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La Fundación Santa María recupera el escudo dominico de la iglesia auditorio La Fundación Santa María recupera el escudo dominico de la iglesia auditorio
Las restauradoras trabajan en el escudo, donde se aprecia la cruz liliada de los Dominicos y la cicatriz que ha dejado la lesión que sufría en su tercio inferior. FSM

La Fundación Santa María recupera el escudo dominico de la iglesia auditorio

Una parte de la pieza, de unos 400 kilos, amenazaba con desprenderse desde unos seis metros
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La Fundación Santa María de Albarracín acaba de concluir los trabajos de restauración de un gran escudo de yeso de unos 400 kg situado sobre la capilla de Santo Domingo de la Iglesia Auditorio de Santa María, en la localidad turolense. El emblema de los dominicos, de dos metros de alto por dos metros y medio de largo y suspendido por encima del retablo de la capilla, data probablemente del siglo XVIII y presentaba una gran grieta en su tercio inferior que finalmente ha revelado un defecto, posiblemente de origen, que amenazaba no solo su estado de conservación sino también con su ubicación a unos seis metros de altura. 

El escudo, que representa el stemma liliatum o cruz liliada de la orden de Santo Domingo de Guzmán, adornados con motivos vegetales, está adosada sobre el arco de la capilla en una zona del muro que por su construcción presenta entrantes y salientes. Según explica Antonio Jiménez, gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, “cuando en su día restauramos la Iglesia ya debió de parchearse esa grieta, que probablemente es producto de un defecto de origen cuando la pieza se colocó allí”. “Nuestra sorpresa fue”, continúa, “que hace poco tiempo comprobamos que la grieta volvía a estar allí y se había convertido en una gran fisura de unos 14 centímetros”.

Según Jiménez, la lesión ponía en peligro su estabilidad sobre el arco de la capilla, por lo que su restauración se acometió como actuación de urgencia. El tercio inferior del escudo bajo la grieta estaba sujeto únicamente por el clavo de hierro que a su vez sujeta la lámpara colgante de la capilla. El desprendimiento no solo hubiera provocado la pérdida de un gran fragmento del escudo, sino que hubiera representado un grave peligro para el público que suele visitar la iglesia o que acude a los conciertos que se organizan en su interior. 

Quince días de trabajo

Los trabajos de estabilización y restauración han durado unos quince días y en ellos han participado dos albañiles especializados de la Fundación Santa María, consolidando el gran escudo de yeso sobre su basamento vertical sobre el arco de la capilla, y dos restauradoras, también de la Fundación.

Los trabajos han consistido en sujetar el escudo, vaciar el relleno de material suelto y recolocar en su sitio el tercio inferior afectado por la grieta, utilizando morteros de yeso muy líquidos y desplazando el fragmento hacia su lugar de origen progresivamente para evitar su fractura. 

Después las fisuras fueron cosidas con materiales de yeso líquido, y para fijar definitivamente el escudo a la pared se han utilizado varios vástagos de fibra de vidrio que atraviesan el escudo para reforzar la estructura y lo clavan al paramento de muro. “Se han colocado varias barras, estratégicamente colocadas para que hagan la máxima fuerza posible sin dañar el propio escudo, y se utiliza fibra de vidrio porque es un material mucho más inocuo que el hierro y afectará poco al yeso”, explica Antonio Jiménez. 

Tras completar la fijación las restauradoras aprovecharon el andamio colocado para limpiar el escudo, retirar las sales y residuos y terminar a pieza. No obstante la trayectoria de la cicatriz sigue siendo visible. “De hecho debe seguir siéndolo”, matiza el gerente de la Fundación Santa María, “porque esa fractura forma parte de la historia de la pieza y así debe quedar recogido en el informe. Quizá a los ojos de alguien no experto no se vea tanto, pero en la actualidad todos los trabajos de restauración que se realizan deben ser visibles para que en el futuro se sepa qué partes son originales y qué partes están intervenidas”. 

Aunque no esta datado con exactitud, el escudo de yeso intervenido podría ser original del siglo XVIII. La iglesia auditorio de Santa María de Albarracín fue la primera intervención en patrimonio religioso de la Fundación, además de una de las grandes iglesias que levantó el arquitecto Quinto Pierres Vedel, que está enterrado en ella junto a su esposa. Su presbiterio también acoge los restos mortales de Pedro Jaime, obispo de Teruel que cedió la iglesia en 1599 a la orden de los Dominicos. Más de un siglo después, ya en el XVIII, la propia orden acometió una gran reforma en el interior del templo que incluyó capillas y elementos ornamentales. El escudo intervenido, que representa la cruz de Santo Domingo de Guzmán, data probablemente de esa reforma.