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Rosa Blasco Gil, médica y escritora: “Hasta los años 50 no llegó el hospital meramente asistencial tal como lo conocemos hoy” Rosa Blasco Gil, médica y escritora: “Hasta los años 50 no llegó el hospital meramente asistencial tal como lo conocemos hoy”
Rosa Blasco Gil, junto a varios enseres del hospital de Tronchón. Cristina Mallén

Rosa Blasco Gil, médica y escritora: “Hasta los años 50 no llegó el hospital meramente asistencial tal como lo conocemos hoy”

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La alcañizana Rosa Blasco Gil es médica y doctora en Historia de la Medicina por la Universidad de Zaragoza, con una tesis sobre el Hospital de San Nicolás de Bari de Alcañiz, fundado en 1418. El pasado 2 de agosto estuvo en Tronchón para hablar de la historia de los hospitales rurales. 

-¿Cómo se decidió a realizar la tesis sobre el antiguo Hospital de San Nicolás de Bari de Alcañiz?

-La principal razón es que, aunque estoy formada en ciencias, me encantan las humanidades y, después de estudiar la carrera de medicina, que es una carrera totalmente científica, quería hacer mi tesis doctoral pero quería ampliarla y relacionarla con las humanidades. Había trabajado en ese hospital unos meses, había hecho prácticas de estudiante, y me puse a indagar un poco en el Archivo Municipal y vi que había posibilidades de hacer algo. Me fui a la cátedra de Historia de la Medicina y me la dirigieron.

-¿Existía suficiente documentación en el Archivo de Alcañiz? ¿Cómo y dónde te documentaste?

-La documentación principal salió del Archivo Municipal de Alcañiz, pero luego también recorrí otros archivos, fui hasta el Archivo de Alcalá de Henares. Pero el grueso de la documentación, los datos fundamentales y primarios, son de Alcañiz.  Hay fuentes secundarias, alguna publicación de historiadores alcañizanos, donde obtuve documentación de la fundación del hospital y referencias a documentos. 

-¿Cómo era el funcionamiento de un hospital?

-El hospital de Alcañiz era un hospital semiurbano y con algunas diferencias con los hospitales rurales como el de Tronchón. El funcionamiento era el mismo que tenía por ejemplo el hospital de San Pablo, hospitales grandes, pero a escala pequeña. Había una congregación religiosa, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que se ocupaba de lo que ahora sería enfermería. También llevaban la gestión administrativa, una tarea ingente, y luego había médicos y cirujanos. Había ya numerosos médicos en la población y era un honor trabajar en el hospital. En algunos periodos de la historia era un trabajo remunerado, en otros sin remunerar y solamente por el prestigio que daba. Además de médicos y cirujanos había personal de otro tipo como ahora administradores.

-¿A quiénes se atendía?

-Hasta después de la Guerra Civil, prácticamente la mitad del siglo XX, el enfermo principal era el enfermo pobre. Entraban mendigos, huérfanos, los niños abandonados que luego iban a las inclusas, enfermos crónicos que no tenían quien les asistiera, ancianos… El hospital no era solo un centro de asistencia sanitaria, era también asilo. Los ricos no acudían al hospital, eran atendidos en sus casas por los mejores médicos, que muchas veces coincidían con los del hospital, pero un rico no pisaba un hospital, y la pequeña burguesía tampoco. En mi tesis, por ejemplo, hablo de un libro de registro exhaustivo de entradas y salidas que detalla las profesiones de los que entraban y la mayoría eran labradores, viudas o pobres. El hospital meramente asistencial, tal como lo conocemos hoy, no llega hasta la mitad del siglo XX.

-Entonces era más una institución benéfica que un hospital tal como lo conocemos ahora…

-Sí. Así funcionaron hasta la Guerra Civil, luego cambiaron el carácter. Mi tesis termina en la Guerra Civil y hasta entrados los años cincuenta, más o menos, el funcionamiento es el mismo. A partir de estos años es cuando con los adelantos médicos y técnicos la gente tiene que acudir al hospital para intervenciones quirúrgicas, pruebas de radiografías, etc.

-¿Quién mantenía los hospitales?

-La mayoría de los hospitales en Europa, hasta el Renacimiento aproximadamente, pertenecían a la Iglesia. Luego, por mal funcionamiento, por algún desfalco, etc., y conforme avanza el tiempo y las ciudades se dan cuenta de que necesitaban estos establecimientos, pasaron al poder civil, al municipio y luego las provincias.

-¿Cuáles eran las principales enfermedades?

-Como antes la esperanza de vida era de 35 o 40 años, no daba tiempo a que se desarrollaran los cánceres y la gente se moría de enfermedades infecciosas, la principal, la tuberculosis. Morían de tuberculosis sobre todo y enfermaban de problemas respiratorios. La segunda causa de muerte eran las enfermedades gastrointestinales. La gente moría por una simple diarrea. Y sobre todo niños y ancianos enfermaban y morían de enfermedades infecciosas. 

-¿Conoce que haya más casos en la provincia de material de hospitales bien conservado tal como ocurre en Tronchón?

-Hospitales había prácticamente en todos los pueblos, hospitales rurales que tenían un funcionamiento, una regulación, pero yo no tengo conocimiento de que se haya encontrado un ajuar como el de aquí ni en hospitales rurales ni en urbanos. Es un hallazgo impresionante este de Tronchón. 

-¿Cree que sería interesante musealizarlo y darlo a conocer?

¡Claro! A mí me encantaría, me parece interesantísimo, y se podría completar con algunos paneles de cómo funcionaban los hospitales rurales.  

-Además de su tesis, ¿ha seguido escribiendo sobre el tema? 

-No, apenas alguna pequeña publicación. Luego, en mi afán de abarcar otras cosas, me dediqué a la novela y publiqué El sanatorio de la Provenza en la editorial Planeta con mucho éxito. Este otoño saldrá mi segunda novela, aún sin título, pero que transcurre en la provincia de Teruel y espero que guste tanto como la primera.