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¿Alguien al volante? ¿Alguien al volante?

¿Alguien al volante?

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Comienza una semana trepidante, una semana en la que se tiene que empezar a aclarar el futuro de algunas instituciones, que siguen en el aire meses después de que fuéramos a votar.

El debate de investidura de Pedro Sánchez y la recta final antes de celebrarse el de Javier Lambán, aquí en Aragón, marcan una agenda política en plena ebullición, aunque estemos en el tramo final del mes de julio.

Y en medio de todo este fregado emerge, como figura protagonista, Podemos, el partido de Pablo Iglesias, una formación que llegó a esto de la política con ganas de cambiar las cosas, de ser algo diferente, y que parece que se ha cansado de sus postulados iniciales.

Me pregunto si hay alguien al volante de una formación que pregonaba a los cuatros vientos que lo importante eran las políticas y nos lo sillones y que en unos años ha pasado de eso a imponer, ya no los sillones, sino los nombres y los apellidos por encima del bien común. Y todo esto ante la estupefacción de muchos de sus votantes y militantes.

El espectáculo de la negociación PSOE-Podemos para el gobierno estatal está dando para un documental de Netflix. Iglesias se impone como vicepresidente, luego se echa a un lado para parecer el bueno de la película, pero deja escritos los nombres de los que deben ser si no es él. Todo muy edificante.

Dan igual los acuerdos políticos, las estrategias sociales, las medidas medioambientales...por encima de todo eso están fulanito y menganita, lo importante de todo es que se sienten en el Consejo de Ministros y, luego, ya veremos.

Todavía más alucinante es el caso de La Rioja, feudo del PP desde que se empezó a hacer vino y que, hasta la fecha, no puede cambiar de manos porque una diputada -sí, una solitaria diputada- dice que si quieren su voto le tienen que dar varias consejerías.

¿Y aquí en Aragón? Pues las cosas parece que se están reconduciendo. Podemos se sabe imprescindible -y lo es- y reclama su sitio, veremos a qué nivel, en el Gobierno autonómico.

Pero se equivoca en una cosa, en su fuerza a la hora de exigir su cuota de representación. Podemos insiste en que tiene dos diputados más que el PAR, por ejemplo, aunque olvida que Aragón va mucho más allá del Pignatelli. Es verdad que los aragonesistas se han quedado con tres exiguos diputados, pero a esos tres representantes hay que sumarles el poder municipal y comarcal, que, al menos en Teruel, sigue en alza.

El PAR tiene en la provincia 70 alcaldes, uno menos que el PSOE y 5 menos que el PP. El PAR ha sido fundamental para formar la Diputación Provincial, que podía haber inclinado hacia cualquier lado, aunque esta vez ha elegido a los socialistas. El PAR decidirá mañana muchas de las comarcas.

En esto de la política, como en otras muchas cosas de la vida, dos más dos no son cuatro y hay que mirar un poco más lejos a la hora de hacer los cálculos.

Y aquí es donde debe emerger la figura de Nacho Escartín, el líder de Podemos en Aragón, alguien que se ha revelado como conciliador y dialogante. Es verdad que tiene fuerza para decidir el próximo Gobierno, pero debe ser consciente de que esa fuerza tiene el recorrido que tiene. Es hora de que Escartín tome el volante, aunque desde otros sitios le estén pidiendo que vaya en dirección contraria.