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La piedra blanca del Bajo Martín levanta el vuelo con Roemer, Domingo y Fresneda La piedra blanca del Bajo Martín levanta el vuelo con Roemer, Domingo y Fresneda
Santiago Martínez, coordinador del Proyecto Alabastro, durante la inauguración, junto a las autoridades municipales y dos de los autores, Simón Domingo (4 cuarto por al izda.) y Anja Roemer (quinta por la dcha.) M. N.

La piedra blanca del Bajo Martín levanta el vuelo con Roemer, Domingo y Fresneda

Los tres residentes del Proyecto Alabastro exponen la colectiva ‘In itinere’ en Alcañiz
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El turolense Simón Domingo, la holandesa Anja Roemer y la sevillana afincada en Florencia Marta Fresneda exponen Alabastro in Itinere, una muestra colectiva de escultura en la piedra blanca del Bajo Martín que es resultado de las tres residencias artísticas que tuvieron lugar durante 2018 en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA).

La muestra podrá visitarse hasta el 19 de mayo en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Alcañiz, en su horario habitual de martes a sábado entre las 19 y las 21 horas, y el domingo de 12 a 14 horas. En la oficina de Turismo de la capital del Bajo Aragón se muestra además, de forma complementaria, una reproducción de un taller así como piezas de diferentes artesanos aragoneses y productores turolense.

Los tres artistas seleccionados que participaron en las residencias artísticas realizaron un proyecto escultórico, trabajando desde Albalate o desde La Puebla de Híjar, que son los dos ayuntamientos que forman parte, junto a la Comarca del Bajo Martín, de este proyecto destinado a promocionar el alabastro turolense, para usos fundamentalmente artísticos y creativos, en el exterior.

Cada uno de los proyectos fue expuesto en su día por separado; Message in a bottle de Anja Roemer en Albalate en diciembre de 2018; No es raro, es inhumano de Marta Fresneda a primeros de marzo de 2019; y Retajos para el arte de Simón Domingo a finales del pasado mes de abril. Ahora las 45 piezas de las tres propuestas artísticas se reúne en la colectiva Alabastro in Itinere, que viajará por diversas localidades turolenses tras su paso por Alcañiz. Todavía está por diseñarse el calendario definitivo, pero Teruel capital y Zaragoza podrían estar entre los destinos, además de otras localidades del Bajo Martín y del resto de comarcas turolenses.

Santiago Martínez ha sido el coordinador del Proyecto Alabastro, y hace un balance “excelente” de las residencias artísticas, “que han servido para dinamizar el CIDA y para conseguir una actividad escultórica vinculada al alabastro duradera en el tiempo y de gran calidad”. 

Las piezas creadas por Anja Roemer mezclan lo estético y lo reivindicativo en un discurso que tiene en el agua su sujeto protagonista. El proyecto está formado por ocho piezas, algunas de ellas compuestas por más de un elemento escultórico, que giran en torno a ese concepto del agua como fluido, algo que ya ha ocupado buena parte de la obra anterior de Roemer. 

Algunas de las principales piezas son Nube, que en este caso aparece encerrada en un marco que hace las veces de jaula;  o Tiempo, una instalación en la que dos gotas gigantescas permanecen suspendidas sobre una superficie árida, como dos péndulos, que mantienen el tiempo detenido al no oscilar y que se resisten a caer sobre el suelo y enriquecerlo con la humedad que necesita el desierto para renacer. 

Río es una de las piezas centrales y más bellas de su propuesta; con un curso lleno de meandros que se dobla y se pliega sobre sí misma, de arriba a abajo, creando un bonito efecto estético entre el vacío de los centros de cada meandro con las transparencias y brillos que genera la piedra blanca. 

Otras piezas, como Niveles y dimensiones, El bodegón, El Teatro o Tapa de distribución de agua recrean conceptualmente la doble dimensión del agua, la profundamente natural y en cierta forma indómita, incontrolada, y la antropizada, la que pasa por un proceso industrial para ser canalizada, conservada y consumida por el ser humano. En todos los casos hay un discurso transversal conservacionista, que hace hincapié en que el agua es la metáfora perfecta de la vida y que, cuando esta falta, todo se degrada. 

Por su parte Marta Fresneda también construye un discurso de denuncia, que bajo el título de No es raro, es inhumano gira en torno a los derechos humanos. La sevillana expuso en su día una colección de once piezas en alabastro y hierro. Cada una de ellas parte de un suceso puntual que disparan el proceso creativo de Fresneda; una información publicada en los medios de comunicación que supone un ataque flagrante a alguno de los derechos protegidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

Con ese material, Marta Fresneda ha presentado niños soldados inspirados en los que existen en Sudán del Sur, el rostro de un bebé llorando, unos labios sellados que no pueden expresar lo que desean,  o piezas sobre el derecho a la libertad de pensamiento y expresión, inspirada directamente a raíz de la demanda que la Fundación Francisco Franco interpuso contra Eugenio Merino por su obra Always Franco, que exhibió la figura del dictador metido en una nevera y que finalmente fue desestimada por los jueces en 2013.

