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La exposición colectiva más completa sobre arte contemporáneo turolense vuelve al Claustro del Obispado La exposición colectiva más completa sobre arte contemporáneo turolense vuelve al Claustro del Obispado
Vista de la sala del Claustro del Obispado que acogerá hasta el 5 de junio la exposición ‘Teruel visto por...’. M. A.

La exposición colectiva más completa sobre arte contemporáneo turolense vuelve al Claustro del Obispado

Quince autores de Teruel y dos catalanes exponen su obra en la muestra ‘Teruel visto por...’
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Son todos los que están, pero no están todos los que son. Más que nada porque el espacio es limitado y de hecho ya no cabe ni un solo cuadro más en el Claustro del Obispado, donde se inauguró Teruel visto por..., una interesante muestra de pintura, fotografía, escultura y grabado de quince artistas turolenses y dos catalanes que aporta un refrescante y casi exhaustivo repaso a la actividad artística y creadora que tiene lugar en la provincia a día de hoy. 

En la muestra se expone obra de Agustín Alegre, Carmen Blasco, José Enrique Blasco, Carlos Blasco, Hugo Casanova, Alba Hernández, Luis Giménez, Fernando Laredo, Córdoba Llamazares, Marta Marco, Gene Martín, Ángeles Pérez, Leo Tena y Lucía Villarroya, además de los catalanes Xavi Miró y Fernando Gaya. 

También es catalán, aunque lleva varios afincado en Teruel Ramón Boter, pintor y escultor que, además de exponer tres acuarelas, comisaría la exposición. Es la segunda gran colectiva que se hace en dos años, tras Amor_es que pudo verse en 2018 por estas fechas en el mismo emplazamiento. 

La exposición cita en un lugar neutral e intermedio a Mahoma y a la montaña. Por un lado “el arte en general y la pintura en particular parece empeñada en alejarse del público”, recuerda Boter, y por otro “los artistas y los creadores acabamos enclaustrándonos en nuestros estudios sin tener casi contacto ni con los aficionados al arte ni con otros autores, así que también viene bien que veamos nuestros cuadros o nuestras esculturas junto a obras de otros autores”. 

El nexo que reúne las cerca de cincuenta obras que se exponen en el Claustro del Obispado hasta el 5 de junio es que representan una mirada de su autor, más figurativa o más abstracta, hacia la ciudad de Teruel. Más allá de este concepto la muestra resulta de lo más heterodoxa, ya que combina técnicas, lenguajes artísticos y disciplinas. “Otras de las cosas que me atraen de este tipo de muestras es que coexisten autores realmente consagrados con otros que no lo son tanto, pero se dedican profesionalmente a esto, y otros que son auténticos amateurs, pero con una obra y unas capacidad de expresión que resulta igualmente interesante”. 

Entre la obra gráfica predomina la figuración sobre la abstracción, aunque no por consigna sino como, por decirlo de algún modo, una declaración de intenciones improvisada. Ramón Boter entiende las artes plásticas como un vehículo para emocionar dirigido a personas con capacidad de emocionarse y de romper las barreras que existen entre el arte y el gran público. “Sobre todo desde el boom del arte abstracto se ha generalizado una actitud de miedo a la pintura. No me sirve eso que dice mucha gente que de ‘no entiendo el arte’, porque no hay que entender nada”, afirma rotundo Boter. 

Sin embargo el artista asume que parte de la culpa la tiene el gremio. “El propio arte se ha querido complicar demasiado para mitificarse y subir demasiado en la jerarquía de las cosas de la vida”, asegura Boter. “Aunque es un patrón que empieza a estar anticuado, todavía son mayoría las galerías o los museos a los que llamas para exponer y te rechazan tan pronto dices que eres figurativo”. 

¿El resultado? “Pues que vas por Barcelona de galerías de arte y te aburres, porque no te cruzas con nadie. Ese arte empieza a no interesar a nadie... se mueve mucho dinero, sí, pero ese dinero sale de muy pocas carteras”, asegura. 

En este sentido Ramón Boter reivindica el arte figurativo “no como una manifestación ñoña, anticuada o simplona”, sino como una forma de “poder introducir mundos atrevidos, descarados, imaginativos y vanguardistas a través de pinturas reconocibles para el público”. Un ejemplo son las tres acuarelas que el propio Ramón Boter aporta a Teruel visto por..., tres vistas figurativas de la ciudad tamizadas por la personal y peculiarísima forma de entender el color y sus fusiones, producto de la influencia Van Gogh, Matisse o del excelente pintor colorista barcelonés Ramón Sanvisens i Marfull (1017-1987), a la sazón maestro de Boter. 

También son muy interesantes las aportaciones de Agustín Alegre o de Carmen Blasco, en las que se puede ver a la familia Obama de paseo por el Torico. Ramón Boter supo de ella a través de la obra que expone en el Bar Los Juncos, “me encantó y me empeñé en conocer a su autora y en convencerla para que expusiera junto al resto de los autores”. 

En la pintura predomina el óleo, hay un acrílico, varias acuarelas y dos grabados, obra de la turolense Lucía Villarroya. Villarroya, en su doble faceta de ceramista y grabadora, aporta también una pieza cerámica que pertenece a sus últimos trabajos inspirados por las arcillas turolenses. 

También juega con la duplicidad en su discurso artístico Gene Martín, que muestra una interesante cerámica y una pintura. En cuanto a la fotografía, Leo Tena propone una sugerente vista de los viaductos en blanco y negro, envueltos en niebla, mientras que Ángeles Pérez aporta un paisaje de Villalba con un delicado tratamiento visual que le concede el aspecto de una pintura desde cierta distancia. 

Durante el acto de inauguración, que tuvo lugar con numerosísimo público presente, Ramón Boter agradeció al Obispado de Teruel y Albarracín el gesto de ceder el espacio hasta el 5 de junio para exponer Teruel visto por..., y pidió disculpas “a la gente que no ha podido participar porque materialmente no cabe más obra en la sala”. Asimismo insistió en su voluntad de poner en contacto el arte con el público, e invitó a todos a quitarse lastres y permitirse el lujo de emocionarse y regocijarse (o no) a través de la contemplación.  La exposición permanecerá abierta hasta el 5 de junio y puede visitarse gratuitamente de lunes a sábado de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas.