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“Ni Laponias del Sur ni ostias” “Ni Laponias del Sur ni ostias”
Desde la Sierra de Albarracín un grupo de turolenses reivindican en Madrid su derecho a poder comunicarse como todo el mundo

“Ni Laponias del Sur ni ostias”

Los manifestantes reivindicaron su forma de entender la vida con honestidad y sentido del humor
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Las decenas de miles de personas de la España Vaciada que este domingo marcharon por el centro de Madrid se hicieron oir con un mensaje en el que se reivindicó alto y claro, en  una jornada histórica que no estuvo exenta de anécdotas. Muchas de las consignas que se corearon y de los carteles que se exhibieron pusieron de manifiesto que, además que pedir un trato no discriminatorio, lo que se pretende es dar a conocer y acabar con los tópicos, los mantras y los clichés que circulan por ahí. Por más que se comparen sus cifras de densidad de población ni Teruel es una segunda Laponia –con la que hay en Finlandia es suficiente–, ni los habitantes de la España Vaciada quieren tener las universidades a las puertas de casa para no tener que irse de Erasmus, ni se trata de encontrar aventureros dispuestos a abandonar la comodidad de los centros comerciales para habitar tierras inhóspitas como cuando Pelipe II repobló Las Alpujarras. 

Los turolenses y los manifestantes del resto de provincias derrocharon imaginación, sentido del humor y honestidad en sus mensajes. A los pueblos les pasa lo que al vino, que cada uno es el mejor del mundo para quien vive o ha nacido allí, y muchas camisetas y pancartas hacían alusión a la patria chica de cada cual, insistiendo en que tal o cual pueblo, por pequeño que sea, existe. 

También las hubo que, directamente, aludían al mandato constitución del artículo 130 de la Ley Fundamental, claro y diáfano: “Los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles. Con el mismo fin, se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña”.

Primer tren directo a Madrid

Una de las anécdotas más celebradas por los manifestantes turolenses fue el hecho de que el 31 de marzo fue un día histórico también porque viajó el primer tren directo entre Teruel y la capital de España. La verdad es que lo hizo a lomos de una furgoneta de alquiler y cubierto con una lona de plástico para que no se mojara. Sea como fuera, el tamagochi de cartón construido por el artista fallero de Fuentes Calientes Luis Pascual, con el que Teruel Existe reivindica un ferrocarril digno para la provincia, recorrió los 300 kilómetros que separan Teruel de Madrid en unas cuatro horas, solo un poco más de lo que le cuesta al tren de verdad cubrir los 180 kilómetros que separan Teruel de Zaragoza.  

El tono de la manifestación fue absolutamente cívico, aunque a los cánticos y lemas más o menos ocurrentes –”¡No tenemos frío! Somos de Teruel!” también hubo que añadir alguna pitada o reproche, dirigida a varios políticos que aprovecharon para hacer campaña, desoyendo la petición de las plataformas convocantes para que quien se manifestara lo hiciera a título personal sin exhibir siglas políticas. Pepe Álvarez, secretario general de UGT, acudió a la marcha con una pegatina del sindicato en la solapa, que terminó quitándose después de que varios manifestantes tuvieran que insistirle y explicarle que las plataformas había pedido que se evitaran escrupulosamente las referencias a partidos políticos y sindicatos concretos.

Puestos a explicar, en un momento dado de la marcha varios manifestantes también tuvieron que explicarle cómo es la bandera aragonesa a una persona que, con cierta vehemencia, les reprochara que estuvieran ondeando la enseña de Cataluña.

Tampoco faltaron personas radicadas en Madrid que se unieron a la manifestación, muchos de ellos naturales de pueblos de Castilla, Galicia o Aragón o hijos de inmigrantes que aprovecharon para reivindicar que, al contrario de lo que en muchos casos les sucedió a ellos, las personas tengan libertad para elegir su lugar de residencia al margen de las coyunturas económicas o laborales del país. Entre ellos muchos jóvenes que estudian en la capital de España y que aprovecharon el día para reunirse durante unas horas con sus familias y sentirse arropados por los vecinos de sus pueblos. 

El eco que obtuvo la movilización fue notable, no solo dentro de España sino también fuera. El periódico digital francés LesEchos.fr se hizo eco de la movilización de LEspagne vide, asegurando que “unas 80 plataformas locales de zonas rurales del centro de España se unen para rebelarse y denunciar la inacción del gobierno en materia de desertificación en un país que, en las últimas décadas”, afirmando que “las zonas deshabitadas en el centro del país serán decisivas en las próximas elecciones legislativas españolas” y aportando una fotografía de una movilización de Teruel Existe, eso sí, bastante antigua.

De todas las anécdotas de la jornada quizá la más ingrata fue la del agua. Nadie que proceda de una provincia agrícola o ganadera maldecirá nunca la lluvia, pero tras el segundo invierno más seco de lo que llevamos de siglo parece mentira que tuviera que darle precisamente por precipitar en Madrid y buena parte de la provincia de Teruel. El agua hizo que la jornada fuera mucho más incómoda para los manifestantes, pero ni restó demasiada afluencia –quien había decidido acudir no dejó de hacerlo por eso–, ni evitó que se desarrollara en un ambiente festivo. Los carteles y los zapatos acabaron mojados, pero acabaron lo que habían ido a hacer. Y el agua, que salpicaba del parche de los bombos a cada percusión, no evitó que compusieran la banda sonora de una jornada histórica para Teruel y para el resto de la España Vaciada.