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Hemeroteca: Teruel fue capital de Aragón.... hace 35 años y por un día, para festejar al patrón Hemeroteca: Teruel fue capital de Aragón.... hace 35 años y por un día, para festejar al patrón
Discurso del presidente Marraco destacado en la portada del periódico

Hemeroteca: Teruel fue capital de Aragón.... hace 35 años y por un día, para festejar al patrón

La celebración del Día de Aragón en Teruel en 1984 fue un símbolo de la descentralización
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‘Teruel, capital de Aragón’. Simbólicamente se entiende, aunque este periódico se guardaba la obvia aclaración para no estropear lo trascendental del momento. La portada del 24 de abril de 1984 DIARIO DE TERUEL presentaba así la información con la que recogía la celebración del Día de Aragón en Teruel. 

Era la primera vez que la capital acogía este acto institucional que el año anterior se había celebrado en Huesca, con todo el despliegue institucional que conllevaba. Y en esta ciudad se estrenaban también los Premios Aragón, con los turolenses Pedro Laín Entralgo y Pablo Serrano como primeros galardonados, distinciones que desde hace 35 años han servido para hacer profetas a aragoneses ilustres en una tierra que no siempre ha reconocido los logros de sus hijos.

La celebración del Día de Aragón tenía entonces un tinte reivindicativo que ahora cuesta entender, en un contexto aquel, de construcción de las autonomías y de asentamiento de sus herramientas legales como el Estatuto, aprobado en 1982, dotando de este modo de legalidad plena a Aragón como Comunidad Autónoma.

Aquel Día de Aragón de 1984 era el primero además que celebraban al frente de las instituciones regionales quienes habían sido elegidos en las primeras elecciones autonómicas, el 8 de mayo de 1983. En Teruel pronunciaba su primer discurso de este día especial el primer presidente autonómico elegido por las urnas, el socialista Santiago Marraco, que se había quedado a solo un escaño de lograr la mayoría absoluta en las Cortes de Aragón. A su gobierno le tocaría poner los cimientos de la autonomía aragonesa, que permitía a los aragoneses “encarar con optimismo” el futuro. 

Sus palabras aparecían en la portada de este periódico del 23 de abril de aquel año, junto al detalle del profuso programa de actividades para llevar la autonomía y el orgullo aragonés a la calle.

Decía el discurso de Marraco: “Aunque no logremos solucionar en pocos meses los problemas que durante siglos se han acumulado en Aragón, los avances logrados en el último año han sido importantes, con estimables cotas de autogobierno y sin que los aragoneses tengamos que seguir esperando a que vengan desde Madrid para decirnos qué debemos hacer de nuestros recursos naturales, o de los frutos de nuestro trabajo cotidiano”. 

Defendía que el gobierno regional debía especialmente “poner los cimientos de un poder aragonés y para los aragoneses” pero también “dar respuesta al problema político que planteaba al Estado un centralismo anticuado, incapaz ya de atender los problemas de una España que desea seguir estando unida pero que no ignora la diversidad de sus regiones y de sus gentes”.

De la parte más protocolaria, veíamos en la edición del 24 de abril las fotografías, en primer término en la portada, a Santiago Marraco entregando al alcalde de la ciudad Ricardo Eced una bandera de Aragón. Compartía protagonismo fotográfico con otra instantánea que mostraba a las primeras autoridades regionales, provinciales y locales que recibieron al tren que, procedente de Huesca, llevaba a Teruel a varios cientos de aragoneses para pasar aquel día. 

Por abajo veíamos en aquella portada, las imágenes de Pablo Serrano recogiendo el premio San Jorge lo llamaban en su pie de foto, y a la mujer de Pedro Laín Entralgo, haciendo lo propio puesto que el homenajeado no había podido asistir por tener una audiencia con el Rey con motivo de la entrega del premio Cervantes.

En las palabras que leyó su mujer, contaba la crónica, recordaba su condición de turolense, su deambular de niño por las calles con la torre de San Martín por fondo; por su admiración por la escalinata y el viaducto. Tuvo recuerdos para Antonio Beltrán y para su pueblo Urrea de Gaén, así como Zaragoza, en donde cursó estudios superiores. Y destacan estas palabras: “Vivir es conservar como propio lo que se ha visto antes. Por ello recordando el Teruel de mi infancia vivo”. 

