóvenes en la provincia, además de las inversiones para mejorar el empleo y las infraestructuras apuntadas por el resto de los citados, Figueroa valora la posibilidad de explotar todas las posibilidades que ofrece a Teruel el gozar de un campus universitario.

Finalmente, tras la marcha todos ellos llegaban camuflados entre la diversa multitud a la Plaza de Neptuno, punto final del recorrido de la manifestación. Fue entonces cuando la lluvia cesó y las nubes comenzaron a disiparse, dejando vía libre a la lectura de los manifiestos. 

Este cambio meteorológico quizás llegaba como una suerte de señal metafórica. Quizás, tras la lluvia, vengan tiempos mejores no solo para los jóvenes, sino también para todos los niños y mayores que anduvieron por las calles de Madrid, así como para los que no pudieron estar.  Al final, eso es lo que hizo que todos, sin importar sus diferencias y particularidades, marcharan juntos. Todos compartían una misma esperanza, la llegada de tiempos mejores para Teruel.