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Disputado Disputado
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Raquel Fuertes

A estas alturas de la semana política hablar de “El disputado voto del señor Cayo” ya suena a rancio y desfasado. Pero después de ver la estrecha nueva relación entre nuestros políticos y el mundo rural en proceso de despoblación es que no puedo por más que ir a caer en la vergüenza ajena al verlos ponerse en ridículo sin despeinarse (aún más ridículo que no se mueva un pelo a bordo de un tractor o acariciando cabritillas).

Vamos, que solo les falta encargar pegatinas con “Soy rural”, “Soy de pueblo” o, para cabrearme más, “Yo también soy de Teruel”.

Nos pasamos tres años y diez meses sin que nadie nos respire si no es que las plataformas ciudadanas montan alguna manifestación o llamamiento simpático que nos concede un minuto de gloria en los medios. Pero, luego, nada. 

Hasta que llegan estas campañas eternas (lo he mirado: aún no estamos en campaña, no quiero ni pensar cuando se abra la veda). Un par de mesecitos (este año tres, por el solapamiento) en el que nos van a prometer (por enésima vez) la Ínsula de Barataria. Promesas vacuas que luego son capaces de mirar en las hemerotecas y (estoy segura) desternillarse con nosotros y nuestra ingenuidad.

Uy, perdón, que soy de pueblo, pero voto en ciudad grande. Me da igual: me molesta igualmente que nos tomen el pelo y que vengan al pueblo a hacerse las fotos, a comer rico y a mezclarse con el populacho (seguro que luego se duchan con estropajo por si les pegamos algo). Lo sé, me he venido muy arriba, pero es que me enfada soberanamente ver cómo sistemáticamente tratan a los de pueblo como ciudadanos (¿pueblerinos?) de segunda hasta que se dan cuenta de que como el maldito sistema no permite aquello de “una persona, un voto” sino que los votos de provincias despobladas rinden mucho más, pues hala, vuelta al pueblo por campaña.

Si en la obra de Delibes la situación nos parecía esperpéntica, no lo es menos verlos en nuestras manifestaciones, en nuestros campos, silos y corrales “como uno más” para ver si se llevan el gato del tercer escaño en disputa.

Somos pocos. Pero no tontos. Ni ignorantes. Ni incapaces. Somos ciudadanos. Contribuyentes. Y con claras desventajas en muchos aspectos. Queremos soluciones y respuestas. Ni selfies ni promesas. Hechos y futuro.