Síguenos
No tenemos ni idea No tenemos ni idea

No tenemos ni idea

banner click 244 banner 244
Juan Corellano

Desde que empecé a ejercer como periodista, en muchas ocasiones me he dedicado a cubrir información deportiva de todo tipo. Desde fútbol hasta petanca, pasando por competiciones internacionales de morra, atletismo o tenis. En general, el ‘sabelotodismo’, o al menos su pretensión, es una condición inherente al mundo del deporte. A mí me atañe como informador en particular, pero, sobre todo, como aficionado a todo tipo de práctica deportiva en general. 

Este conocimiento parabólico y absoluto que gastamos todos los consumidores de deporte tiene dos principios básicos. El primero, es que se trata de un saber cambiante y estacional, variando de disciplina según avanza el año. Por ejemplo, ahora en verano, faltos de fútbol y deportes mayoritarios, todos nos volvemos expertos en ciclismo cuando llega el Tour de Francia. 

Ninguno tenemos ni idea, más allá de que las bicis funcionan con dos ruedas y pedales, que el clembuterol es un componente innato de los chuletones de más de medio kilo y que el que acaba con el maillot de topos tiene un año de compras a domicilio gratis en Carrefour. O algo así. Sin embargo, con esas tristes mimbres aseveramos con seguridad que el ganador de este año tú ya te lo viste venir, porque lo llevabas siguiendo desde su primer disco y en 2010 ya viste que tenía madera. Visionarios. 

El segundo principio fundamental lo llamo el ‘yo llegué primero’. Consiste, básicamente, en convencer al resto del mundo de que tú ya seguías el curling antes de que molara, cuando todo era campo. Además, aprovechas para reprochar a todos los que se unen a ese deporte cuando llegan las grandes citas. Como si el que más gente disfrute de tu deporte favorito te prive a ti del placer de hacer lo propio. 

Y con estos dos principios, vivimos el infinito bucle que es el mundo deportivo. A veces llegas a cansarte, y te preguntas si tanta mentira merece la pena. Pero justo entonces, llega un mundial de natación o unos juegos olímpicos de invierno, y con ellos una nueva oportunidad de desplegar tu ‘sabelotodismo’. Al final, mentirnos entre nosotros siempre será más fácil que admitir que no tenemos ni idea.