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Festivales Festivales
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Juan Corellano

Según mis cálculos, un joven ocioso podría cruzar España de festival en festival sin estar sobrio ni un solo día de verano. No creo que esté descubriendo el fuego, pero lo cierto es que esto de los festivales se nos está a empezando a ir de las manos, esta burbuja tendrá que explotar de una manera u otra. No hay tantos artistas de talla internacional en el planeta para abastecer este sinfín de festivales. En unos años, algún cartel estará encabezado por María Jesús, su acordeón y Georgie Dann. 

Además, para el que tenga la feliz idea de ir a dos o más festivales este verano, será como vivir una y otra vez el día de la marmota. Pese al gran número, al menos a mí, me parecen todos iguales. Rosalía es la nueva oveja Dolly, cabeza de cartel por decreto ley. El miércoles noche la tienes en la capital, dos días después en el norte y entre medias descubriendo al país que el catalán también sirve para cantar. Toma esa Serrat. 

Tal es la similitud, que si no se puede hacer una copia exacta se fabrica la marca blanca. En el MadCool se quedaron con el Gallagher bueno, Noel, por lo que al BBK no le quedó más remedio que quedarse con el que sobraba, Liam. Como cuando te gusta mucho una camiseta, pero no quedan más de tu talla. Un sacrificio necesario.  

Sin embargo, dentro de esta burbuja, pese a los desorbitados precios de muchos festivales, creo que la verdadera estafa se esconde en un segundo plano: las tiendas de campaña. Estos productos son la cumbre de la publicidad engañosa, ríete tú de los bancos y sus preferentes. Mi primera queja es con respecto a la capacidad de las mismas. ¿Quién mide cuántas personas caben dentro de una? ¿niños? ¿estamos hablando de explotación infantil? Segunda, ¿qué es eso de que se recogen fácil? He visto a ingenieros al borde del suicidio intentando plegar una. A la vista de este turbio negocio subyacente, tengo una teoría: el auge de los festivales es producto de Decathlon. Aquí lo escuchasteis primero.