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El baúl de la Piquer El baúl de la Piquer

El baúl de la Piquer

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Elena Gómez

Acabo de volver de un viaje, esta vez ha tocado visitar la provincia de Almería. Me encanta viajar, sobre todo recorrer todos los rincones de nuestro país y disfrutar de nuestra riqueza cultural, natural y gastronómica. Pero cada vez que salimos de casa, me acuerdo de doña Concha Piquer y su famoso baúl… una aficionada a mi lado.

En mis circunstancias, salir es toda una aventura y supone un gran esfuerzo. Necesito llevarme muchas cosas que otros no llevan en su equipaje: una grúa de transferencia, media docena de almohadones, utensilios de aseo personal, medicinas, herramientas, etc. Menos mal que llevamos una furgoneta bastante grande.

Luego está la otra aventura, la de la incertidumbre. Debido al volumen de mis trastos y a mis necesidades especiales, busco siempre alojamientos amplios además de accesibles. Encontrar el lugar idóneo supone mucho tiempo de preparación previa. Sin embargo, en no pocas ocasiones, al llegar al destino me encuentro con que me han metido. Pasillos impracticables, micro cuartos de baño, ascensores de Pin y Pon… Cuando esto ocurre, el bajón es impresionante. Muchas veces volver a desandar el camino es inviable si antes no me aseo y descanso un poco. Así que toca poner quejas, buscar algo mejor sobre la marcha y empezar las vacaciones de mal humor.

Desplazarnos -viajo con mis padres- es agotador, pero siempre vale la pena. Nos hace salir de nuestra zona de confort y de este modo nos demostramos que todavía podemos con esto. Por otro lado, conocer otros lugares nos permite cambiar de registro, abrir nuestra mente y, sobre todo, reconocer todo lo bueno que tenemos en casa.

Hemos visitado lugares maravillosos, reconozco el esfuerzo que se hace por ofrecer un turismo accesible en España. Pero Teruel no tiene nada que envidiar, y aun así mucho por mejorar. Por eso mi consejo es que, aunque cueste, hay que procurar salir y conocer realidades diferentes.