Su obra se asemeja a la de Roemer en el sentido de que parte de formas figurativas para expresar mensajes que tienen que ver más con lo conceptual. Y en ese mensaje trabaja a la perfección las diferentes texturas que se le pueden sacar al alabastro, demostrando una gran maestría al trabajar el material. 

Las mil vidas del alabastro

En cuanto a Domingo Simón, el de Muniesa presenta Retajos de Arte, donde combina tres elementos que son recurrentes en su obra; una prolífica producción –su propuesta está formada por 23 piezas– la reutilización de materiales de desecho y el concepto de escultura como elemento con el que el observador puede interactuar sin limitarse únicamente a mirar.

El basamento central de su propuesta es el aprovechamiento del exterior del bolo de alabastro, que habitualmente se desecha tras su proceso industrial o se muele para la fabricación de yesos. Domingo ha recogido retajos de piedra y, salvando las dificultades que tiene trabajarlos, pues son mucho más irregulares que el centro de la piedra, ha realizado una serie de piezas que, en lo conceptual, juegan a combinar elementos tradicionales con otros modernos o contemporáneos, insistiendo en ese discurso de que una piedra como el alabastro trasciende al concepto de modas que vienen y van. 

Su pieza central es la bellísima La ola, inspirada en la popular pintura de Kanagawa que aprovecha costras exteriores del alabastro para reproducir el efecto rompiente de una ola. El resto de piezas incorporan luz eléctrica para explotar la translucidez de la piedra e introducir ese elemento utilitario que siempre reivindica Domingo para el arte.

Dado que la piedra utilizada por el artista no es bloque homogéneo sino un retajo irregular y con vetas ocultas que solo se descubren durante el esculpido, Simón Domingo asegura que cada pieza se fue formando a sí misma mientras desbastaba el material, casi como si escondiera una forma interior y el escultor no tuviera que modearla, sino liberarla.

Descubrir del alabastro

La exposición colectiva es la principal manifestación de la vertiente artística del Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro, que cubre otros ámbitos como la explotación industrial o la actividad extractiva de la zona. Y en ella hay que destacar que las residencias creativas han cumplido una parte importante de su cometido, que es poner en contacto al artista con una piedra con excelentes posibilidades escultóricas como el alabastro, no siempre valorada como se merece.

En el caso de Roemer, la holandesa estaba acostumbrada a la escultura en roca volcánica negra, y en este sentido ha encontrado un nuevo lenguaje dentro de la escultura que va más allá de la forma, y entra en el campo del color y la luz gracias a sus vetas, a los reflejos y a la traslucidez que añaden poder expresivo.

Simón Domingo es ya un veterano del alabastro, que suele combinar con otros materiales como hierro, madera o chapa procedente de residuos. El de Muniesa es uno de los mejores embajadores con los que cuenta esta piedra blanca, una de las principales materias primas del ingente flujo de trabajo de este artista.

Por su parte, Marta Fresneda había descubierto el alabastro antes, en 2013, precisamente a raiz de uno de los simposios que se dedicaron a este material en Albalate. Desde entonces se ha convertido en su material fetiche. “Es espléndido y versátil, y por alguna razón nadie lo usa excepto para hacer yeso”. La sevillana está afincada en Florencia, donde asegura que se venden muchas piezas hechas con alabastro aragonés que se intenta hacer pasar por italiano. “Aragón tiene el mejor alabastro del mundo, un auténtico diamante en bruto que se tiene que explotar mejor”. 

Continuidad en 2019

El funcionamiento de la primera edición de las Residencias Artísticas del Alabastro en el Bajo Martín han sido tan positivas que el CIDA está decidido a repetirlas. La idea es sacar una nueva convocatoria a tiempo para que a finales de 2019 otros tres artistas se pongan manos a la obra. Entre los proyectos que lo soliciten, el jurado seleccionará  tres perfiles diferentes; un escultor de trayectoria bien contrastada, un escultor necesariamente aragonés, y un artista joven todavía poco conocido pero con gran proyección. “Este año además queremos que coincidan físicamente en el CIDA cuando desarrollen sus esculturas, porque hemos comprobado que la dinámica que se establece entre los escultores cuando trabajan juntos es muy enriquecedora”. 

Tras esa segunda residencia, el CIDA volvería a organizar tres exposiciones, una por escultor, y otra colectiva que viajara por diversos lugares como va a ocurrir con Alabastro in Itinere.