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En mi humilde opinión En mi humilde opinión

En mi humilde opinión

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Juan Corellano

Un buen amigo mío dice que cuando yo hablo, más que hablar pontifico. Que tiendo a encumbrar todas aquellas cosas que me gustan y tildar de herejía las que no, dice. Que lo mío muy bien y lo demás fatal. Maldita sea, tiene toda la razón. Aunque no siempre lo haga estrictamente en serio, el extremismo en las opiniones siempre me ha resultado divertido. La gente se toma más a pecho ‘su cosa favorita’ que las enfermedades venéreas. Así somos. Sin embargo, resulta divertido prender esa cerilla y sentarse a ver el mundo arder. 
Pondré un ejemplo con una de mis habituales pontificaciones. La saga de Harry Potter es malísima, desde el primer elfo hasta la última varita. Sé que sois muchos, me da igual. Analizar el arco de personaje de Potter es como ver en la autopista un cartel de Bienvenido a Castilla la Mancha: todo planicie. No quiero que esto se interprete como un prejuicio hacia las películas de magos, todo lo contrario. Si el día de mañana sale un biopic de Tamariz, ahí me tendréis. 
Es probable que a alguno de vosotros le moleste esta opinión. Sin embargo, el problema de raíz no reside en que a mí no me acabe de convencer esta historia de magia púber. El verdadero problema, se ilustra con la siguiente pregunta: ¿Por qué a la gente debería importarle lo que Juan Corellano diga? La gran mayoría de la población no somos presidentes de un país o físicos teóricos, por lo que nuestra opinión no es relevante para prácticamente la totalidad de las cosas que suceden en el mundo. Así es la vida. 
Sin embargo, actualmente en la vida en general y en el periodismo en particular hay un claro abuso de la opinión. “Era un chico normal, saludaba en el rellano”. Este era el relevante testimonio de Paco del 1ºC, vecino de un fontanero que al final resultaba trabajar también matando a gente a tiempo parcial. Opiniones como estas llenan nuestros telediarios y publicaciones de Twitter nuestros periódicos. Las redes sociales han alimentado esta feliz idea de que todo lo que la gente tenga que decir importa. En mi humilde opinión, lamento comunicarles que no es así.