Pablo Serrano también se mostraba agradecido por el premio y optimista sobre el futuro de la Comunidad : “Hago votos en Teruel por Aragón. Votos esperanzadores, por su cultura, por su desarrollo y nueva planificación, por despertar en la nueva juventud conciencias vocaciones..” leíamos sobre su intervención en aquella crónica.

De ambos ofrecía este periódico amplia información en los días previos al acto de entrega de premios, en el especial cultural que se publicaba bajo el nombre de “La linterna”.

Programa festivo

Estas reseñas cubrían la parte protocolaria, y sobre la festiva se detallaban los actos con los que se llevó a las calles de Teruel aquel joven aragonesismo: exposiciones, muestras de artesanía, juegos tradicionales y mención especial, concede el periódico, al primer encuentro de bandas de música que se celebraba en Teruel, con la participación de las bandas de Mora de Rubielos, Sarrión, Valdeltormo, Andorra y la anfitriona. 

Estos actos comenzaron ya el 22 de abril y por ello protagonizaban la portada del 23, junto a sesiones de cine gratis en el Maravillas, gigantes y cabezudos, un rally de coches y recital de folclore, entre otras actuaciones musicales y hasta fuegos artificiales. 

En unos días en los que compartían algo de protagonismo en el periódico con los actos más tradicionales de la Diputación de Teruel como la entrega de los premios de los concursos de pintura e infantil literario o los actos de San Jorge en Alcañiz.

Peticiones desde Teruel

“Bien está que una vez al año nos juntemos para recordar que somos Aragón, pero sin olvidar que Aragón es una exigencia de todos los días y de todos los años”. Días antes del acto institucional leíamos en el periódico artículos que ahondaban en las peticiones que Teruel lanzaba al resto de Aragón, en un tono alejado de la queja, conciliador, y hasta en algún caso ingenioso porque las peticiones se lanzaban al patrón San Jorge, al que reclamaban ayuda para acabar con muchos dragones que amenazaban el futuro de esta tierra.

Un ejemplo es el artículo que firmaba Santiago Quílez, del que forma parte esa frase de que el sentimiento de pertenencia a esta región debía ser algo diario, para que la celebración no se reduzca “una celebración agonal y folklórica”. Y apremiaba: “Hay que laborar porque esta conexión no se limite a entonar una jota a dúo y a exhibir unas banderas” porque en ese caso, añadía, “no pasaría de ser una manifestación colorista y exultante, pero que nos dejaría en un aragonesismo zarzuelero y falso”. Y firmaba una ingeniosa frase: “Cantamos mucho y contamos poco y, aunque parezca contrasentido para quien tanto canta, no nos dejamos oír”.

En esa misma página, publicada el 21 de abril, leíamos la columna del director del periódico Mariano Esteban que titulaba ¡Bienvenidos Aragón!, en la que hacía referencia a la vocación descentralizadora de ese Aragón incipiente que reivindicaba con estas palabras: “Teruel es una variedad en Aragón, como Aragón lo es de España. Teruel es una tierra que ha venido dando casi todo a cambio de casi nada. Pero Teruel es ante todo Aragón con un pasado glorioso, con un presente incierto pero con un futuro esperanzador”.

Y completaba aquella página un texto firmado por Joaquín Lacosta dirigido al “Señor San Jorge”, al santo, en el que le contaba la peripecia que suponía hacer viaje por “La Intransitable”, refiriéndose a la carretera de Zaragoza y Valencia por Teruel, para la que pedía “mejor suerte” no solo a Teruel sino “por el que puede prestar a Aragón, que es como decir a España”, como “eje-columna vertebral de comunicaciones de Aragón, de Francia con nuestro Levante”.

En la portada de aquel día podíamos ver al alcalde, Ricardo  Eced, que hacía un llamamiento a la participación de los turolenses en aquella jornada. “La autonomía aragonesa está tomando presencia y fuerza, poco a poco, sin alardes ni exhibiciones que den pie a infundados temores o a ilusorias esperanzas” pero creía que “tampoco es bueno demasiado silencio ante un proceso que, con todas las dificultades que indudablemente encontrará, abre vías modernas y contrastadas para mejorar nuestra tierra y nuestros hombres” por eso entendía aquella celebración como una llamada “al aragonesismo”.